Aunque
madrileño el escultor Ángel Díaz Sánchez constituye, junto con el pintor Martí
y Monsó, la figura artística más sobresaliente y prolífica de las que vivieron
en Valladolid en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. Llegó a la
ciudad en un momento de completa decadencia artística, en el que no había ni
iniciativas importantes ni apenas artistas de calidad por lo que se refiere a
la escultura, pudiéndose calificar de discretos los pintores que aquí
trabajaban.
El primero en
biografiarle fue Manuel Osorio Bernard en 1883, es decir, cuando aún vivía.
La escueta biografía decía así: “Escultor natural de Madrid, discípulo de la
Escuela Superior y pensionado por la Diputación provincial. En la Exposición
Nacional de 1881 presentó una estatua en yeso representando a Aquiles herido,
que fue premiada con una medalla de tercera clase y adquirida por el Gobierno.
En la anterior Exposición (1878) había presentado una medalla en cera con el
retrato de D. Antonio Cánovas del Castillo”.
Dos fotografías de Ángel Díaz en su estudio. En estas dos imágenes podemos ver una gran cantidad de sus obras |
Ángel
Díaz nació en Madrid el día 20 de febrero de 1859 en la castiza plaza de Santa
Ana. Sus padres, oriundos de Valdepeñas (Ciudad Real), se resistieron en un
principio a que el joven se dedicara por entero al mundo del arte. Siendo casi
un niño ingresó como meritorio en los talleres de la Casa de la Moneda en la
que estudió la técnica del grabado en hueco presentándose en 1878 por vez
primera a una Exposición Nacional, precisamente con una medalla en cera con el
retrato de D. Antonio Cánovas del Castillo. Sus estudios de escultura los
realizó en la Real Academia de San Fernando, en la que ya estaba matriculado en
1875, obteniendo en cursos sucesivos diversos diplomas.
En
1879 consiguió una pensión de la Diputación Provincial madrileña, consistente
en 1.500 pts. anuales, para ser disfrutada en Madrid, al no haber superado el
año anterior, en opinión del jurado, al escultor barcelonés Torcuato Tasso y
Nadal en el concurso que la Academia convocó para dotar sus pensiones de Roma. La Diputación Provincial de Madrid le otorgó hasta
tres prórrogas en el disfrute de su beca debido al buen aprovechamiento de
ella.
En
1881 envió a la Exposición Nacional su obra Aquiles herido, escultura
en yeso, composición que había trabajado el artista años atrás en los
ejercicios de la Academia de San Fernando y en cuyo estudio continuaría, ya que
con ella ganó la medalla de 3ª clase en el referido certamen nacional. La obra
fue adquirida por el Museo Nacional: “Es
una hermosa estatua en yeso, que representa al héroe griego herido en el talón
por la flecha de Paris… postrado y casi en la agonía aunque pugnando por
arrancarse la traidora secta”. Su Aquiles,
junto con otra escultura representando a Paris, evidencia hasta qué punto se
encontraban todavía vigentes los principios neoclásicos.
ETAPA
EN ROMA
En
1883 marchó a Roma, prorrogada su pensión por la Diputación. Se instaló en un
estudio de la famosa Via Margutta, en la que también se habían establecido
otros artistas españoles: Francisco Pradilla, Mariano Fortuny, José, Mariano y
Juan Antonio Benlliure, Ricardo Villodas, Joaquín Sorolla (de quien realizó un
soberbio retrato en 1885), etc. En la Academia de Gigi o de Luisito, el famoso
modelo de Fortuny, coincidiría con el pintor vallisoletano Arturo Montero y
Calvo, a quien conocería desde los tiempos de estudiante en la Academia de San
Fernando. El mismo Díaz confesaría años más tarde a un periodista de El Norte que “visitó los Museos, conversó abundantemente con Villegas, Pradilla y
otros, siendo amigo íntimo de Mariano Benlliure, vagando con ellos por las
noches por Roma y haciendo viajes de recreo a los museos de Florencia, Venecia
y Nápoles para contemplar las obras de Miguel Ángel y Canova”.
