En
la Sala de Exposiciones de la Casa Revilla de Valladolid, junto a la Casa de
Zorrilla y el Museo Nacional de Escultura, se celebra durante unos pocos días (demasiados
pocos para la FIGURA a la que dedican la muestra) una exhibición que muestra
parte de la obra más reciente de Venancio Blanco. ¿Qué quién es Venancio Blanco?
Sin lugar a dudas el escultor decano de Castilla y León, el último vivo de los
míticos escultores que ha producido esta tierra durante el siglo XX, que no
fueron pocos. En definitiva, toda una “Institución” de las artes
castellanoleonesas. Vaya aquí un pequeño homenaje a este escultor que tanto admiro.
Esta
exposición que inició su itinerancia en el Auditorio de San Francisco de Ávila,
organizada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en colaboración
con la Fundación Venancio Blanco dentro de la conmemoración del V Centenario
del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, acoge medio centenar de dibujos
realizados en servilletas de bar, de 12 x 8,5 cms., en las que el escultor
Venancio Blanco recoge a diario sus inquietudes y aquello que le llama la atención,
mientras disfruta de una taza de café con leche en uno de los bares cercanos a
su taller; un soporte sencillo, efímero para recoger la frescura, la libertad y
el buen dibujo.
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Flores (2012) |
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Santa Teresa (2013) |
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Santa Teresa (2013) |
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Santa Teresa (2014) |
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Santa Teresa (2003) |
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Santa Teresa (2014) |
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Santa Teresa y San Juan de la Cruz (2014) |
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San Juan de la Cruz (2002) |
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San Juan de la Cruz (2014) |
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Santa Teresa (2014) |
La
exposición “Desayuno con dibujo”, también acoge cinco esculturas religiosas, un
temática recurrente que marca la singularidad de su trayecto en el que hay que
señalar el
monumento a Santa Teresa en Alba de Tormes, y un museo en el alrededor
madrileño dedicado a sus esculturas sacras. El año 2013 recibió el encargo de
las Carmelitas de Alba de Tormes para realizar otra escultura de Santa Teresa,
y ello le llevó a producir numerosos dibujos en los que “sueña” distintas
situaciones de Teresa en su camino fundacional y en su labor como escritora.
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Árbol (2004) |
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Maternidad (2014) |
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Maternidad (2014) |
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Homenaje a Häendel. Acuática (1996) |
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Toro (2014) |
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Retrato de Juan Belmonte (1971) |
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Suerte de varas (2014) |
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Suerte de varas "Burladero" (2007) |
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Reposo (1980) |
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Maternidad de la silla "Escuela " (1970) |
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Escultura (2013) |
VENANCIO
BLANCO. BIOGRAFÍA
Venancio
Blanco nace en Matilla de los Caños (Salamanca) el 13 de marzo de 1923. Su
infancia tuvo lugar entre dehesas y toros bravos por ser hijo de José Blanco,
mayoral de las ganaderías de Argimiro Pérez Tabernero, y por si fuera poco en
lugar cercano al de otros toros famosos “los Toros de Guisando”. De aquí, sin
duda, nació su amor por el mundo de los toros, el cual podemos verlo plasmado
en sus dibujos y esculturas de toros y toreros.
A
los ocho años se traslada con su familia al vecino pueblo de Robliza de Cojos,
descubriendo por primera vez los “santos” del retablo de su iglesia”; santos
que, como Venancio confiesa, primero fueron sólo eso, santos, y luego “esculturas”
cuando supo repensarlos. Desde estos primeros años manifiesta una clara
inclinación por los trabajos artesanales. En 1937, en plena Guerra Civil, el
Ayuntamiento de Robliza el concede una pensión para ampliar estudios que le
permite matricularse en la Escuela elemental del Trabajo de Salamanca. Se
traslada a dicha ciudad, residiendo en casa de unos tíos, con la intención de
estudiar dibujo lineal, forja, ajuste mecánico, hojalatería y ebanistería. Decidido
a orienta su vida hacia el mundo de la madera, Venancio comienza a asistir por
las noches a la Escuela de Artes y Oficios, en la que terminará por
matricularse. Allí se produce un gran descubrimiento: el dibujo artístico y la
escultura, asignatura de la que era profesor Soriano Montagut. Este
descubrimiento del arte y muy especialmente de la escultura, supondrá un
verdadero giro para su vida.
