lunes, 8 de junio de 2015

EXPOSICIÓN: LA BELLEZA DEL MODERNISMO. Obras del Museo del Modernismo de Barcelona


Durante los próximos dos meses se celebra en la Sala Municipal de Exposiciones de “la Pasión”, en la calle del mismo nombre, a la vera de la Plaza Mayor, una magna exposición que aborda el Modernismo catalán; y más concretamente el desarrollado en la ciudad de Barcelona. En ella se pueden ver obras de algunos de los artistas más importantes de este movimiento, no solo a nivel local o nacional, sino internacional: Josep Llimona, Ramón Casas, Antoni Gaudí, Joaquim Mir… Como enamorado del Modernismo, de la ciudad de Barcelona y del arte catalán, quiero con este post animaros a que vayáis a verla. ¡Os va a encantar! Además, os recomiendo que si estáis interesados y tenéis tiempo acudáis a las visitas guiadas que se realizan, la guía que realiza la visita lo hace simplemente genial; gracias a su interesante explicación me surgió la idea de hacer este post. Los textos están extraídos del folleto que se entrega al comienzo de la exposición:


LA BELLEZA DEL MODERNISMO. OBRAS DEL MUSEO DEL MODERNISMO DE BARCELONA
Organizada por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid en colaboración con el Museo del Modernismo de Barcelona y Aurea Cultural i Art, la muestra presenta pintura, dibujo, carteles, escultura, mobiliario, marquetería, vitrales…, piezas pertenecientes al citado museo, que por primera vez exhibe un conjunto amplio de sus fondos fuera de su sede barcelonesa.
La exposición refleja la gran creatividad del Modernismo, movimiento complejo y variado que se desarrolló en Cataluña entre los años ochenta del siglo XIX y finales del primer decenio del XX, que se manifestó no solo en las artes plásticas (arquitectura, pintura, escultura, artes decorativas) sino en otros ámbitos de la cultura catalana como la literatura, la música o el teatro, y que surge como expresión de una voluntad de adecuar el arte y la cultura a una nueva realidad social, de crear un estilo propio y equipararlo a una corriente cultural que con nombres diferentes aparece en distintos lugares de Europa y que se identifica con la modernidad, de ahí su nombre.
La muestra pone de manifiesto la amplitud de este movimiento y la complejidad de la producción artística de la época, que no coincide con una única expresión estética, ya que en ella conviven estilos diversos y contradictorios.
El itinerario expositivo se inicia con Alexandre de Riquer, magnífico exponente de creador modernista –dibujante, pintor, grabador, escritor– y, junto con Santiago Rusiñol, el introductor del Simbolismo plástico en Cataluña. De este artista se exhiben dos óleos de gran formato, que pueden incluirse en esta corriente artística, protagonizados por una idealizada figura femenina que se nos presenta integrada en un paisaje de cromatismo suave. Al mismo autor pertenece el cartel de la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas celebrada en Barcelona en 1896, obra significativa puesto que se considera el primer cartel artístico del Modernismo; Alexandre de Riquer lo realizó tras una estancia en Londres en 1894, donde el artista profundizó en la pintura de los prerrafaelitas y en el movimiento Arts & Crafts, percatándose de la importancia del diseño y de las artes decorativas.

ALEXANDRE DE RIQUER
Alexandre de Riquer. Dama en el jardín
Alexandre de Riquer. Dama junto al lago
Alexandre de Riquer. Cartel de la 3ª Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas (1896)
Ninfas de Joan Brull, tanto por la temática como por su cromatismo delicado y sutil, constituyen también un buen ejemplo de la pintura simbolista.