Sus
años de estancia en Italia los dedicó a trabajar de manera incansable a juzgar
por la gran cantidad de obras modeladas en aquella época, hasta el punto de que
en 1890 un periodista afirmaba un tanto exageradamente que “apenas habrá estudio de artistas, ni español
establecido en Italia, que no cuente en sus colecciones con algún recuerdo de
este escultor”. Visitó también Florencia, Venecia y Nápoles, estudiando
especialmente las obras de Miguel Ángel y Canova.
A la Exposición
Nacional de 1884 envió dos obras: una figura de Lope de Vega y su
monumental grupo Trafalgar (1884, Museo de Vilanova i la Geltrú. Barcelona) en
el que representó a un joven soldado de marina, en pie subido a un escollo
sobre el que yace muerto su oficial con la bandera en la mano. Tan acertado
canto al heroísmo le valió una tercera medalla y el reconocimiento unánime de
la crítica italiana y española. El boceto de Trafalgar siempre lo
conservó el escultor, yendo posteriormente a parar al Museo Balaguer.
Trafalgar |
De su actividad en
Italia se pueden señalar otras muchas obras, como son: un busto del rey Alfonso
XII; el retrato de Lorenzo Llanos, hijo del crítico
Luis de Llanos; el Dómine, un busto de Dulcinea destinado al
Casino del Quijote que fundó en Roma la colonia española; un bajorrelieve
representando la Muerte de Cicerón; un grupo dedicado Al Genio español; varias figuras
de tipos populares; La Primera idea del Amor (1888); la
estatua de Quevedo, que el artista estuvo a punto de ver colocada en una
plaza de Madrid y que fue suplantada por la de Querol; o el extraordinario
grupo titulado Las hijas del Cid (1887. Museo de Arte Moderno. Madrid). La
famosa escritora Emilia Pardo Bazán describió esta última obra como “muy hermoso. Recuerda la historia de
Andrómeda atada a la roca. Son dos figuras admirablemente entendidas y de una
elegancia sorprendente” y la crítica de la Exposición Nacional de aquel año
lo consideró “una de las mejores producciones
escultóricas presentadas”.
Quevedo |
Busto de Quevedo |
BREVE
ESTANCIA MADRILEÑA
Regresado
ya de Roma, en 1889 se encuentra nuevamente en Madrid, momento en el que decide
hacer oposiciones. A fines de 1891 fue propuesto por unanimidad para ocupar la
plaza de profesor numerario de la cátedra de dibujo y modelado de adorno y
figura de la Escuela Provincial de Artes e Industrias de Bellas Artes de
Valladolid, en la cual desarrollaría una gran labor docente, en los momentos de
su auge, bajo la dirección de José Martí y Monsó. Para su ejercicio de
oposición modeló un relieve con el tema de Apolo y Dafne (Rectorado de la Universidad.
Valladolid) y un fragmento de Pilastra con dos sátiros.
ESTANCIA
EN VALLADOLID
Al tomar posesión de su
cátedra la Academia de Bellas Artes de Valladolid le admitió entre sus
miembros, participando desde entonces muy activamente en sus reuniones. Fue
miembro de la Comisión de Monumentos y en el Ateneo llegaría a ostentar la
vicepresidencia de la sección de Literatura y Bellas Artes. En la Escuela ocupó
los cargos de Secretario y Tesorero y a él le corresponde la redacción de las
Memorias anuales de la Institución trabajando en estrecha colaboración con D.
José Martí y Monsó que por entonces ostentaba la dirección. En 1910 fue
nombrado Presidente de la Academia vallisoletana de Bellas Artes.
BARRERA, Julio: Retrato de Ángel Díaz (1953) |
En
Valladolid se dio a conocer como escultor con dos obras: una de asunto
religioso, que representaba a San Antonio de Padua, de tamaño
académico y en barro cocido; y la otra de raíz anecdótica, la Cigarrera,
busto en arcilla. Ambas fueron consideradas por la prensa local como “prodigio del arte”. Es curioso observar
la aparición de un tema religioso e su obra y precisamente para darse a conocer
públicamente en Valladolid, afirmando el periodista que la obra “le revela como un gran cincel en el
grandioso arte de Gregorio Fernández y Berruguete”. El poeta Emilio
Ferrari posó en 1893 en el estudio del escultor, que inmediatamente se
granjeó un gran prestigio en la ciudad según puede deducirse de los numerosos
bustos que modeló.