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Sagrada Cena |
Al
descubrimiento de la práctica artística verificada por Venancio se unirá,
colaborando de forma decisiva a dar solidez a la decisión ya casi tomada del
joven salmantino, el premio obtenido en 1941 en la 1ª Exposición de Educación y
Descanso. Había presentado dos retratos que obtuvieron cuarto y noveno premio,
lo que le permitiría viajar a Italia; a una Italia en guerra, hecho que hará
que parte de su familia se oponga. Para un joven de apenas 18 años un mes por
tierras italianas, visitando Roma, Orvieto, Perugia, Asís, Florencia, Pisa y
Milán, supuso traer en la retina de imágenes y una idea de un punto pretenciosa
pero perfectamente explicable tas la estancia en “la Gloria”: “el arte había dejado de tener secretos,
ahora faltaba el trabajo”. Esto va a suponer un importante avance en su
obra, más por lo que el hecho le aporta de seguridad en sí mismo y de
reconocimiento a sus muchos y grandes esfuerzos, que por lo que entonces puede
investigar de los grandes maestros del pasado. Observaría principalmente a
Donatello, Ghiberti y Miguel Ángel. Y también se interesaría por maestros
contemporáneos como Marino Marini, Giacomo Manzù y Arturo Marini, aunque luego
no recordará sus nombres.
Venancio
regresa a Salamanca para continuar sus estudios en la Escuela de Artes y
Oficios, trabajando en ocasiones como ayudante de Soriano Montagut o Damián
Villar. En 1942 realiza las pruebas de acceso y, tras ser aceptado, ingresa al
año siguiente en la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando. Una Beca
de la Diputación de Salamanca le va a permitir costearse su estancia en Madrid.
Realiza brillantemente su carrera. Aprovecha el tiempo y trabaja, consigue los
premios: Molina Higuera, Aníbal Álvarez y Carmen del Río.
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Monumento al torero Juan Belmonte. Sevilla |
Al
terminar sus estudios en San Fernando en 1948, Venancio permanece en Madrid y
va saliendo adelante como puede. Picó a la puerta de Talleres de Arte –los “Talleres
del Cura”, como eran conocidos en Madrid–, empresa creada por el sacerdote
asturiano Félix Granda Buylla y que se dedicaba desde principios de siglo al
arte sacro, con la intención de entrar en su sección de talla, pero no fue contratado,
por lo que se vio obligado a realizar trabajos para algunas tiendas de Serrano,
fundamentalmente para Hipola, y para una fábrica de porcelana que a la postre
habría de llevarse sus ahorros. En esta coyuntura entra ya en escena una
persona clave en la trayectoria de Venancio: su hermano Juan. Vendrá ahora
reclamado por el hermano mayor para ayudar en el trabajo a Venancio, pues la
demanda de piezas decorativas era importante, pero habrá de ser poco más tarde
un colaborador incansable y extraordinario dominador del oficio y sus técnicas
cuya huella puebla las principales esculturas del artista. Pocas son las obras
que Venancio ha realizado hasta este momento, y las que pueden contarse, están
dentro de los módulos académicos, algunos retratos, y algunas obras de carácter
religioso, nada más. Las esculturas religiosas de Venancio en sus primeros
tiempos, surgen conforme a la posibilidad de entender la religiosidad en la
España de la postguerra. Para cualquier artista que iniciara en aquellos
tiempos escultura religiosa, existía casi una imposibilidad de hacer algo de
acuerdo con el siglo XX.
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Monumento a San Francisco de Asís. Salamanca |
Desde
los últimos cuarenta y primeros cincuenta le había ido llegando algunos
encargos escultóricos, casi siempre de carácter religioso, que había resuelto
con destreza, pero que sólo tímidamente iban dando muestras de un intento de
renovación. En cualquier caso, está claro que desde sus inicios Venancio no se
decanta por la senda servil del “neo”, fundamentalmente neo-barroco, tan del
gusto del público y escultores entonces.
