Pablo
Puchol nació en Valladolid en el año 1876. Aunque decimonónico por su pintura, trabajó
principalmente en los dos primeros decenios del siglo XX. Comenzó sus estudios
en 1892 en la Escuela local de Bellas Artes, concluyéndolos en 1901 bajo la
dirección de José Martí y Monsó y Luciano Sánchez Santarén al que le unió una
gran amistad. En dicho año concursaba en el certamen organizado anualmente, por
la Academia, titulándose ya por entonces como “pintor de historia”. Asimismo en 1912 presentó cuatro obras a la
Exposición regional celebrada en Valladolid, tres de ellas eran bodegones y la cuarta, un retrato del Cardenal D. José María Cos y Macho.
En
enero de 1906 fue nombrado profesor ayudante de la Escuela, 1913 Ayudante
meritorio, y en 1916 Profesor de Ascenso en la citada Escuela. Se dedicó
principalmente al retrato (Dr. Antonio
Miguel Romón), y a la pintura de temática religiosa.
Entre
los años 1905 y 1917 realiza para el convento de Agustinos Filipinos una serie
de cuadros, todos firmados, representando la vida de Santa Mónica y San
Agustín: Sueño de Santa Mónica (1905,
Valladolid), Conversión de San Agustín
(1908), Bautismo de San Agustín
(1910), Éxtasis de Ostia (1909), Diálogo Trinitario (1914), San Agustín haciendo entrega de la Regla
(1911) y Muerte de San Agustín (1917).
Se encuentran colgados en uno de los paños del claustro, concretamente en el
que hay que recorrer para llegar al Museo Oriental. Estos cuadros, por su
carácter almibarado, su sentido arcaizante y su aire de estampa devota, no
dejan de evocar la pintura de estilo nazareno que Federico de Madrazo, entre
otros, había impuesto en la pintura decimonónica española.
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| El sueño de Santa Mónica |
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| Conversión de San Agustín |
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| Bautismo de San Agustín |
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| Éxtasis de Ostia |
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| Diálogo Trinitario |
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| San Agustín haciendo entrega de la Regla |
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| La muerte de San Agustín |
Por
lo general, todos sus cuadros religiosos ofrecen el ya comentado sabor
almibarado, representativo de una clientela interesada en una espiritualidad
alambicada y devota, deseosa de imágenes fuertemente idealizadas que recuerdan
muy de cerca el estilo de los denominados pintores nazarenos. Obsesionado por
el dibujo prestó poca atención al colorido y sus obras adolecen de frialdad.
En
1909 pintó dos lienzos para el retablo de la Virgen de los Ángeles, de la
iglesia de Santa María la Antigua. Dichas pinturas, que se encuentran firmadas
(“P. Puchol/Valladolid 1909”), representa a San Francisco de Paula y
a Santiago
el menor. Son obras características del pintor que demuestra sus buenas
cualidades como dibujante y el habitual desinterés por el color.
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| San Francisco de Paula |
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| Santiago el menor |
Para
el Colegio de los Ingleses trabajó en tres ocasiones. En 1909 pintó un retrato
del rector Padre Thomas Kennedy, en 1911 un cuadro de San
José con el Niño y en 1913 un retrato del procurador del colegio Padre
Joseph Kelley. Todos ellos firmados por el autor.
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| Retrato del Rector Thomas Kennedy |
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| San José con el Niño |
Hay
noticias también de que en una colección particular de Valladolid se encuentra
un retrato
de señora, firmado de su mano. No lo conozco ni tengo foto. Si tenéis
noticias o fotos de algunas otras obras del autor estaré encantado de
conocerlas.
BIBLIOGRAFÍA
- BRASAS
EGIDO, José Carlos: La pintura del siglo
XIX en Valladolid, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1982.
- URREA,
Jesús: Pintores vallisoletanos del siglo
XIX, Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1987.
- URREA,
Jesús: Pintores de Valladolid (1890-1940),
Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1985.
Enhorabuena por tu blog, muy interesante y muy trabajado.
ResponderEliminarEn Madrid, en la iglesia de Basílica, hay un lienzo de 2m x 1m, copia de la Inmaculada de Aranjuez de Murillo, con una placa debajo que dice: "Pablo Puchol 1905. Donado por la familia Santiago Puchol". No está firmado y no se si será del mismo Puchol.
Un saludo, Camino Diez
Si efectivamente se trata de un oleo de Pablo Puchol, al igual que otros de la Inmaculada, como el donado por la propia familia del pintor a Monseñor Astillero, con destino a la Catedral de la Almudena en Madrid.
EliminarEstos cuadros están en la línea de las pinturas de Tommaso Minardi y Cesare Fracassini y de la serie de frescos realizados para las Basílicas de San Lorenzo y San Pablo extramuros de Roma en tiempos del Papa Pío IX y que representan, respectivamente, los Martirios de San Esteban y San Lorenzo y la Vida del Apóstol San Pablo.
