“Se trata de la mejor
escultura funeraria del gótico”. Así de tajante se mostró, según nos
dijeron, el profesor Lorne Campbell, una de las grandes autoridades en pintura
flamenca del mundo, al ver frente a frente la escultura de Fray Lope de
Barrientos (h. 1447-1454) conservada en el Museo de las Ferias de Medina del
Campo. No es para menos, se trata de una escultura fabulosa de la que no puedes
apartar la mirada y observar cada uno de sus detalles y de las filigranas que
ha realizado el escultor. A continuación se explicará esta preciosa imagen
siguiendo las sabias palabras de los profesores Ara Gil y Campbell.
Antes
de comenzar a tratar el tema, quería recomendar un blog fabuloso que os va a
encantar tanto a los que os gusta la historia como a los que no. Se trata de
TEMPUS FUGIT. Los temas elegidos por su autora son muy curiosos, algunos de los
cuales no creo que los veáis en otro lado. El desarrollo de los mismos es
atractivo, riguroso, y con una narración ágil y comprensible para todos. Vamos,
que se trata de una de esas joyitas que uno se encuentra en la red de redes
cada mucho mucho tiempo. Y, nada, por último reclamar el papel de las humanidades. ¿Qué sería de nosotros sin la Historia y el Arte?
La estatua, realizada en alabastro policromado y dorado, fue realizada en vida del propio obispo, el cual la menciona en su testamento de 17 de noviembre de 1454. El obispo deseaba que se colocara sobre su sepulcro, en el centro de la capilla del hospital de la Piedad de Medina del Campo que él mismo había fundado. La imagen permaneció en aquel sitio hasta que hacia 1860 se trasladó a un nicho en la pared. El féretro, que se situaba bajo la estatua, estaba vacío, lo que mueve a pensar que el cuerpo de Barrientos se pudo trasladar con anterioridad o bien que nunca llegara desde Cuenca, donde murió el obispo. El hospital se cerró en 1864 para convertirse en una residencia de ancianos y después en una fábrica textil, antes de su demolición definitiva. Mientras tanto, en 1902 la estatua se había vendido ilegalmente y había llegado a manos del marchante Settiner, de París. Se recuperó después, y al volver a Medina del Campo se colocó en un nicho de la capilla del hospital de Simón Ruiz. Allí estuvo hasta 1999, año en el que se trasladó para su restauración. Una vez terminada esta, se depositó en el Museo de las Ferias, inaugurado en el año 2000.
La
estatua del obispo y su policromía se conservan en un magnífico estado. Su
figura (150 x 58 x 72 cms.) y la del perro (28 x 33 x 63 cms.) están
construidas con 28 piezas distintas de alabastro, algunas muy pequeñas. Las
piezas están unidas mediante armaduras de hierro, espigas de madera o de
alabastro y diversos adhesivos. Hay pérdidas en la parte superior de la mitra y
en la posterior de la cabeza y la mitra, donde falta una sección rectangular.
Muchos de los dedos están dañados. El almohadón ha perdido las borlas de la
parte delantera; al perro le faltan las patas delanteras y algo de policromía,
aunque se han aprovechado los diversos tonos del alabastro para indicar el
pelaje (es lo que se denomina “estudio de calidades”). Un orificio rectangular
en la base de la columna vertebral del animal, hoy rellenado, contenía quizás
un soporte, posiblemente para un dosel. No se ha podido determinar ni si todo
el alabastro utilizado procedía de una misma cantera ni cuál era esta.
El
obispo figura arrodillado, en oración y con la vista baja, y tiene la boca
cerrada. Viste un alba bajo una dalmática que tiene adornos de hilo de oro y
perlas y piedras preciosas aplicadas. Los bordes se rematan en flecos, así como
los extremos de la estola. El precioso cuello puede formar parte de la
dalmática o de un amito. En el medallón del pecho, un escudo sostenido por dos
ángeles seguramente contuvo las armas de Barrientos. El escudo está coronado
por un capelo, los cordones deberían tener seis borlas a cada lado dispuestas
escalonadamente, las correspondientes a la dignidad de obispo, pero es
imposible distinguirlas todas. Tras la copa del capelo sobresale una cruz
sencilla. La policromía de la casulla permite pensar que esta es de terciopelo
azul e hilo de oro, con forro de seda verde.