1953
marca un punto de inflexión. Once años de trabajo sólo habían acrecentado las
ansias de escultura de Venancio, y esas ansias se desbordan en otoño, al participar
de la nueva escultura italiana expuesta en el Retiro. Desde entonces Manzù y
Marino Marini se convertirán en referentes básicos para su obra.
La
primera exposición individual de Venancio Blanco llega en 1955 y tiene por
marco la Sala Municipal de Arte de Córdoba, tierra especialmente querida para el
salmantino por las raíces cordobesas de su esposa y la amistad con el pintor
Povedano. Tenía entonces su estudio en el nº 27 de la calle María de Molina.
Desde este año el toro se convierte en vehículo de su investigación escultórica.
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Monumento a Santa Teresa de Jesús. Alba de Tormes |
En
febrero de 1957 contrae matrimonio en la parroquia de San Lorenzo del Escorial
con María Pilar Quintana Iglesias y, gracias a una bolsa de viaje concedida por
el Ministerio de Educación Nacional, emprende una nueva visita a Italia. El
viaje resulta un verdadero aprendizaje; una lección constante de escultura
antigua y moderna que se dejará ver en la muestra del Ateneo de Madrid de 1959.
En opinión de Ortega Coca, le sirvió para acercarse a los estilos arcaicos y
muy especialmente el arte etrusco, “que
rimaba perfectamente con los gustos de Venancio durante aquellos años”. En
el fondo estamos ante una búsqueda de la renovación por la vía del carácter
elemental y sintético del arte “primitivo” que permanece como alternativa
válida desde que lo descubrieran las vanguardias históricas. En 1958 viaja a
París, importante en tanto que supondrá la posibilidad de contacto con la más
estricta vanguardia. Subraya el artista dos nombres: Rodin y Maillol.
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Monumento "Al Vaquero Charro". Salamanca |
En
1959 vuelve a Italia gracias a una beca de la Fundación March y residiendo,
durante la duración de la misma, en la Academia Española de Bellas Artes en
Roma. Este viaje le sirve a Venancio para sentar muchos conceptos y afirmar
vagos recuerdos de sus viajes anteriores, como el realizado a Italia en 1941 en
el que se enfrentó por primera vez con el Renacimiento, o el segundo que tuvo
lugar en 1957. Ahora en 1959, en su visita a Italia va a estudiar algo que le
interesa profundamente: el proceso de fundición. Por estas fechas, Venancio se
ha convencido de su compenetración con la materia más adecuada a su idea y esta
materia será el bronce. El cemento le ha valido, en este interludio de unos
meses, para probarse a sí mismo como escultor. Es además un material de bajo
costo, que sirve bien a las ideas sobre la ruda figuración primitiva que
entonces quiere conseguir. En Italia, frecuente los talleres de Giovanni y
Angeli, de la Vía San Michelle de Trastévere de Roma, fundición
internacionalmente famosa. A partir de su regreso a España, y hasta el momento
actual, Venancio elige, salvo raras excepciones, el bronce como única materia.
El
año 1959 será un crucial para Venancio. Él dice que es el de su primera y
verdadera exposición, realizada en el Ateneo de Madrid. Será una exposición
individual, en ella muestra veintiocho obras en cemento y dos vaciadas en
bronce. En esta muestra conseguirá el Premio de la crítica por la mejor
exposición de la temporada 1958-1959. Y un año después consigue la Segunda
Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes y el Primer Premio de
Escultura al Aire Libre, de la Fundación Rodríguez Acosta de Granada.
Parece
evidente que Venancio inicia la década de 1960 con extraordinaria fortuna. Las
exposiciones, los premios y los viajes se suceden sin interrupción y también
las ventas. Un gran coleccionista de su obra iba a ser el célebre actor Anthony
Quinn, con sensibilidad escultórica y afición a los toros, el que le compre en
1961 y de una sola vez quince esculturas, enterado del hacer del escultor
mientras rodaba una película en España. Posteriormente el actor aumentó su
colección con nuevas obras de Venancio. Pero, ha sido una de sus verdaderas
desilusiones, el no haber aceptado Venancio la venta del gran Nazareno (1963)
que el actor quería adquirir. Parece que Venancio no quiere, en absoluto,
desprenderse de esta pieza obra clave, sin duda, en el conjunto general de su
obra.
