lunes, 29 de febrero de 2016

EL LEGADO ARTÍSTICO DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO III: El retablo de la "Vida de la Virgen" o del "Descendimiento"


Hoy vamos a abordar el tercer capítulo de una serie dedicada al patrimonio que poseía el desaparecido Convento de San Francisco, el cual, sin ninguna duda, fue el más rico desde el punto de vista artístico. Si anteriormente tratamos sobre el Santo Entierro que Juan de Juni talló para la capilla de Fray Antonio de Guevara y sobre un cuadro de La bajada al limbo atribuido al círculo de El Bosco, del cual, por cierto, este año se celebrará una magna exposición en el Museo del Prado en honor al V centenario de su fallecimiento (1516-2016), hoy toca hablar sobre un precioso retablo de procedencia nórdica.
El retablo, que desde los primeros años de existencia del museo ha sido una de sus obras más destacadas, es denominado de dos maneras: del “Descendimiento” o “Retablo de la vida de la Virgen”, si bien lo más apropiado es denominarlo de la segunda manera puesto que la Virgen es la figura principal de todos los grupos escultóricos. El retablo, que posee unas dimensiones de 283 x 248 x 37 cms., ingresó en las colecciones del museo tras permanecer algunos años en el Museo Arqueológico de Valladolid, a donde llegó procedente del desaparecido Convento de San Francisco.

Como ocurrió en tantas ocasiones, la Desamortización fue al culpable de su salida del cenobio, pero también se su conservación en un museo. Las noticias más antiguas noticias que poseemos sobre él proceden de Fray Matías de Sobremonte, cronista del citado convento vallisoletano, el cual indicó que en la capilla del Santo Cristo se guardaba un “retablo en blanco que publica mucha antigüedad. Contiene de figuras pequeñas de talla, aunque muy perfectas, los principales misterios de la vida, Pasión y Muerte de Nuestro Redemptor Jesucristo. Llamamos esta capilla del Santo Cristo porque en la parte principal de su retablo estaba una efigie muy devota de Christo Crucificado entre los dos ladrones. No sabemos quién la quitó de allí y puso en su lugar una cruz sola”. Años después el historiador Manuel Canesi en su Historia de Valladolid aludía a que en la nave de Santa Juana existía una capilla intitulada del Santo Cristo que poseía “un retablo obra muy antigua pero las figuras muy perfectas pequeñas y de media talla”.

Nacimiento de la Virgen
Aún hoy en día no está clara su procedencia. La ausencia de las marcas de localidad que aparecen en muchos de los retablos realizados en Brabante y el hecho poco frecuente de tratarse de una obra sin policromía, han podido ser algunas de las causas que han motivado la diversidad de opiniones que a lo largo del tiempo se han ido publicando sobre el lugar de realización del retablo. Piensa el experto conservador José Ignacio Hernández Redondo que se trata de una obra importada de uno de los principales centros productores de Brabante. Sin embargo, no han faltado otras hipótesis en las que se proponía desde otras regiones como Flandes a una hipotética realización en España, opción esta última que el citado Hernández Redondo considera imposible puesto que “en esta obra todo se aparta de los retablos del momento realizados en Castilla, desde aspectos generales como la forma de la caja o la propia configuración de las escenas a detalles en la indumentaria o en las arquitecturas”. Por la forma de su estructura, en forma de caja de remate curvo, se puede relacionar con obras producidas en la ciudad de Amberes hacia los años 1515-1520. Su estilo se ha llegado a relacionar incluso con uno de los más importantes que trabajaban por aquellos años en la ciudad, dirigido por el escultor Jan Bormann.

Nacimiento de Jesús
El retablo, realizado completamente en nogal ennegrecido, consta de tres calles con dos alturas en las laterales y una única escena en la central, en cuya parte superior, sobre un paisaje urbano, se representa el Calvario y en la inferior el episodio en la que la Virgen María acompañada de varios personajes recibe sobre su regazo el cuerpo de su Hijo, denominado Llanto sobre Cristo muerto. Una cita un tanto confusa recogida en la historia del convento escrita en 1660 por Fray Matías de Sobremonte ha llevado a suponer que sobre el fondo que actualiza el aspecto de Jerusalén a una ciudad medieval amurallada debía disponerse el Crucificado con los dos ladrones. Sin embargo, parece más lógico pensar por la propia distribución de la calle central, sin división de ensamblaje, que en la parte superior solamente se encontraba la cruz desnuda flanqueada por las cruces con los dos ladrones, de los que solamente se ha conservado uno.