ResponderEliminarSon pinturas de gran devoción y que transmiten paz y serenidad. Su dulzura no les quita un gran mérito en el dibujo y en el colorido, tan sugestivo y evocador. Para mí ha sido todo un descubrimiento y me han encantado. Gracias.
Después de contemplar "Muerte de San Agustín", cerca de donde se hallaba su alteza la Reina Doña Sofía en la última edición de las edades del hombre, en 2017 , no me cabe la menor duda de que Pablo Puchol es uno de "los grandes del SS. XX
ResponderEliminarrecientemente he adquirido un retrato de una señora pintado a carboncillo , esta firmado p puchol
ResponderEliminarjesusgomezalonso@gmail.com
Yo tengo un cuadro firmado por p.puchol de 1904 con el retrato de una mujer.
ResponderEliminarEn el cuadro se observan pequeños agujeros de metralla de la guerra
A lo largo de la historia, algunos artistas católicos se apartaron del realismo y buscaron representar lo espiritual con formas planas o abstractas, de manera parecida al espíritu de la iconografía ortodoxa. Antes del Renacimiento, las pinturas católicas (como los frescos o retablos del siglo XII-XIII) no tenían perspectiva realista.
ResponderEliminarLas figuras eran planas, jerárquicas y simbólicas, con fondos dorados y sin profundidad. En el siglo XX, varios artistas católicos retomaron la bidimensionalidad por motivos espirituales:
Georges Rouault: sus figuras religiosas tienen trazos gruesos y planos de color, sin ilusión de volumen.
Marc Chagall (aunque no era católico, su arte bíblico inspiró a muchos): uso expresivo del color y la forma sin tridimensionalidad realista.
Henri Matisse, en su Capilla del Rosario de Vence (Francia), usó vitrales y murales totalmente planos, abstractos, pero profundamente espirituales.
En Latinoamérica, artistas como Oswaldo Guayasamín o Fernando Leal también exploraron temas religiosos con un estilo plano y simbólico.
🔹 Arte litúrgico contemporáneo
En templos modernos (sobre todo después del Concilio Vaticano II, 1960s), muchos artistas católicos recuperaron la sencillez y el simbolismo: iconos modernos, mosaicos planos, vitrales abstractos…
En este contexto, se busca lo espiritual y lo universal, más que el realismo físico.
Estos cuadros —ubicados en el claustro del Museo Oriental de Valladolid— son parte de un conjunto de pinturas religiosas que representan episodios de la vida de San Agustín de Hipona.
Puchol, como artista contemporáneo, pertenece a una tradición de arte sacro española y misionera, vinculada a la espiritualidad agustiniana y al contexto del museo (gestionado por la Orden de San Agustín).Sí, efectivamente puede decirse que esas obras carecen de tridimensionalidad en un sentido intencional o simbólico, pero no por limitación técnica, sino por decisión estética y espiritual.En contextos religiosos, sobre todo en claustros o espacios de meditación, las imágenes no buscan ilusionismo ni teatralidad (como las del Barroco, por ejemplo), sino transmitir serenidad, contemplación y claridad doctrinal.
Por eso, el artista puede evitar profundidades exageradas o efectos realistas, privilegiando la planitud y el orden compositivo, lo cual conecta con la tradición de los iconos o con el arte monástico más sobrio. San Agustín es un santo de origen norteafricano (Tagaste, actual Argelia), cuya espiritualidad se sitúa entre Oriente y Occidente.
Esa doble pertenencia (culturalmente mediterránea, teológicamente puente entre las dos tradiciones cristianas) puede justificar una estética menos tridimensional:
No se trata de mostrar “la realidad material” sino la búsqueda interior del alma agustiniana, su conversión, su relación con la luz divina.
Por eso, una imagen más plana, simbólica, sin profundidad, puede expresar mejor ese mundo introspectivo y espiritual que el volumen físico no logra captar.En el claustro, las pinturas se integran en una arquitectura regular, rítmica, que ya ofrece profundidad espacial. Los cuadros de Pablo Puchol sobre San Agustín pueden considerarse intencionadamente carentes de tridimensionalidad, no por carencia técnica, sino por razones teológicas, simbólicas y contextuales:
Buscan una representación contemplativa y espiritual, más que naturalista.
Dialogan con la tradición oriental y con la espiritualidad interior de San Agustín.
Se integran en el espacio arquitectónico del claustro, que ya aporta el volumen necesario.
En relación al comentario de "Anónimo28 de agosto de 2017, 21:37", señalar la semejanza en el estilo de Pablo Puchol con Tommaso Minardi de la serie de frescos realizados para las Basílicas de San Lorenzo y San Pablo extramuros de Roma en tiempos del Papa Pío IX, y en especial con el gran mural del muro de entrada que data del proyecto de 1847, pero fue realizado casi veinte años después por Tommaso Minardi, quien representó la Misión de los Apóstoles, el último gran tema religioso de fuerte contenido doctrinal encargado por un papa para el Quirinal.
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