En
1962 se le concede la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes
por su obra Torero,
escultura que “contrapone
salientes y huecos con perfecta maestría, al tiempo que aprovecha el efecto
irregular de la rebabas y los poros del metal fundido para dar cumplida
realidad a su escultura innovadora”. Al año siguiente, en 1963, Venancio
realiza una de sus mejores obras, El Nazareno, en dos
versiones, una exclusivamente de hierro y la otra, más cuidada, en hierro y
bronce (190 cms.). La obra se realizó con destino propio, para San Lorenzo de
El Escorial, pero la incomprensión de las autoridades eclesiásticas, desestima
la pieza como inapropiada para el culto.
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Toro |
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Torero |
En
1964, año en que se publica una obra que recupera la figura del escultor Alberto
Sánchez trazando su discurrir creativo desde la renovación neocubista a las
formas orgánicas, Venancio participa de una exposición colectiva en las salas
de la Dirección General de Bellas Artes de Madrid. En esta muestra se encuentra
el germen de un grupo que aglutinará a escultores y amigos que comparten una
forma de entender la escultura. Todos los participantes –César Montaña,
Valverde, García Donaire, Mustieles, Carrilero y Venancio– profesores de
modelado en la Escuela de Artes y Oficios –Venancio accederá por oposición en
1969 comenzando a impartir clases en la Escuela de Artes y Oficios de Moratalaz–
forman un equipo de trabajo e investigación bajo el nombre de “Seis escultores”
que intentaba introducir elementos de renovación en la plástica española y, muy
especialmente, en la enseñanza de la escultura sin abandonar su apuesta por la
figuración. Fruto de la amistad de Venancio con Jesús Valverde será el traslado
del estudio de nuestro escultor desde la calle María de Molina de Madrid a la
calle Cañas en 1974.
También
en 1964 consigue con esta escultura la Medalla de Oro en la IV Bienal
Internacional de Arte Sacro de Salzburgo, la más alta condecoración en el más
acreditado concurso de arte religioso en Europa; y el gran premio de la Bienal
Internacional del Deporte en las Bellas Artes, tras haber hecho de deportes
como el baloncesto o el ciclismo –su obra Ciclistas
será colocada en el Velódromo de Anoeta– tema escultórico. En el mismo año es
condecorado con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil y un año más tarde
gana la Medalla de Oro en la X Exposición de las Artes en Europa, que tuvo
lugar en Bruselas. Este mismo año obtiene nuevos trofeos, organiza exposiciones
dentro y fuera de España y recorre Grecia y Turquía. La visita griega resuelve
una crisis que en ese momento estaba atravesando el artista.
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Picador |
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Don Quijote |
En
1967 llega un hito importante a la carrera de Venancio: el encargo de una serie
de esculturas para la iglesia de Pedro Abad (Córdoba), lugar en el que nació la
fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón. Daniel Sánchez Puch fue el
arquitecto que proyecta la iglesia e intenta dotar a ésta de obras de calidad,
para lo cual cuenta con nuestro Venancio. En el templo irían, al menos, tres
piezas escultóricas: Cristo, Virgen con el Niño y un sagrario. En este año de 1967 recibe el encargo por
parte de Luis Bollaín de realizar un Monumento
al torero Juan Belmonte, al cual Venancio no llegó a conocer. Lo realiza
según documentos fotográficos, y relatos orales. Desde esta fecha hasta su realización
definitiva en 1972, transcurren más de cinco años e infinidad de bocetos, que
en general van simplificando al personaje. El resultado final tiene mucho de
símbolo y de expresión. Este monumento es uno de los cuatro más importantes que
se han encargado al escultor. Los otros tres son: Monumento a San Francisco en el Campo de San Francisco de
Salamanca; el Monumento a Santa Teresa,
junto al convento carmelitano de Alba de Tormes; y el Vaquero Charro en Salamanca.