En
el brazo izquierdo lleva un manípulo. Los guantes semejan probablemente un
cuero muy fino; sobre ellos se ven varios anillos, entre los que destaca por su
tamaño, en la mano derecha, el anillo episcopal con una piedra roja central
rodeada por perlas. En el guante derecho se puede leer la inscripción “jhs”
[Jhesus], y en el izquierdo “xps” [Christus]. La mitra es alta y está forrada
con tela roja, y bajo ella lleva un gorro; las ínfulas, rotas, son muy largas y
están cargadas de pedrería. En el estolón de la casulla están bordados sobre
fondo de oro unos ángeles que portan los instrumentos de la Pasión: el situado
detrás de las manos tiene el flagelo y la columna; el que está debajo, la lanza
y los tres clavos, y el inferior las tenazas; en la espalda del obispo, el
ángel superior lleva el martillo y la escalera; el siguiente, la cruz, y el
inferior la corona de espinas y lo que parece ser la caña. La mitra y muchas de
las prendas se enriquecen con aplicaciones de perlas de diversos tamaños. El
alabastro está finamente labrado e inciso para sugerir los motivos, ondas y
texturas de las telas de oro. El dorado se combina con detalles lineales para
indicar el efecto de la luz sobre los tejidos. En algunas zonas, como los
puños, el escultor aprovecha las características del material en una magnífica
exhibición de virtuosismo técnico.
La
cabeza de Barrientos es un poco mayor del natural. Los ojos están tratados con
gran detalle, con los iris y las pupilas perfectamente definidos e incluso con
pestañas y brillos, conseguidos mediante marcas raspadas en los globos
oculares. Los ojos parecen presentarnos a una persona inmersa en una intensa
concentración, mientras que la forma de concebir la boca es como si el obispo
estuviera hablando. Las arrugas entre los párpados y las cejas, y por encima de
estas, son objeto de una esmerada descripción, al igual que los pliegues que
hay entre la nariz y las mejillas y los de las comisuras de la boca. Esas
arrugas contrastan con la piel tersa y brillante de la parte superior y
prominente de la frente, de los pómulos igualmente marcados, de la nariz, muy
recta, y de la barbilla. El aspecto del rostro varía según incida la luz en él,
por ejemplo cuando el observador se mueve en torno a la estatua y cuando esta
se estudia desde arriba y desde abajo. De hecho, la figura en su conjunto
invita a contemplarla despacio y desde todos los puntos de vista, con lo que se
aprecia su gran calidad.
¿Quién
fue Fray Lope de Barrientos?
Lope
de Barrientos nació en Medina del Campo en 1382, siendo el segundo hijo de una
familia distinguida –su padre, Pedro Gutiérrez de Barrientos, fue caballero del
infante don Fernando de Antequera–. Estudió en Salamanca y muy joven ingresó en
la Orden Dominica, en el convento de San Andrés de Medina del Campo. Vuelto a
Salamanca, continuó sus estudios en San Esteban. Parece que en 1416 ya era
catedrático de teología y que regentó la Cátedra de Prima. En el otoño de 1429
fue nombrado tutor de Enrique, hijo de Juan II de Castilla y de María de
Aragón, que entonces tenía cuatro años. Barrientos fue instructor de Enrique
hasta 1440. En ese tiempo se ganó la confianza de Juan II, quien le nombró
confesor suyo en 1434 y le recompensó generosamente por su entrega y lealtad.
Fue promovido a la Sede Episcopal de Segovia hacia 1437 o 1438, pero enemistado
con Juan Pacheco, no vivió en aquella ciudad sino en Turégano, hasta que en
1441 le nombraron obispo de Ávila. En 1445 pasó a la Diócesis de Cuenca,
rechazando la de Santiago. Murió en Cuenca en mayo de 1469. Aunque dejó la
corte en 1440, se le reclamó casi inmediatamente, y durante el resto del
reinado de Juan II fue para este una constante ayuda en el gobierno de
Castilla, sobre todo tras la muerte de don Álvaro de Luna. En 1446 solicitó al
papa que le absolviera de los delitos cometidos por él o en su nombre,
incluidos asesinatos, mutilaciones, incendios y otras iniquidades. Promovió a
su bastardo Pedro del Águila, quien, tras su muerte, fue reconocido como hijo
suyo, tomó el apellido de Barrientos y contrajo matrimonio con una dama muy
bien relacionada, María de Mendoza, que era descendiente de Enrique II de
Castilla.