La Anunciación
La parte superior del conjunto se cobija bajo un perfil ondulado, con la parte central notablemente desarrollada en altura. Aunque esta forma de resolver la caja no es la más habitual en los retablos de los Países Bajos meridionales, se conservan varios ejemplos que ofrecen una solución similar. El retablo aparece compartimentado en tres calles separadas por pilarcillos góticos terminados en pináculos, en las que se albergan cinco escenas ordenadas cronológicamente de izquierda a derecha, y de arriba abajo: el Nacimiento de la Virgen, la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Reyes Magos y, ocupando el centro, el Descendimiento, que presenta en su parte inferior la escena del Llanto sobre Cristo Muerto y en la superior un Calvario incompleto en el que falta la figura del mal ladrón y la cruz desnuda, recortado sobre una Jerusalén de aspecto medieval. Todos los relieves apoyan sobre repisas adornadas con elementos vegetales y se cubren con doseles de tracería calada. El retablo en su origen se completaba con dos puertas adoptando la forma de tríptico, es de creer que serían dos grandes paneles con pintura, de hecho aún se conservan las cuatro charnelas en los que se sujetaban a ambos lados de la caja.

La Adoración de los Reyes Magos
La totalidad de la escultura no es homogénea, lo que viene a significar que fue un retablo en el que quizás hubo participación del taller del maestro que contrató su realización. Sin embargo, según Federico Wattemberg se percibían dos manos diferentes. Por una parte se encontraría el autor de la Natividad de María y la Anunciación, el cual muestra unos rasgos cercanos a los que exhiben varios retablos de Amberes fechados en el primer cuarto del siglo XVI. El otro autor, según Wattemberg, sería de mayor calidad, y a él pertenecerían las esculturas con mayor contenido expresivo, esto lo podemos ver en la rigidez del Cristo, conduciendo visualmente la caída de la melena hacia la calavera, o en la figura del ladrón retorcido sobre la parte superior de la cruz. Sea como fuere, la mayor parte de las esculturas destacan por su delicadeza compositiva, finura y detallismo. Tal es así que estas piezas nos aportan abundante información sobre la época en la que fue ejecutado, tiñendo de cotidianidad el hecho religioso.

El Descendimiento
El relieve más interesante es el del Descendimiento, el cual se distribuye en dos planos: en el inferior está representado el Llanto sobre Cristo muerto, con una concepción muy dramática. La Virgen sentada en el suelo sostiene en las rodillas el cadáver de su Hijo violentamente deformado, y en torno a ellos, San Juan que llora y apoya la mano en el hombro de la Virgen, la Magdalena, arrodillada a los pies de Cristo, José de Arimatea, Nicodemo y las Santas Mujeres. En el plano superior, que se separa del inferior mediante un saliente rocoso, está representado el Calvario contra un fondo de paisaje en el que aparecen distribuidas construcciones de murallas y edificios góticos que aluden sin duda a la ciudad de Jerusalén. De los personajes que constituían este Calvario se conserva únicamente el mal ladrón, violentamente contorsionado sobre una cruz de Tau.

BIBLIOGRAFÍA
  • ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977.
  • WEB DEL MNE: museoescultura.mcu.es

1 comentario:

  1. ¡Qué belleza tan singular la de esta talla! Los rostros son deliciosamente expresivos. Cuantas obras de arte excepcionales están en nuestros monasterios y que desgraciadamente no tienen documentada su procedencia ni autor.
    Estos días estoy intentando saber quién es el autor de unos bancos en la iglesia de Monasterio de Santa María de Pedralbes en BCN. Lugar que visito siempre que puedo es un remanso de paz en la ciudad. El propio monasterio me ha ofrecido su ayuda espero que ellos tengan más suerte que yo. Un placer leer su entrada.

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