JOAN BRULL
Joan Brull. Ninfas (1899)
De Ramón Casas, impulsor junto con Santiago Rusiñol de la renovación de la pintura catalana a través de las exposiciones celebradas en 1890 y 1891 en la Sala Parés de Barcelona y gran protagonista de la generación modernista, se exhiben cinco obras. Una de ellas es un pequeño retrato de su hermana Elisa, que a menudo posó para él, realizado tras una primera estancia en París. También se exhiben dos de sus característicos dibujos, con una mujer sofisticada y moderna como protagonista, que pueden fecharse entre 1899 y 1903, y que forman parte de los realizados para la revista Pèl & Ploma, publicación financiada por Casas, que era también su director artístico. Escena orientalista protagonizada por Sada Yacco presenta un tema atípico en la obra del pintor, con una composición que responde a las estampas japonesas o ukiyo-e tan de moda en la Europa de finales del siglo XIX. La protagonista es Sada Yacco, actriz japonesa que se hizo famosa en Estados Unidos y Europa por sus representaciones teatrales y que actuó, junto a su marido Kawakami Otojiro, en Barcelona en 1902. Casas realizó retratos al carbón de ambos, publicados en la revista Pèl & Ploma, y seguramente fue entonces cuando pintó este óleo, que recoge una escena de alguna de las representaciones de la actriz en el teatro Novedades barcelonés. La presencia de Ramón Casas en la muestra se cierra con Novicia, un óleo protagonizado también por una figura femenina situada en el monasterio de Sant Benet de Bages, propiedad de la familia Casas. La modelo es Júlia Peraire, su compañera desde 1906 y con la que contrajo matrimonio en 1922.

RAMÓN CASAS
Ramón Casas. Escena orientalista protagonizada por Sada Yacco (h. 1902)
Ramón Casas. Dama vestida con gabardina y rocado (Pel & Ploma) (h. 1899-1903)
Ramón Casas. Novicia
Ramón Casas. Retrato de Elisa Casas (h. 1883)
Ramón Casas. Dama con paraguas (Pèl & Ploma) (h. 1899-1903)
Joaquim Mir está presente en la exposición con el magnífico paisaje datado en 1898, en l época en que el artista formaba parte –junto con Isidre Nonell, Ricard Canals, Ramon Pichot, Joaquim Sunyer, Juli Vallmitjana y Adrià Gual a de La Colla del Safrà, nombre con el que se denominó al grupo por el color amarillento, azafranado, que predominaba en muchas de sus obras. Influenciados por la pintura plenairista que Casas y Rusiñol habían traído de París en 1890 y huyendo de la rigidez de los principios académicos que dominaban el ambiente artístico, estos jóvenes salieron de las aulas y talleres para pintar al aire libre y buscaron sus temas en paisajes suburbiales, humildes y sin historia de la ciudad de Barcelona, como el paisaje de Joaquim Mir de Sant Genis dels Agudells en un día de romería.

JOAQUIM MIR
Joaquim. Mir. Sant Genis dels Agudells (1898)
De carácter bien distinto son los otros dos paisajes que se exhiben: un magnífico óleo de carácter simbolista de Enric Serra, que forma parte de los que el artista pintó en las Lagunas Pontinas y que alcanzaron un gran éxito en la época, y uno de los característicos paisajes de Modest Urgell, que emana soledad, melancolía y la persistente presencia de la muerte, todo ello expresado con técnica relista, y que sitúa al pintor como un precursor de la pintura idealista y, por tanto, del Simbolismo que se desarrollaría durante el periodo modernista.

ENRIC SERRA
Enric Serra. Lagunas Pontinas (h. 1898)
Modest Urgell. Paisaje
Como ya hemos mencionado, la época del Modernismo no coincide con una única expresión estética, ya que en ella conviven estilos diversos y contradictorios. Esto se manifiesta en la exposición mediante la inclusión de obras de género como Joven con cántaro de Laureà Barrau, amigo y compañero de Casas en algún viaje por Andalucía y en una estancia en París; y Familia de pescadores en la playa de Ricard Brugada, artista establecido en Sevilla que alcanzó el éxito con una pintura centrada en temas pintorescos y de costumbres.

