viernes, 13 de diciembre de 2013

MONUMENTOS DESAPARECIDOS: El Palacio-Fortaleza de los Estúñiga en Curiel de Duero


El Palacio-Fortaleza de los Estúñiga (declarado Bien de Interés Cultural el 22 de abril de 1949) en la localidad de Curiel de Duero, antiguamente citada como Curiel de los Ajos, fue uno de los más enteros y mejor conservados de España hasta bien entrado el siglo XX, por lo que su ruina provocó una gran indignación.  La villa de Curiel no era una población cualquiera puesto que desde el siglo XII, hasta comienzos del XIX, fue cabeza de comunidad de Villa y Tierra.
El palacio fue mandado levantar por don Diego López de Estúñiga, nombrado en 1386 Justicia Mayor de Castilla por Juan I, y en el desempeño del mismo cargo bajo el reinado de Enrique III. Curiel era el solar del linaje, casa fuerte y "casa de morada", como él mismo la define, donde residió varios años, hasta 1412, y donde debió de morir su esposa.

Vista del Palacio-Fortaleza de Curiel en 1867
Según Martínez Alcubilla, habilitó importantes obras en el palacio entre 1386 y 1412 de las que había constancia epigráfica en una inscripción sobre la puerta principal, hoy desaparecida, la cual rezaba así: “ESTA OBRA MANDÓ FACER DIEGO LOPE / S DE STUÑIGA IUSTICIA MAYOR / DEL REY… VILLA E ACABOSE EN EL ANNO DEL NACIMIENTO / DEL NUESTRO SENNOR JESUCRISTO DE / MILL E CCC E X ANNOS”. Hasta ese año de 1410, el castillo fue engalanado con soberbios artesonados, con galerías de piedra y, muy sobre todo, con decoraciones de yesería mudéjar, todo ello más o menos distante, dentro del siglo, de la dicha fe de conclusión del exterior.
Este modelo de alcázar-palacio que desarrolló la nobleza castellana Trastámara a imitación de sus soberanos, solía combinar estructuras fortificadas propias del gótico europeo, con frecuencia de buena cantería, e interiores muy lujosos de ambiente mudéjar directamente inspirados en los palacios andalusíes; de esta forma demostraban nuestros aristócratas su calidad social y la ostentación de su linaje. Muy comunes en el siglo XV, se conocen también algunas casas señoriales de fines del siglo XIV; la de los Tovar construida en Cevico de la Torre (Palencia) hacia 1390 que conserva dos alfarjes con decoración pintada; la de los Fernández de Velasco en Medina de Pomar (Burgos), entre 1367 y 1385, con restos de yesería con inscripciones en árabe y latín y la que nos ocupa de Curiel, de pérdida si cabe más dolorosa pues se conserva íntegra hasta 1920.

En fecha tan tardía, la construcción adoptó mayor empaque de palacio que de fortaleza, pero simultaneando ambos oficios, uno en el interior, otro en el aspecto externo. Por fuera, el castillo de Curiel era una robusta y sobria mesa de sillería, muy cúbica de líneas, con matacanes y ventanas geminadas con arquitos – recortados en un mismo sillar– sobre parteluz. Su planta, prácticamente cuadrada, con torres en los ángulos, la más importante y sólida la del Oeste. Las puertas, de arcos apuntados, situada la principal en el muro septentrional, y, sobre ella, con blasón del fundador, la inscripción copiada. La distribución del castillo era ingeniosa, descentrado su patio hacia el Sur y dispuesto de manera que por este lado se lograse una vista escalonada del paisaje. Este patio era de columnas ochavadas, bajo zapatas y modillones de madera, de indudable sabor morisco. Al sur llevaba dos puertas ojivales sin adornos, con matacanes de defensa superiores, la principal, de "estilo árabe, forrada con cuero de buey y encima barrotes de yerro y grandes clavos", al decir de Martínez Alcubilla. Los huecos de mayor interés, al sur, dos pertenecientes al gran salón de la casa, ajimezados, otro abierto en la torre suroeste que domina el conjunto, más pequeño e igualmente geminado. Las restantes ventanas, rectangulares, con rejas, son posteriores.
En el interior del palacio contrastaba la solidez del sillarejo granítico empleado en el exterior con una indudable modestia de materiales –adobe y ladrillo– en la organización interna. Lo destinado a palacio se organizaba en tres crujías a lo largo de otros tantos lados del patio. Eran tres los salones decorados, y el más importante o de honor, uno de 60 x 25 pies, cubierto por artesonado y decorado con yeserías moriscas, bellísimas en el molduraje de sus cuatro puertas.