En 1895 se ofreció
gratuitamente a hacer la lápida conmemorativa que se iba a colocar en la
fachada de la casa natal del poeta Zorrilla. La comisión encargada del asunto
prefirió en cambio elegir a Dionisio Pastor Valsero. En aquellos mismos
momentos debía de encontrarse muy ocupado en preparar las obras que iba a
presentar en la Nacional de aquel año, a la que envió: Valdepeñas o el Sueño de
un cosechero, un retrato del poeta Ferrari, un busto de Goya, inspirado en el
retrato de Vicente López, otro de Mesonero Romanos y el retrato de un hijo
del escultor, y en la que obtuvo la cruz de Carlos III.
Retrato de Francisco de Goya |
En
octubre del mismo año ultimaba las alegorías de la Agricultura y la Industria,
que rematarían la fachada principal de la Estación del Ferrocarril del Norte
para las que Díaz había empleado modelos de la capital aunque inspirándose,
según la crítica, “más en el estudio
anatómico que en el plasticismo de la belleza”.
A
la Exposición de 1897 envió un grupo de grandes dimensiones que había terminado
en el mes de mayo y que no obtuvo ningún galardón honorífico, titulado la Buenaventura,
a pesar de lo cual repitió esta temática de gitanas y chulas en alguna otra
ocasión. Por los mismos días que concluía este último grupo un periodista que
le visitó en su estudio pudo anotar una serie de obras que no se sabe si
acababan de ser realizadas por el artista o si por el contrario eran
anteriores: un busto alegórico de Beethoven, los retratos de Pérez
Soto y Selva, la Chula, “busto portentoso de naturalidad, picardía y gracia” y bustos de los
periodistas Martínez Viérgol y Tabanera y un bajo relieve titulado El
carnaval moderno.
Aquel mismo año se
ofreció Díaz a modelar la escultura que se pensaba levantar a la memoria de
Zorrilla en una plaza vallisoletana, aunque finalmente el encargo recayó en
Aurelio Carretero. Tal vez sea el fruto de este intento de proyecto la pequeña
escultura que representando a Zorrilla y firmada en 1900 se
conserva en la casa-museo del poeta (mide 28 cm., está dedicada “al Doctor arrimadas”). Sabemos que no
fue éste el último intento que hizo el escultor por realizar una estatua del
ilustre poeta; cuatro años más tarde envió a la Exposición Nacional otro boceto
de Monumento
a Zorrilla. También en torno a estos años modeló sus obras, Ninfa
herida, la Fotografía y Marte y Venus.
Ninfa herida |
Desde
Valladolid continuó participando en las Exposiciones Nacionales y en 1904
consiguió con su relieve Los Mosquitos al
vino (Escuela de Artes y Oficios. Valladolid) la tercera medalla por la
sección de Arte Decorativo. En la Exposición Nacional de 1904 Díaz participó
con los bustos de Leandro Mariscal y José Borrás y los bajo relieves “el joven pintor asturiano Uría sentado ante
el caballete manchando un lienzo” y el titulado Los Mosquitos al vino con
el que alcanzó nuevamente una tercera medalla, en esta ocasión por la sección
de Arte Decorativo. Fue ésta, probablemente, su última obra ambiciosa.
Abrumado de trabajo en
la Escuela, con innumerables asuntos que dirigir o solucionar en las
instituciones de que formaba parte, sobre todo después de la jubilación de
Martí y Monsó, después de haber contraído nuevo matrimonio, a sus 53 años, Díaz
decidió trasladarse a Madrid, a la Escuela Superior de Artes Industriales. En
1912 regresa a Madrid, dejando atrás veinte años de servicios ininterrumpidos a
Valladolid. En Valladolid había desarrollado una intensa e interesante
actividad docente. Se preocupó por organizar visitas al Museo para niños y
obreros, propuso a las Corporaciones locales el establecimiento de pensiones
para que obreros y artistas visitaran las Exposiciones nacionales y
extranjeras. A su iniciativa se debe la creación de la sección de Música en la
Academia vallisoletana.