LAUREÀ BARRAU
Laureà Barrau. Joven con cántaro (1910)
RICARDO BRUGADA
Ricardo Brugada. Familia de pescadores en la playa (1895)
En cuanto a la escultura, a partir de finales del siglo XIX, tal como sucedió en la pintura, también busca un camino que la aproxime a las innovaciones que se producen en Europa, alejándose del realismo y el anecdotismo dominante en el ochocientos y expresándose esencialmente a través de formas simbolistas. La primera comunión, obra de fuerte idealismo de Josep Llimona, es un excelente ejemplo de la producción de este escultor, considerado como el más importante del periodo modernista; idealismo que se halla presente también en Ave María de Eusebi Arnau. Ambos artistas pertenecían al Cercle Artístic de Sant Lluc, asociación de ideología católica que buscaba la modernización del arte pero dotándolo de un contenido moral.

JOSEP LLIMONA
Josep Llimona. La primera comunión (1897)
EUSEBI ARNAU
Eusebi Arnau: Ave María (1890)
Uno de los aspectos más difundidos del Modernismo, el decorativismo Art Nouveau, se evidencia en las delicadas terracotas policromadas de Lambert Escaler, serenos rostros femeninos de cabellos ondulados y expresión serena; en el jarrón de Dionís Renart, donde la figura femenina aparece integrada con el recipiente; en la escultura para un espejo del joven Pablo Gargallo, y en Danza, terracota de Joan Rodon Fabrés.

LAMBERT ESCALER I MILÁ
Lambert Escaler i Milá. Maleina (h. 1893)
Lambert Escaler i Milá. Plenitud (h. 1901)
Dionís Renar. Jarrón con figura femenina (h. 1900)
PABLO GARGALLO
Pablo Gargallo. Marco de espejo con joven y lirios (h. 1903)
JOAN RODON FABRÉS. Danza
Este mismo decorativismo Art Nouveau es el que se manifiesta en los magníficos plafones de marquetería de Gaspar Homar y Joan Busquets, donde de nuevo encontramos delicadas figuras femeninas como protagonistas.
El mobiliario está ampliamente representado en la exposición a través de piezas de figuras tan significativas como Joan Busquets, Gaspar Homar y Antoni Gaudí. Del primero se presentan diversas piezas que constituyen un buen ejemplo del gran desarrollo alcanzado por las formas modernistas aplicadas al mueble: encontramos desde piezas de un tamaño considerable como un paragüero donde destaca la utilización de la típica línea coup de fouet y la cerámica, hasta un escritorio femenino, pieza de carácter intimista, una mesa auxiliar cuyo diseño muestra una cierta influencia de Antoni Gaudí o un biombo con la representación de tres figuras femeninas realizadas con un delicado trabajo de marquetería.
Un buen exponente del trabajo de Gaspar Homar, de la utilización de la marquetería aplicada al mueble, se encuentra en la cama de caoba que presenta en el cabezal una virgen coronada de estrellas y rodeada de ángeles, y en los pies, otra imagen femenina rodeada de pájaros, en cuya realización se utilizaron dieciséis maderas distintas.

GASPAR HOMAR
Joan Busquets. Banco
Joan Busquets. Armario
Joan Busquets. Paragüero
Gaspar Homar. El ángel del sueño (1910)
Joan Busquets. Sofá (h. 1900)
Joan Busquets. Biombo con tres figuras femeninas (h. 1910)
Joan Busquets. Escritorio femenino (h. 1900)
Gaspar Homar. Cama con la imagen de una virgen coronada de estrellas y rodeada de ángeles (h. 1910)
Gaspar Homar. Panel de marqetería con figura femenina (h. 1903)
Gaspar Homar. Panel de marquetería con figura femenina (h. 1901)
Joan Busquets. Ninfa con paisaje (h. 1911)
Joan Busquets. Mesa auxiliar (h. 1899)
Joan Busquets. Mueble de recibidor (1904)
Antoni Gaudí, en su faceta de diseñador que incorpora la adaptación del mobiliario al cuerpo humano, buscando funcionalidad y comodidad sin renunciar a una intencionada expresividad, está presente en la exposición con una silla perteneciente al comedor de la casa del escultor Josep Llimona –amigo del arquitecto con quién colaboró en la realización del retablo para el oratorio de la Casa Batlló– y con la silla de la sala de juntas de la Casa Calvet.

