En
la galería contigua al museo de la Colegiata de San Luis de Villagarcía de Campos
se custodian seis grandes lienzos (165 x 165 cms.), con magníficos marcos, que
pasan por ser obra de uno de los pintores de perspectiva más importantes de la
España del siglo XVII: el madrileño Francisco Gutiérrez Cabello. La calidad de
estas seis obras así como su total desconocimiento por el público en general me
ha llevado a querer redactar este post, ojalá sirva para difundir otra de las
maravillas que conserva esa colegiata en particular, y Valladolid en general. Y
es que, lo que no se conoce no se valora, y estos seis maravillosos y
atractivos cuadros merecen valorarse y mucho. Antes de pasar a hablar de ellos
trazaremos una pequeña biografía tomada del magnífico libro de Pintura barroca
en España de Pérez Sánchez y de la web del Museo del Prado.
Vista general de los seis cuadros de la Colegiata |
Francisco
Gutiérrez Cabello (h. 1616- 1670) fue uno de los pintores de perspectivas
españoles más cualificados de su tiempo, sino el más. Su arte, heredero del
también perspectivista Juan de la Corte, le lleva a crear grandes perspectivas
arquitectónicas fantasiosas trufadas de historias generalmente bíblicas. Fue
un hombre de cierta cualificación social, pues usó siempre el don, y que
conoció y estimó mucho a Velázquez, en cuyas pruebas para la concesión del
hábito de Santiago en 1658 testificó. En el testimonio emitido, Gutiérrez
declaraba ser de edad de cuarenta y dos años y natural de Madrid, aunque originario “de la casa de su apellido en el valle de Bárcena, montañas de Burgos»”.
También declaraba conocer a Velázquez desde hacía 28 años, es decir, desde 1630
cuando Gutiérrez, con catorce años, se estaría formando como pintor, una
formación de la que nada se sabe pero que, dada su especialización, podría
haber tenido lugar en el taller de Juan de la Corte. En 1639 era ya pintor y
asiste a la almoneda de Vicente Carducho. Se desconoce
la fecha de su fallecimiento, pero en mayo de 1670 doña Clara de Tovar se decía
ya su viuda.
La primera
obra firmada que se le conoce es, sin embargo, una Inmaculada en colección
particular de Logroño, fechada en 1654, de composición bastante arcaica. Es
posible, por tanto, que fuese el fracaso como pintor convencional el que
determinase su orientación hacia la pintura de género. Y es en este aspecto en
el que brilló, componiendo hábilmente amplias y ricas perspectivas
arquitectónicas, aunque inspiradas generalmente en grabados de Hans Vredeman de Vries, en las que se desenvuelven
numerosas y pequeñas figuras formando escenas tomadas de la Biblia y más raramente de la historia
troyana.
Inmaculada (Colección particular. Logroño. 1654) |
En este
orden destacan las series de asuntos bíblicos y evangélicos de la Colegiata de Villagarcía de Campos, fechada en 1662, y la del convento
del Cristo de la Victoria de Serradilla, de 1666.
El número de pinturas de este carácter es relativamente abundante y en los
últimos tiempos se han ido incorporando algunas más al catálogo de sus obras,
generalmente firmadas con el anagrama “FGz”,
como la Caída de Troya del Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Hallazgo
de Moisés del Museo de Bellas Artes de Bilbao, muy
semejante a un asunto análogo conservado en el Palacio Real de Madrid, probablemente también suyo, o el
no firmado Juicio de Salomón del Museo del Prado, próximo al
lienzo de igual asunto de Villagarcía de Campos. A este museo pertenecen otras
dos obras de Gutiérrez: José mostrando a su padre y sus hermanos al faraón
y Proyecto de un templo, procedentes todas ellas de la colección real.