Ángel Díez contemplando una de sus obras, seguramenet una alegoria de la fotografía |
REGRESO A MADRID
Sus enseñanzas las
continuó en la Escuela de Pacífico, pero no perdió, al menos al principio, sus
relaciones con Valladolid. Aquel mismo año el Ayuntamiento vallisoletano le
encargó la medalla que se otorgaría a don Santiago Alba, ex ministro de
Instrucción Pública. Durante la última etapa de su vida fue poco a poco
abandonando la práctica escultórica en favor de la pintura (sobre todo retratos
de mujer), entreteniendo su atención en escribir poesía y a resumir sus
intereses estéticos en papeles que nunca publicó, si se exceptúa algún artículo
periodístico. Murió en Madrid el día 19 de agosto de 1938.
Retrato del escultor Pablo Cilleruelo |
Señora del Harén |
Ángel
Díaz, al que algunos de los críticos contemporáneos llegaron a denominar “el escultor de los bustos” fue un
escultor prolífico, pero a diferencia de muchos escultores que se encasillaban
en un tipo de escultura, Díaz cultivo una gran variedad de temas: religiosos,
mitológicos, históricos, retratos, alegorías, escenas de género. Debido a la
gran cantidad de obras que de él conservamos, los distribuiremos por temáticas:
TEMAS MITOLÓGICOS
Cultivó asuntos
mitológicos, propios de épocas pasadas, como el Aquiles herido que
presentó a la Exposición Nacional de 1881,
Paris o el Rapto de las sabinas en
barro cocido, temas juveniles que no volverá a tratar, pues, qué duda cabe,
eran de gustos trasnochados, más propios del neoclasicismo que de finales del
siglo XIX.
Aquiles herido |
TEMAS HISTÓRICOS
Igualmente afrontó el
género histórico, como la Muerte de Cicerón, las no
conservadas Hijas del Cid, grupo de bellas muchachas elogiado por Pardo
Bazán, modelado en Roma en 1887, y la Pérdida de Trafalgar, tres años más
antiguo, temas uno y otro muy queridos en estos años finiseculares.
Las Hijas del Cid |
ESCULTURA RELIGIOSA
Sólo de una manera
esporádica trabajó la escultura religiosa; precisamente recién llegado a
Valladolid modeló en barro un San Antonio de Padua (1893) que
mereció elogios en la prensa local; una Virgen con Niño y un Nacimiento
de Eva (Valladolid. Colección particular), también en barro cocido, que
haría hacia 1900, y en el que destacan los atinados desnudos; es de señalar la
facilidad que tuvo Díaz para representar desnudeces, en particular femeninas,
que volverá a tratar en su Ninfa
herida en 1901.
Nacimiento de Eva |
ALEGORÍAS
La primera vez que
trató esta temática fue en el año 1891 Por vez primera lo hizo en 1891 con la
obra titulada Valdepeñas o El sueño de un cosechero
(Valladolid. Colección particular) dedicada evidentemente a la producción del
vino; sobre una gran tinaja aparece un bodeguero dormido al que una ninfa
intenta despertar. El tema del vino lo volvió a tratar en la obra titulada Los
mosquitos al vino, que debe ser la composición de mayor tamaño por él
creada (se trata de un relieve en yeso que mide de largo 375 cm, y en su parte
más alta casi 150 cm). Esta obra, ubicada en la Escuela de Artes y Oficios
Artísticos de Valladolid, comporta una extensa composición presenta numerosos
niños, de formas regordetas, muy bien modelados con excelente conocimiento de
la anatomía infantil, en actitudes y posturas variadas.