ANTONI GAUDÍ
Antoni Gaudí. Silla de comedor (h. 1890)
Antoni Gaudí. Silla para la sala de juntas de la Casa Calvet (diseñada hacia 1900)
Pintura, escultura, mobiliario… todo ello expresa con rotundidad esa búsqueda de la belleza que el Modernismo persiguió y que caracteriza toda una época.

MUSEO DEL MODERNISMO, BARCELONA
A finales del siglo XIX surgió un movimiento rabiosamente innovador y que rompió con una tradición estancada en unos preceptos academicistas que dejaron de ser suficientes para una población que demandaba el cambio. Un movimiento artístico tan particular y heterogéneo como el Modernismo no puede desvincularse de los sucesos y procesos históricos que en la segunda mitad del siglo transformaron profundamente la sociedad y la cultura. En un corto lapso de tiempo, Europa experimentó numerosos acontecimientos y avances históricos como la llegada de las nuevas tecnologías y las revueltas populares; en el ámbito español, además, calaron hondamente las consecuencias de la emancipación de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, iniciándose un largo camino de decadencia política. Uniendo la decepción con un estado general de pesimismo, las ansias de renovación se volvieron urgentes y, ante ello, la nueva clase burguesa surgida tomó el liderazgo.

Josep Llimona. Virgen Inmaculada (1914)
Esta burguesía estaba formada sobre todo por nuevos comerciantes e industriales, cada vez más atrevida, cada vez más dispuesta a invertir, a apostar por los nuevos aires de cambio y los estilos llegados de otros países el Viejo Continente. Poderosa económica y socialmente gracias al enorme desarrollo y potenciación de la industria, sobre todo en Cataluña, esta nueva clase auspició la apertura de la ciudad de Barcelona, bandera del movimiento modernista, al mundo y al nuevo arte. En este proceso fue esencial la construcción del Eixample, ampliación favorecida por la aprobación del Plan Cerdá. De ello no solo resultó la extensión de los límites de la ciudad, sino que surgió la oportunidad de generar nuevos y modernos edificios, repletos de nuevos y modernos objetos y obras de arte esenciales para comprender estos cambios en los gustos y la estética de la época: el ansia, no solo de renovación, sino también de diferenciación, jugó un papel imprescindible en la forja del Modernismo.
Vidriera decorativa con decoración vegetal
Son numerosos los acontecimientos que hicieron de Barcelona esta ciudad en auge, esta ciudad que conocemos por su trayectoria artística tan fructífera y tan señera. Antes que enumerarlos todos, es esencial entender que esta cantidad importante de cambios que se sucedieron tan veloces como los nuevos medios de transporte estimularon la vida artística de la sociedad en todos sus ámbitos y entre todas sus clases sociales. Uno de los aspectos que más incidencia tuvo en esta época fueron las exposiciones artísticas, que sentaron las bases de los nuevos preceptos estéticos y provocaron que las ideas fuesen viajando entre países e, incluso, entre continentes. La Exposición Universal de 1888 abrió las puertas de Barcelona al resto de Europa, y la marea de ideas, nuevas técnicas y diseños autóctonos comenzaron a llegar a otros lugares haciendo que el Modernismo iniciara su fructífera e influyente aventura internacional.
El potencial económico que generó la industria creciente gestó una nueva clase social adinerada e interesada en el arte hasta tal punto que las propias viviendas adquirieron con su decoración un gusto y refinamiento antes nunca visto.