José mostrando a su padre y sus hermanos al faraón (Museo del Prado. Madrid) |
José recibido en Heliópolis (Museo de Bellas Artes. Sevilla. 1657) |
Moisés salvado de las aguas (Museo de Bellas Artes. Bilbao) |
El incendio de Troya (Museo de Bellas Artes. Sevilla. 1657) |
El Juicio de Salomón (Museo de Bellas Artes. Santander. 1650) |
Cuadros de perspectivas de la Colegiata de Villagarcía de Campos
Antes
de que se conociera que habían sido realizados por Francisco Gutiérrez tras la
localización de su firma, el padre Pérez Picón los asignó a la escuela
veneciana del siglo XVII. Diciendo de ellos que se distinguían “por la brillantez de colorido, por la
perfección del dibujo, por los contrastes del claroscuro y el esfuminado de las
lejanías. La escena principal está representada en estos lienzos, aunque
colocada en primer plano, queda como relegada a segundo término por el
fantástico fondo arquitectónico en que está encuadrada, produciendo un
maravilloso efecto por su riqueza y pompa teatral. Los seis lienzos representan
escenas bíblicas del antiguo y nuevo testamento”. Los cuados se hallaban
forrados y se resatauraron en 1970, momento en el que se observó al dorso de
los lienzos 1, 3 y 4 el monograma “F. GZ” y la fecha de 1662.
El
primer lienzo representa a José recibido
en Heliópolis por el ministro del Faraón. Allí vivía Putifar, sacerdote de
aquella ciudad, y su hija Asenet, la que el Faraón había dado como esposa a
José, después que éste le interpretó los sueños de las vacas gordas y las vacas
flacas, y los de las espigas llenas y lozanas y las espigas delgadas y quemadas.
En el frontis del templo que llena el fondo del cuadro están inscritos los
nombres de Asenet y Putifar; y al pie del lienzo se dice: “Al gran Virrey
Joseph con alegre triunfo recibe la ciudad de Heliópolis”. El pintor
trasladando la escena a su tiempo, nos presenta a José en una carroza
descubierta, tirada por seis cabellos blancos, precedida y seguida de una
escolta de soldados también a caballo; y cubierta la carrera por una multitud
abigarrada que se agolpa respetuosa y le hace reverencia doblando la rodilla a
su paso, como lo había mandado Faraón.
El
segundo lienzo representa el Traslado del
Arca de la Alianza a Sión, la ciudad de David, en medio de una numerosa
comitiva, al son de las trompetas. En el centro aparece el candelabro de los
siete brazos, que lucía siempre en el tabernáculo. Delante del Arca de la
Alianza, llevada bajo palio por los Levitas, va David danzando y tocando la
cítara. El fondo está formado por una serie de columnatas de un grandioso
templo, que ofrece una magnífica perspectiva en todas las direcciones; y a
través de los arcos e intercolumnios se adivinan las galerías y los atrios del
templo. En los ángulos superiores, repartida en dos óvalos, tiene esta leyenda:
“Con religiosos cultos coloca en Sión / tañe y baila David delante del Arca”.
El
tercer lienzo es el Juicio de Salomón.
Aparece el Rey Sabio a mano izquierda, sentada en un trono bajo dosel,
pronunciando su famosa sentencia de dar la mitad del niño vivo a cada una de
las mujeres para conocer quién era la verdadera madre. El palacio de Salomón es
un verdadero monumento renacentista con columnas salomónicas; no le falta ni el
detalle del reloj de la fachada. Por el canal, que pasa lamiendo los muros del
palacio de Salomón, aparece la elegante proa de una góndola veneciana.
En
el cuarto lienzo efigia la Visita de la
Reina de Saba a Salomón. El pintor reproduce la escena del libro tercero de
los Reyes, en que la Reina de Saba viene a comprobar por sí misma la fama de la
sabiduría de Salomón, y le trae regalos de oro, piedras preciosas y aromas de
Oriente. En vez de los camellos de que nos habla la Sagrada Escritura, trae la
Reina una carroza de seis caballos blancos con sus palafreneros vestidos de
librea. Queda la carroza a un lado, y la Reina con su tez morena y sus grandes
pendientes, se dispone a subir la escalinata del palacio. Salomón dejando el
solio instalado en la fachada, sale a recibirla a la escalera con corona y
cetro. Salomón satisfizo plenamente a todas sus consultas; y la Reina le dijo:
“Tu sabiduría y tus hechos son mucho más
de lo que habían contado”.
El
quinto lienzo es el de los Desposorios de
la Virgen. La acción transcurre en el interior de un magnífico templo, de
cuya cúpula descienden los rayos sutiles del Espíritu Santo, que bendice la
unión, presidida por el Sumo Sacerdote. En el fondo se ve el Arca de la
Alianza. Está inspirado en el de Rafael.