En
1969 Venancio da fin al encargo de Pedro Abad, al mismo tiempo que, participa
en la X Exposición Bienal del Museo de Middelheim en Amberes, donde su obra
interesa hasta el extremo de ser adquirida su escultura Cante por este importante museo belga. Este mismo año de 1969,
Venancio participó en la Exposición “Cuatro españoles en Oslo” en
Kunstneforbundet (Noruega). En años sucesivos Venancio continúa su febril
actividad artística, que es interrumpida temporalmente en 1972 por sufrir una
hepatitis. Este año su obra La perreta
es adquirida por el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid.
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Calvario |
En
1972 es seleccionado –junto con Chillida, Oteiza y Pablo Serrano entre los
escultores– para formar parte del elenco de artistas españoles que estén representados
en las nuevas salas dedicadas al arte contemporáneo que se abren en los Museos
Vaticanos.
Entre
todas las exposiciones realizadas en estos años es sin duda la celebrada en
1974 en la Sala Santa Catalina de Madrid una de las más importantes de su
carrera, fundamentalmente por su producción de carácter religioso. El artista
reconoce haber dudado cuando se le propuso preparar una exposición de temática
religiosa, pero finalmente se decidió creyendo que quizá fuese posible realizar
algunos planteamientos renovadores y que desde luego valía la pena plantearse
el tema desde un compromiso con los nuevos lenguajes plásticos. Con esta
muestra Venancio va a consagrarse como uno de los más destacados artistas
contemporáneos que lleven el tema religioso a la escultura y muchas de las
obras presentadas en pequeño formato funcionarán como bocetos para la erección de
grandes proporciones, caso de la imagen de Santa
Teresa para Alba de Tormes; el San
Francisco instalado en Salamanca o, andando el tiempo, varias piezas de la
Capilla del Monte del Pilar.
El
día 3 de febrero de 1975, Venancio es elegido académico de Bellas Artes de San
Fernando, para ocupar la vacante del escultor José Planes; dos años después, el
6 de noviembre de 1977, lee su discurso de ingreso en la Academia, con el
título de El taller. La contestación
corrió a cargo de José Camón Aznar.
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Boceto para el Monumento a Saavedra Fajardo |
Bajo
la coordinación de la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y
Museos del Ministerio de Cultura tiene lugar en mayo de 1980 y en el marco del Palacio
de Velázquez del Parque del Retiro una exposición antológica. Al año siguiente,
en 1981, se le ofrece la posibilidad de ocupar el puesto de director de la Academia
Española de Bellas Artes en Roma, cargo que acepta. Su objetivo prioritario era
el de transmitir su concepto de taller, así como la importancia del oficio y la
técnica. Tras su elección como académico de número en Bellas Artes ya había
manifestado sus ideas renovadoras respecto al mundo de la Academia: “Sería muy interesante que la Academia, sin
dejar de ser lo que ya es, ampliase su función. La concibo como el más idóneo
organismo para cuidar lo que ya tenemos, esa extraordinaria riqueza de nuestro
patrimonio artístico, pero, a mi entender, la Academia debería estimular la
investigación y, para ello, nada mejor que el ingreso de gente joven”. La
burocracia terminará por ser más fuerte que el artista, por más que éste dé
probado testimonio de su tenacidad y es imposible llevar a la práctica muchas
de las iniciativas, en parte ensayadas con éxito y por tanto estimuladas en un
curso de verano impartido en la localidad burgalesa de Peñaranda de Duero. Esta
lucha estéril por hacer de la Academia un centro dinámico hace que se
reconcentre en su labor creadora –en el taller de Roma surgen los primeros
pasos de dos obras importantes: el monumento
al Vaquero Charro y el Yacente– y
ofrezca una cercanía de trato que se verá recompensada con el cariño de los
pensionados.
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Alfonso X "el Sabio" |
Con
escasos medios, y convencido de la extraordinaria importancia del dibujo,
Venancio no duda en crear talleres informales de esta disciplina abiertos a
todos los pensionados de la Academia, incluidos restauradores, museólogos, bibliotecarios
e investigadores y favoreciendo con ello un clima de camaradería que recuerdan
con agrado cuantos disfrutaban de la estancia en el Trastévere. Antes de volver
a España, realiza tres exposiciones: en el Palacio Real de Caserta en Nápoles,
en la Academia de Bellas Artes de Roma y en el Colegio Español de Bolonia. Deja
la dirección y regresa a Madrid en 1985 y al año siguiente, junto con el
guitarrista Andrés Segovia, es elegido miembro de la Pontificia Insigne
Academia Artística dei Virtuosi al Panteón.