Josep Llimona. Cabeza de mujer
Otro hito de nuestro movimiento es el que se desarrolló a nivel doméstico. Las grandes ideas estéticas que circulaban sin cesar se plasmaron no solo en los edificios o los encargos de mayor alcance social y geográfico, sino en los objetos que rodeaban la vida cotidiana de la sociedad modernista. El potencial económico que generó la industria creciente, y que fue la que gestó la nueva clase social burguesa, tuvo dos consecuencias: por un lado, esta nueva clase, adinerada e interesada en invertir en arte, potenció la decoración de sus propias viviendas, acorde con los nuevos gustos y de un refinamiento fuertemente innovador; por otro lado, los avances en los procesos de producción y la mejora de sus técnicas abarataron los costes y aumentaron la funcionalidad, haciendo llegar el arte a cualquier rincón de la sociedad.
Además, uno de los aspectos que confieren al Modernismo su carácter es el simbolismo. La búsqueda de la belleza y símbolos en la naturaleza fueron los ejes estéticos fundamentales, y la mujer, el icono por excelencia. Las figuras femeninas servirán de inspiración continua para los artistas, aunque dejan sus cualidades anatómicas para fundirse con la naturaleza, para convertirse en ninfas y deidades atemporales, unas veces envueltas en trajes de gran modernidad, otras desnudas, esenciales, místicas, ensalzando sus figuras. También la naturaleza eclosiona con fuerza en las diferentes disciplinas del Modernismo: elementos florales o jardines frondosos son sin duda temas que se reflejan constantemente en las obras de arte y las transforman en algo vivo, orgánico, puro y lleno de esplendor.

Joan Cardona. Noche de baile (h. 1899)
Joan Cardona. La hora del té (h. 1902)
El Modernismo es una oda al color. Una oda a la expresión. Una oda a la curva y la sinuosidad. No solo la pintura y la escultura, sino también el mobiliario y las demás artes decorativas gozan de un desarrollo vital y simbolista. Pensemos que las denominadas hasta entonces artes menores, y que configuraban todo el abanico de las artesanías, dejan de constituir un complemento de la vida cotidiana para alzarse en el podio del arte. Los artesanos son considerados por fin artistas y nacen nuevos oficios y talleres que reivindican una posición dentro de la historia del arte bien merecida. Los diferentes gremios, de fuerte tradición desde la época medieval en Cataluña, se alinean para implementar la nueva corriente modernista, y la colaboración entre artistas será el germen de los bellos ejemplos que el tiempo nos ha legado.
La personalidad del Modernismo, determinada por la historia y sus gentes, nos introduce en la diversidad del pensamiento humano y en las metas que los artistas se impusieron con tal de generar un antes y un después en el arte, y, sobre todo, una base sobre la que construir el nuevo mundo.

Joan Llaverías. Real Club de Barcelona (h. 1902)
Joan Llimona. V Exposición Internacional de Arte (1897)
Actualmente, los estudios se encuentran en pleno auge de redescubrimiento del Modernismo, otorgándole el valor que se merece. Las instituciones culturales deben velar por el arte y, en este sentido, el Museo del Modernismo de Barcelona es una entidad que trata, precisamente, de proteger estos valores, estas obras de arte, y hacerlas visibles para el público. Desde su apertura, hará ya cinco años, el museo mima su colección, la conserva y la expone para ofrecer a la sociedad un conjunto inigualable de obras modernistas de los artistas más significativos. Mobiliario, pintura, escultura y las más diversas artes decorativas se reúnen para dar, en su conjunto, el contexto ideal para esta época de cambio y renovación, de símbolos y esplendor.
Este legado se hace patente, se hace actual y se redescubre en eventos como el presente. Celebramos el quinto año de vida del Museo del Modernismo con una nueva exposición permanente en la sede del museo, en Barcelona, y, paralelamente, con esta muestra en el Museo de la Pasión, al que agradecemos la ocasión que bringa al albergar la primera exposición que está conformada únicamente con obras del fondo de la colección de nuestro museo, y así rendimos homenaje a un arte esencial para nuestra historia y vital para nuestros sentidos.

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