Patio del Palacio-Fortaleza
Portada con yeserías del Gran Salón
Puerta principal del Gran Salón
Al inmueble se accedía a través de un zaguán en cuyas puertas y frisos, como en los de un aposento a la izquierda. Antón recuerda yeserías mudéjares muy dañadas, con alfiz e inscripciones arábigas. Similar ornato presentaba el ingreso que del portal daba al patio, elemento ordenador de la casa, que no debía de encontrarse en buen estado en 1862 cuando adquiere el inmueble Martínez Alcubilla pues "extrajo más de quinientos carros de escombros". Patio de dos pisos "y buenos sótano", recompuesto el siglo XVI, con columnas ochavadas bajo zapatas y modillones labrados de madera; descentrado hacia el este, se disponía de forma que por este lado, más bajo, se lograse una vista escalonada del paisaje, vista a pleno campo que se realizaba desde una galería de arcos con antepechos abiertos en el muro de levaje. Según Antón dicha galería -o solana- se cubría con una riquísima armadura policromada, con las armas de Castilla y León.

Puerta con yeserías del Gran Salón
Yeserías de uno de los aposentos
Fragmento de yesería en el Museo Etnográfico de Curiel
En el segundo piso y tras cruzar alguna estancia en ruinas, se entraba en el gran salón de 58 pies de largo por 24 de ancho, verdaderamente magnífico, bien iluminado por los antedichos ajimeces y con una soberbia techumbre, "donde resplandece el lujo de aquel tiempo especialmente en pinturas" (Martínez Alcubilla). Poco debía quedar de todo ello cuando escribía Antón en 1918, pues sólo describe las yeserías, de fuerte sabor toledano, de las puertas que se conservaban "regularmente". La principal, túmida, trasdosada de lóbulos y con ataurique y leones pasantes en las enjutas. Paños a izquierda y derecha con círculos entrelazados y por bajo de cada uno de estos paneles, decoración geométrica con cardinas, arquillos ciegos y apuntados. Por cima, panel de tres registros rectangulares, el central con ataurique y círculos entrelazados, los laterales con lacería. Enmarcándolo todo, cinta epigráfica a guisa de alfiz con "Ave María" en caracteres góticos. Una segunda puerta adintelada lucía el mismo panelado tripartito, el centro, esta vez, con lazo y los laterales con círculos adornados con cardinas. En las jambas paños con flores y pájaros revoloteando, de tradición califal. Frente a ella se encontraba la chimenea, desaparecida ya en 1918. La techumbre parece que fuera de par y nudillo (artesón con tirantes).
Otras armaduras, más o menos maltrechas, registra Antón en el palacio, entre las que destaca el alfarje de la denominada Sala Dorada que "se conserva bien" y otro "con pinturas de pajes, caballeros y damas en el friso..." que quizás corresponda con los aliceres polícromos de temas similares del Museo Arqueológico Nacional. Pérez Higuera lo interpreta como una adaptación de las galerías reales en el arrocabe de ciertas techumbres como la del Salón Real en el Alcázar de Segovia, metáfora de la bóveda celeste asociada al poder del soberano.

Armadura del Palacio
Restos de armaduras y aliceres del Palacio
Foto tomada de http://ceres.mcu.es
Foto tomada de http://ceres.mcu.es
El abandono administrativo y destrucción del palacio de los Estúñiga ya en pleno siglo XX fue uno de los mayores atropellos patrimoniales que se han producido en Valladolid, y no es que hayan sido, y sean, pocos precisamente.
A finales del siglo XV, los Estúñiga, señores y duques también de Béjar, fijaron aquí definitivamente su residencia y el palacio comenzó un proceso de fosilización que, a pesar de las inevitables reformas, se mantuvo intacto hasta 1920. La Casa de Béjar fue absorbida por la de Osuna en 1777. Mariano Téllez-Girón, XII duque de Osuna, acabaría vendiendo el edificio en 1862 -íntegro y ricamente amueblado- a Indalecio Martínez Alcubilla que lo guardó con esmero y escribió en 1866 una cuidadosa monografía presentada a la Academia de la Histórica. En 1869 donó al recién creado Museo Arqueológico Nacional un conjunto de siete aliceres pintados precedentes de una de las techumbres. Porque, dice Alcubilla: "Los monumentos de mucha antigüedad y notables hechos históricos que en ellos han tenido lugar, deben adquirirse por el estado para procurar su conservación. Tiempo es todavía de ello...".

