Hoy vamos a abordar el tercer capítulo de una serie
dedicada al patrimonio que poseía el desaparecido Convento de San Francisco, el
cual, sin ninguna duda, fue el más rico desde el punto de vista artístico. Si
anteriormente tratamos sobre el Santo Entierro que Juan de Juni talló para la capilla de Fray Antonio de Guevara
y sobre un cuadro de La bajada al limbo
atribuido al círculo de El Bosco, del cual, por cierto, este año se celebrará una
magna exposición en el Museo del Prado en honor al V centenario de su fallecimiento (1516-2016), hoy toca hablar sobre un precioso retablo de
procedencia nórdica.
El retablo, que desde los primeros años de existencia
del museo ha sido una de sus obras más destacadas, es denominado de dos
maneras: del “Descendimiento” o “Retablo de la vida de la Virgen”, si bien lo
más apropiado es denominarlo de la segunda manera puesto que la Virgen es la
figura principal de todos los grupos escultóricos. El retablo, que posee unas
dimensiones de 283 x 248 x 37 cms., ingresó en las colecciones del museo tras
permanecer algunos años en el Museo Arqueológico de Valladolid, a donde llegó
procedente del desaparecido Convento de San Francisco.
Como ocurrió en tantas ocasiones, la Desamortización
fue al culpable de su salida del cenobio, pero también se su conservación en un
museo. Las noticias más antiguas noticias que poseemos sobre él proceden de
Fray Matías de Sobremonte, cronista del citado convento vallisoletano, el cual
indicó que en la capilla del Santo Cristo se guardaba un “retablo en blanco
que publica mucha antigüedad. Contiene de figuras pequeñas de talla, aunque muy
perfectas, los principales misterios de la vida, Pasión y Muerte de Nuestro
Redemptor Jesucristo. Llamamos esta capilla del Santo Cristo porque en la parte
principal de su retablo estaba una efigie muy devota de Christo Crucificado
entre los dos ladrones. No sabemos quién la quitó de allí y puso en su lugar
una cruz sola”. Años después el historiador Manuel Canesi en su Historia
de Valladolid aludía a que en la nave de Santa Juana existía una capilla
intitulada del Santo Cristo que poseía “un retablo obra muy antigua pero las
figuras muy perfectas pequeñas y de media talla”.
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Nacimiento de la Virgen |
Aún hoy en día no está clara su procedencia. La
ausencia de las marcas de localidad que aparecen en muchos de los retablos
realizados en Brabante y el hecho poco frecuente de tratarse de una obra sin
policromía, han podido ser algunas de las causas que han motivado la diversidad
de opiniones que a lo largo del tiempo se han ido publicando sobre el lugar de
realización del retablo. Piensa el experto conservador José Ignacio Hernández
Redondo que se trata de una obra importada de uno de los principales centros
productores de Brabante. Sin embargo, no han faltado otras hipótesis en las que
se proponía desde otras regiones como Flandes a una hipotética realización en
España, opción esta última que el citado Hernández Redondo considera imposible
puesto que “en esta obra todo se aparta
de los retablos del momento realizados en Castilla, desde aspectos generales
como la forma de la caja o la propia configuración de las escenas a detalles en
la indumentaria o en las arquitecturas”. Por la forma de su estructura, en
forma de caja de remate curvo, se puede relacionar con obras producidas en la
ciudad de Amberes hacia los años 1515-1520. Su estilo se ha llegado a
relacionar incluso con uno de los más importantes que trabajaban por aquellos
años en la ciudad, dirigido por el escultor Jan Bormann.