El
fallecimiento en 1988 de Juan Blanco, hermano y colaborador experto e infatigable,
rompe la dinámica de trabajo que presidiera el taller. A partir de entonces
Venancio se enfrenta a la creación en soledad y deja de fundir sus esculturas,
debiendo conformarse con la asistencia a la función para estar presente en el
momento en que se cortan los yesos, para ver a pie de obra la ejecución de los
moldes o asistir al parto de las piezas.
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Yacente |
En
1992, año en el que artista estuvo presente en la exposición de artistas de
Castilla y León instalada en el pabellón de esta comunidad en la Exposición Universal
de Sevilla, la Fundación Cultural Mapfre Vida realizó en Madrid una exposición
antológica, publicándose un importante catálogo. Será además esta exposición el
primero paso de lo que va a ser un gran proyecto que ocupará a Venancio en los
próximos años. El interés de Mapfre por el Cristo
Yacente desembocará en planteamientos más ambiciosos que terminan por
concretarse en el encargo al artista de una colección de piezas para la Capilla
del Monte del Pilar, capilla privada del palacete de la familia Oriol que
Mapfre acaba de adquirir con la intención de convertirlo en centro de estudios.
A
lo largo de este tiempo será objeto de numerosas exposiciones individuales y
colectivas. La participación con varias obras –Nazareno, Anunciación, Cristo Yacente y El Manzano de San Juan de la Cruz– en el proyecto “Las Edades del
Hombre” para Salamanca de 1993 contribuyó de manera decisiva a acercar aún más,
si cabe, la obra de este artista al gran público.
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Reposo |
En
el año 2000 Venancio recibe la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas
Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y la Medalla de Oro en “Artesantader”.
En el marco del Jubileo del Año Santo, es invitado por la Santa Sede a representar
a los artistas españoles. En este mismo año la Diputación de Salamanca presenta
una exposición de dibujos del artista de extraordinario interés, complemento a
la publicación de un libro sobre el tema. Unas y otras muestras ponen ante el
público a un escultor sincero que apostó por quedarse en la figuración –jugando
con la figura hasta hacerla desaparecer en unas ocasiones, tratando de hacer
figura de conceptos abstractos en otras– cuando se abrían nuevos caminos
nuevos.
A
pesar de los premios recibidos, especial importancia tendrá para el escultor el
Premio Castilla y León de las Artes otorgado en el 2002, año en que también
recibe el Premio de “El punto de las Artes” y el de “Español del Año” en
Salamanca.
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Venancio Blanco con su "Piedad" |
A
modo de apéndice señalaremos las temáticas que aborda en su obra:
- El
motivo religioso y el taurino representan los dos grandes protagonistas en su
obra. Han sido su vida desde la infancia, y el artista nos revela profundas
confluencias entre ambos, desde una síntesis original de tradición y
contemporaneidad.
- La
naturaleza ha supuesto también para Venancio una fuente de conocimiento y una
lección constante de belleza, que ha traducido en su personal lenguaje
plástico, con riqueza de temas y matices.
- El
interés por la figura humana y el desnudo, para expresar a través de la forma
una realidad vital, un sentimiento, ha estado siempre presente en su creación.
Maternidades, deportistas, personajes… cobran vida en sus bronces y dibujos.
- La
música y el flamenco llenan el espacio en su taller. Abstracción o figuración,
es la idea convertida en materia, para transmitir la esencia desde la libertad
y la sensibilidad.
- Y
en todo el dibujo, “que
nos enseña a mirar, para aprender a ver, y a querer”.
BIBLIOGRAFÍA
- DÍAZ
QUIRÓS, Gerardo (coord.): Hacerse
preguntas, Dibujar respuestas. Venancio Blanco. Escultura religiosa,
Fundación Las Edades del Hombre, León, 2005.
- ORTEGA
COCA, María Teresa: Venancio Blanco, Diputación
Provincial de Valladolid, Valladolid, 1989.
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