El
sexto lienzo es La Cena en Casa del
Fariseo. Representa el momento en el que entró la Magdalena en casa de
Simón el fariseo, donde estaba Jesús comiendo; le ungió los pies con ricos
perfumes y se los enjugó con sus cabellos. Un doctor de la ley señala con el
dedo a la Magdalena diciendo: “si supiese
quién es esa mujer…”. El grupo
central está directamente tomado de una composición de Ludovico Cardi “Cigoli”,
que fue sin duda grabada y muy conocida en España. El original, firmado en
1596, se conserva en la galería Doria Pamphilj de Roma, otros ejemplares se
señalan en Italia y en España y una copia firmada por Luciano Salvador Gómez
hay en el Colegio del Patriarca de Valencia.
La
casa del Fariseo está decorada con profusión de cuadros y en los aparadores
están colocadas las copas, las ánforas y bandejas de oro y plata. Y aquí
también, como en el palacio en que se celebraba el juicio de Salomón, pasa
rozando los muros de la casa uno de los canales de Venecia, donde se van a
cruzar dos góndolas de elevada y artística proa. Al pie de la escena está
grabada en latín la inscripción con las palabras del evangelio de San Lucas:
“Et ecce mulier, ut cognovit quod Iesus accubuisset in domo pharisei…”.
La cena en casa del fariseo, original de Cigoli (Galería Doria-Pamphilj. Roma. 1596) |
El
padre Pérez Picón piensa que la elección de los temas no fue casual: “Esta serie de cuadros parecen estar
encargados expresamente para Villagarcía en memoria de sus fundadores don Luis
Quijada y doña Magdalena de Ulloa. Evidentemente la escena de la Magdalena es
una alusión a doña Magdalena de Ulloa, a la que se recuerda además en muchos
cuadros y bustos que hay en la Colegiata. Los desposorios de la Virgen y San
José son una evocación del matrimonio de doña Magdalena y don Luis Quijada,
quien repite varias veces que “querían tener después de la muerte la buena compañía
que tuvieron en vida”. Y los otros cuadros de José, David y Salomón se refieren
a Luis Quijada que fue mayordomo y hombre de confianza del Emperador Carlos V,
como José lo fue del Faraón de Egipto. Luis Quijada aportó su hacienda para
construir un templo en Villagarcía como David reunió todos los materiales para
construir el de Jerusalén. Se distinguió como Salomón por su prudencia y
consejo, como lo prueban los cargos que le confiaron de la crianza y educación
de don Juan de Austria y de la Presidencia del Consejo de Indias”.
BIBLIOGRAFÍA
- ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego: Historia de la pintura española. Escuela madrileña del segundo tercio del siglo XVII, Instituto Diego Velázquez, Madrid, 1983.
- GUTIÉRREZ PASTOR, Ismael: “Francisco Gutiérrez: una Inmaculada fechada en 1654”, B.S.A.A., Tomo LIII, 1987, pp. 408-411.
- PÉREZ PICÓN, Conrado (S. J.): Villagarcía de Campos: estudio histórico-artístico, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1982.
- PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio: Pintura barroca en España (1600-1750), Cátedra, Madrid, 2010.
- VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: “Dos nuevas pinturas de Francisco Gutiérrez”, Revista de Arte Sevillano, nº 2, 1982, pp. 71-73.
- VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: “Francisco Gutiérrez, pintor de perspectivas”, Boletín del Museo del Prado, Vol. 3, Nº 9, 1982, pp. 175-180.
- VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: “Nuevos datos y obras de Francisco Gutiérrez”, Boletín del Museo del Prado, Vol. 13, Nº 31, 1992, pp. 7-10.
- VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: "Francisco Gutiérrez, un soñador de arquitectura fantásticas", ARS Magazine, Nº 11, 2011, pp. 104-118.
Grabado por Cornelis Galle según Cigoli: https://lh6.ggpht.com/9XJUSm0ZBJaOW3dm6Tf7tmEWqHiqy5XN6xeHe0NzVm0Yrn-62U6uTacvpP1eb4c4Fr3bNqVt6bj7uhjoFMekdb6ibLI=s1920
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