El
17 de noviembre de 1454, catorce años antes de su muerte, Barrientos hizo su
deseo de ser enterrado en el hospital que había fundado en Medina del Campo, el
hospital de la Piedad. Debía ser enterrado en el centro de la capilla, bajo la
efigie de alabastro que ya se había realizado. Aunque no mencionaba el nombre
del autor de la imagen, en otro pasaje posterior del mismo documento se cita al
“maestro Hanequin”,
residente en Toledo. Se trata de Hanequín de Bruselas, el hermano de Egas
Cueman. Por el testamento sabemos que una dama le había encomendado a
Barrientos que encargara varias efigies para la ciudad de Ávila; el obispo
transfirió la suma de dinero necesaria a un canónigo de Ávila, quien debía
pagarle a Hanequín por terminar las efigies e instalarlas en la ciudad, según
un contrato que obraba en poder del canónigo. Se establece así una conexión
entre Barrientos y Hanequín de Bruselas, quien al parecer estaba especializado
en arquitectura pero que trabajaba en colaboración con su hermano Egas Cueman,
más dedicado a la escultura. Como la estatua de Barrientos se asemeja mucho a
la que Egas realizó de Gonzalo de Illescas,
encargada en 1458, es plausible atribuirle a Egas la del obispo.
Durante
los siglos XIV y XV, los escultores franceses y españoles cultivaron tanto el
tipo de estatua arrodillada como el de yacente. Al encargar una efigie exenta y
arrodillada, es posible que Barrientos se acordara de las figuras de bronce
dorado de Álvaro de Luna y su esposa que estuvieron en su día en la catedral de
Toledo y se destruyeron después, durante los disturbios de 1440. Eran, al
parecer, figuras yacentes que mediante un mecanismo podían incorporarse,
arrodillarse y rezar. Entre 1467 y 1476 Egas realizaría las efigies
arrodilladas de Alfonso
de Velasco y su esposa. Lamentablemente sabemos poco del aspecto que
tendría el monumento de Barrientos, salvo que la estatua se iba a colocar, como
hemos dicho, encima del sepulcro, contenido en un nicho en el centro de la
capilla de su hospital. Esta tenía techumbre de madera al estilo mudéjar, con
una inscripción que conmemoraba la figura del obispo.
Tumba de Alfonso de Velasco y su esposa. Monasterio de Guadalupe (Cáceres). Fotografía tomada de https://www.superstock.com/stock-photos-images/4409-103780 |
Finalmente
hay que señalar que la escultura formó parte en el año 2015 de la exposición
sobre Van der Weyden que organizó el Museo del Prado. Os dejo un enlace a un
video en el que se muestra el traslado de la pieza desde el Museo de las
Ferias a la pinacoteca madrileña.
BIBLIOGRAFÍA
- ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977.
- CAMPBELL, Lorne y PÉREZ PRECIADO, Juan José: “Fray Lope de Barrientos (h. 1447-1454)”. En CAMPBELL, Lorne: Rogier van der Weyden y los reinos de la península ibérica, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2015.
Preciosa arte funeraria. Normalmente este arte no es apreciada ya que esta destinada a los cementerios y la gente la asocia con la muerte.
ResponderEliminarBuenos días, necesitaba la segunda imagen que publicas en este post, para un artículo. Soy Marta Cendón, Profesora Titular de Historia del Arte de la Universidad de Santiago. Por supuesto llevaría tu nombre y el link. Habría algún problema?
ResponderEliminarPor cierto, enhorabuena por las fotografías.
Buenos días. Acabo de ver el mensaje. No habría ningún problema, y si necesitas alguna otra foto también puedes cogerla. Un afectuoso saludo.
EliminarMuchísimas gracias!!
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