Detalles de los aliceres y armaduras. Foto tomada de http://ceres.mcu.es
Foto tomada de http://ceres.mcu.es
Foto tomada de http://ceres.mcu.es
Foto tomada de http://ceres.mcu.es
Pero no hubo tiempo: Alcubilla enajenará sus propiedades de Curiel al valenciano Rafael Yagüe. Yagüe muere en 1899 y sus hijos venden primero el castillo (1904) y luego el palacio (1909), justamente el momento en que Francisco Antón lo describe y fotografía sus yeserías para terminar diciendo que "pronto será sólo un montón de polvo y un recuerdo más".
En 1920, sin cortapisa alguna, fueron pulverizadas brutalmente -al decir de Gaya Nuño- las yeserías mudéjares que hoy yacen sepultadas entre los escombros de la fortaleza, algunos de cuyos vestigios han podido ser recuperados por Salvador Repiso y se custodian en el Museo Etnológico de Curiel. Las armaduras, por su parte, fueron adquiridas por el anticuario madrileño Lafora (que años antes había protagonizado otro caso muy sonado de expolio con la venta del bote califal de la catedral de Zamora) y actualmente se encuentran en el Alcázar de Segovia, sala vizconde de Altamira y en sus talleres de restauración, y en colecciones particulares de California y de Santiago Estepona (Barcelona); restan además algunas tablas de peor calidad en el pueblo (Museo) y reaprovechadas en casas particulares donde también se han reutilizado las puertas. Por fin, la columnata del patio fue comprada por el conde de Las Almenas que la montó en su finca "Canto del pico", en Torrelodones (Madrid). Ni una sola autoridad, se duele Gaya Nuño, movió un dedo por detener tamaño desaguisado. Aparte alguna protesta desde Valladolid, en publicaciones dedicadas al arte, no se editaron sino póstumas lamentaciones en la revista Arquitectura, de García Piñel en 1920 y Torres Balbás en 1923.

Estado actual de lo que subsiste del Palacio-Fortaleza
A día de hoy no se conservan más que los cuatro paredones externos, se han cegado algunos vanos y, arruinados los tejados que cubrían el conjunto, es posible observar el parapeto de almenas en su disposición original. Hace años se construyó intramuros la casa del maestro y médico, hoy abandonada..
Comentaba, con toda la razón, el ilustre historiador del arte Juan Antonio Gaya Nuño que “un palacio morisco del porte y calidad del de Curiel, no hubiera debido permanecer ignorado por las altas esferas de la política española de Bellas Artes. Pero, aun admitiendo semejante ignorancia, el hecho del derribo, en tiempos ya tan recientes como los años 1919 y 1920, imposible de consumarse sin conocimiento de toda clase de autoridades vallisoletanas, debiera haber sido parado a tiempo, con toda la firmeza y aún dureza que el caso exigía (…) desapareció así, no un castillo, que como tal no reunía demasiados méritos aparte los de su buena conservación, sino un delicioso palacio cuatrocentista mudéjar cuya finura de mano le deparaba posición preeminente en dicho momento artístico”.

BIBLIOGRAFÍA
  • DUQUE HERRERO, Carlos: Rutas del Mudéjar en la Provincia de Valladolid, Castilla Ediciones, Valladolid, 2005.
  • GAYA NUÑO, Juan Antonio: La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, Espasa-Calpe, Madrid, 1961.
  • REGUERAS GRANDE, Fernando y SÁNCHEZ DEL BARRIO, Antonio (coord.): Arte mudéjar en la provincia de Valladolid, Diputación de Valladolid, Valladolid, 2007.

7 comentarios:

  1. Realmente a veces me pregunto si soy masoca, pues es ésta una de las secciones que más me gustan del blog y a la vez, ver esas imágenes solo me sirve para recordar lo estúpidos que llegamos a ser cuando el dinero anda de por medio. Pero resulta incluso más doloroso pensar que hay cosas que se destruyen sin motivo, como las yeserías de las puertas. Habría sido más rentable vendérselas al V&A o a cualquier museo estadounidense pero simplemente se machacan supongo que derribar todo cuanto antes y obtener materiales de construcción.
    Gracias por las imágenes de un lugar que desconocía completamente aunque ya no pueda visitarlo (supongo que como se suele decir sarna con gusto no pica) y por la completa documentación que aportas, siempre acompañada de bibliografía, lo cual es muy de agradecer.
    Saludos,
    Boro.

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  2. Es lamentable que esto haya podido suceder.que no hubiera alguien que lo pudiera proteger

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  3. Rafael Ramos pudo rehabilitarlo como Residencial Real de Curiel en el 2003 para deleite de turistas,una gran labor
    mucho esfuerzo y con beneficios quizas para sus nietos.

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  4. Rafael Ramos Cerveró hizo un más que discutible pastiche con los resots del castillo de arriba, pero éste es el castillo-palacio de los Zúñiga, que está abajo, en el pueblo

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  5. Desde la D.G. de Patrimonio hace unos pocos años se promovieron diversas campañas de excavación arqueológica que permitieran documentar las zonas desaparecidas. Los datos permanecen inéditos.

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  6. hermosa coleccion de historia, grcias por compartir.

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  7. Nadie paró este atropello como muchos otros realizados en Castilla y Lo más doloroso es saber que no somos ya protagonistas de nuestra historia.Nos la han arrebatado y cuando tomamos conciencia siempre hay algún memo que nos rebaja de categoría.Los castellanos debemos creer en nuestra energía, en nuestra historia. Somos una comunidad superhistórica. Deberíamos tener un día dedicado al atropello histórico sufrido

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