Valdepeñas o El suelo de un cosechero |
Jarrón con sátiros (Museo de la Universidad, Valladolid) |
Detalle del Jarrón con sátiros |
Los mosquitos al vino |
En 1893, para la
estación de ferrocarril de Valladolid, modeló las alegorías de la Agricultura
y la Industria,
representando lo que la región había sido y lo que quería ser. El boceto, en
barro cocido, se encuentra en el Museo de la Universidad de Valladolid
(M.U.V.A.). Su materialización en piedra, con pequeños cambios, se alargó hasta
1895; las esculturas miden 4 metro, con lo que son las mayores entre las suyas.
A uno y otro lado del escudo de la ciudad aparecen sentadas las figuras
femeninas dichas, una y otra con sus símbolos –mieses, rueda, etc.–; las dos
tienen el torso desnudo y dirigen sus miradas hacia el eje de la fachada. Son
las únicas estatuas de Díaz en piedra y su estado actual de conservación no es
el deseable.
Boceto del remate de la estación de ferrocarril de Valladolid. La Agricultura y la Industria |
De hacia 1900 es su
alegoría de La fotografía, personificada en una joven muchacha desnuda, de
pie, en actitud elegante, junto a una máquina fotográfica montada sobre el
caballete de modelar. De este tema hizo dos versiones, perdida la de mayor
tamaño, sólo se conserva la pequeña, en yeso, custodiada en la Academia de la
Purísima.
La fotografía |
RETRATOS
Fue quizás el capítulo
más importante en su producción, y para el que particularmente estuvo más
dotado. Ya entre sus obras juveniles encontramos ejemplos, como la medalla en
cera en la que efigió a Cánovas del Castillo en 1878; la
serie la va a continuar durante su estancia romana, cuando modeló el retrato de
Joaquín
Sorolla (1885. Paradero desconocido); sería fruto de la amistad, tal y
como consta en la dedicatoria. De esos años son también los de Alfonso
XII y Lorenzo Llanos. De 1886 es el de Mesonero Romanos (M.U.V.A.,
Valladolid), fallecido en 1882; el busto, en yeso pintado, descansa sobre ramas
de laural y dos libros escritos por el retratado, en concreto “Escenas
matritenses” y “Memorias de un sesentón”. Tal y como señalaron los críticos del
momento, guarda gran parecido con el modelo. También en Roma y en yeso firmó un
año después el busto de Goya (Valladolid. Academia de la
Purísima); con éste y el anterior concurrió a la Exposición Nacional de 1895;
recibiendo reseñas elogiosas. Representa al pintor con rostro bien modelado y
gran corbata de lazo; se inspiró para este retrato en el que hiciera Vicente
López. Particular esmero puso a la hora de retratar a su hijo Antoñito
(Valladolid. Colección particular), nacido en Roma; es una obra, en barro
cocido y pintado, llena de amor hacia el pequeño. Sin fechar quedó el busto de Quevedo
(Valladolid. Universidad. Rectorado), realizado en yeso y del que no se sabe si
fue modelado en Roma, donde hizo varios bocetos del poeta.
Retrato de Joaquín Sorolla |
Retrato de Juan Martínez Cabezas |
Retrato de Mesonero Romanos |
Retrato de un hombre sin identificar |
Antoñito |
Su dedicación al
retrato la mantuvo durante su etapa en Valladolid y a esa época pertenecen
varios, como el relieve en barro cocido en que efigia a su amigo José
Uría y Uría (Oviedo. Museo de Bellas Artes de Asturias) pintado, con
paleta en la mano izquierda y sentado en una silla de tijera.
José Uría y Uría |
No se sabe con certeza
a quién representa un retrato masculino conservado en el rectorado de la
Universidad de Valladolid, pues tanto puede efigiar a Leandro Mariscal y Espiga,
profesor de la Academia de Caballería, como al poeta José Borrás Bayones; sea
como fuere, este busto, en yeso pintado, está pleno de naturalismo, nota
sobresaliente en el quehacer de Ángel Díaz, que en 1899 retrató a su amigo Caracciolo
(Valladolid. Colección particular), oficial de artillería, con expresión una
pizca arrogante en el rostro, los bigotes con las guías hacia arriba.
Caracciolo |
La
serie de retratos de Díaz, con un gran paréntesis, se cierra con el de Liborio
Hoyos (Madrid, Colección particular), hecho en 1934 y por lo mismo una
de sus últimas obras.
TEMAS POPULARES
Ángel Díaz representó
temas populares, como bien indican los propios títulos de las obras. Así, la
Cigarrera, en arcilla, que fue de sus primeras obra vallisoletanas y
con la que concurrió a la Exposición Nacional de 1890. Antes, en 1899, firmó en
Madrid el busto de la Chula (Valladolid. Colección particular), una de sus obras
realistas más acertada, pues capta muy bien la personalidad de la joven
muchacha, con actitud entre engreída y pícara.
La Chula |
En algunas ocasiones,
estos temas populares los resolvió con más de una figura, como hizo en la Buenaventura
(Valladolid. Academia de Caballería), presentada a la Exposición Nacional de
1897; este grupo, realizado en yeso, recoge el momento en que una gitana
madura, con el vestido que hasta hace poco tiempo les era propio, agarra la
mano de un soldado de caballería, sentado y con el sable sobre las piernas,
para adivinarle el porvenir; desde luego es un asunto visto en la calle y
magníficamente plasmado.
La Buenaventura |
También
sería observado en cualquier parte público el grupo titulado Marte
y Venus que, bajo esa denominación mitológica, interpreta un tema mucho
más próximo, pues se trata de una escena en la que un soldado y un ama de cría
conversan a la vez que ésta atiende al pequeño niño. Nada más lejos del mundo
clásico, y por el contrario asunto bien común en la España de hace pocos años.
Es obra en barro cocido, anterior a 1904.
BIBLIOGRAFÍA
- OSSORIO Y BERNARD, Manuel: Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Giner, Madrid, 1883.
- URREA, Jesús: La escultura en Valladolid de 1800 a 1936, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid, Valladolid, 1980.
- URREA, Jesús: El escultor Ángel Díaz (1859-1938), Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1982.
- URREA, Jesús (dir.): La escultura en Valladolid (1850 a 1936), Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1984.
- URREA, Jesús: Pintores vallisoletanos del siglo XIX, Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1987.
- BRASAS EGIDO, José Carlos: “Pinturas y esculturas” en Historia de la Universidad de Valladolid, tomo II, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1989, pp. 775-783.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: La colección artística de la Universidad de Valladolid, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1994.
- DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: Historia del Arte de Castilla y León. 7, Del Neoclasicismo al Modernismo, Ámbito, Valladolid, 1998.
- URREA, Jesús: Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción: pinturas y esculturas, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid 1998.
- REDONDO CANTERA, María José (coord.): Tradición y futuro: la Universidad de Valladolid a través de nueve siglos: exposición, Universidad de Valladolid, Valladolid, 2002.
- VV.AA.: Inventario de bienes artísticos II, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 2005.
Conocí una obra de él (Los Mosquitos) en mis épocas de aprendizaje en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid.Fue un excelente escultor contemporáneo de Benlliure con un gran conocimiento de la técnica y oficio de entonces.
ResponderEliminarJesús Trapote(Escultor)
Me ha sorprendido mucho el blog, enhorabuena! Me encantaria saber mas sobre la obra de Jose Marti y Monso. No logro encontrar casi nada mas alla de sus 2,3 obras mas conocidas. Me podrias hacer alguna recomendacion? Muchas gracias de antemano!
ResponderEliminarEstoy trabajando sobre un libro sobre Valdepeñas, aunque le título aún está en estudio, puedo decir que es sobre la Historia, Arte y Cultura en Valdepeñas, bastante complejo su consecución y composición, ya que recoge el ejemplar varias disciplinas artísticas, entre ellas la escultura en la que comento brevemente en un apartado la obra de Ángel Díaz Sánchez, la alegoría "Valdepeñas" o "El Sueño de un Cosechero" Me ha encantado el Blog y me ha ayudado para conocer a
ResponderEliminareste gran artista.