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Nacimiento de Jesús |
El retablo, realizado completamente en nogal
ennegrecido, consta de tres calles con dos alturas en las laterales y una única
escena en la central, en cuya parte superior, sobre un paisaje urbano, se
representa el Calvario y en la inferior el episodio en la que la Virgen María
acompañada de varios personajes recibe sobre su regazo el cuerpo de su Hijo,
denominado Llanto sobre Cristo muerto. Una cita un tanto confusa recogida en la
historia del convento escrita en 1660 por Fray Matías de Sobremonte ha llevado
a suponer que sobre el fondo que actualiza el aspecto de Jerusalén a una ciudad
medieval amurallada debía disponerse el Crucificado con los dos ladrones. Sin
embargo, parece más lógico pensar por la propia distribución de la calle
central, sin división de ensamblaje, que en la parte superior solamente se
encontraba la cruz desnuda flanqueada por las cruces con los dos ladrones, de
los que solamente se ha conservado uno.
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La Anunciación |
La parte superior del conjunto se cobija bajo un perfil ondulado, con la parte
central notablemente desarrollada en altura. Aunque esta forma de resolver la
caja no es la más habitual en los retablos de los Países Bajos meridionales, se
conservan varios ejemplos que ofrecen una solución similar. El retablo aparece
compartimentado en tres calles separadas por pilarcillos góticos terminados en
pináculos, en las que se albergan cinco escenas ordenadas cronológicamente de
izquierda a derecha, y de arriba abajo: el Nacimiento
de la Virgen, la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Reyes Magos y, ocupando
el centro, el Descendimiento, que
presenta en su parte inferior la escena del Llanto sobre Cristo Muerto y en la
superior un Calvario incompleto en el que falta la figura del mal ladrón y la
cruz desnuda, recortado sobre una Jerusalén de aspecto medieval. Todos los
relieves apoyan sobre repisas adornadas con elementos vegetales y se cubren con
doseles de tracería calada. El retablo en su origen se completaba con dos
puertas adoptando la forma de tríptico, es de creer que serían dos grandes
paneles con pintura, de hecho aún se conservan las cuatro charnelas en los que
se sujetaban a ambos lados de la caja.
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La Adoración de los Reyes Magos |
La totalidad de la escultura no es homogénea, lo que
viene a significar que fue un retablo en el que quizás hubo participación del
taller del maestro que contrató su realización. Sin embargo, según Federico
Wattemberg se percibían dos manos diferentes. Por una parte se encontraría el
autor de la Natividad de María y la Anunciación, el cual muestra unos rasgos
cercanos a los que exhiben varios retablos de Amberes fechados en el primer
cuarto del siglo XVI. El otro
autor, según Wattemberg, sería de mayor calidad, y a él pertenecerían las
esculturas con mayor contenido expresivo, esto lo podemos ver en la rigidez del Cristo, conduciendo visualmente
la caída de la melena hacia la calavera, o en la figura del ladrón retorcido sobre la parte superior de la cruz. Sea como
fuere, la mayor parte de las esculturas destacan por su delicadeza compositiva,
finura y detallismo. Tal es así que estas piezas nos aportan abundante
información sobre la época en la que fue ejecutado, tiñendo de cotidianidad el
hecho religioso.
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El Descendimiento |
El relieve más interesante es el del Descendimiento,
el cual se distribuye en dos planos: en el inferior está representado el Llanto
sobre Cristo muerto, con una concepción muy dramática. La Virgen sentada en el
suelo sostiene en las rodillas el cadáver de su Hijo violentamente deformado, y
en torno a ellos, San Juan que llora y apoya la mano en el hombro de la Virgen,
la Magdalena, arrodillada a los pies de Cristo, José de Arimatea, Nicodemo y
las Santas Mujeres. En el plano superior, que se separa del inferior mediante
un saliente rocoso, está representado el Calvario contra un fondo de paisaje en
el que aparecen distribuidas construcciones de murallas y edificios góticos que
aluden sin duda a la ciudad de Jerusalén. De los personajes que constituían
este Calvario se conserva únicamente el mal ladrón, violentamente contorsionado
sobre una cruz de Tau.
BIBLIOGRAFÍA
- ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en
Valladolid y su provincia, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977.
- WEB DEL MNE:
museoescultura.mcu.es
¡Qué belleza tan singular la de esta talla! Los rostros son deliciosamente expresivos. Cuantas obras de arte excepcionales están en nuestros monasterios y que desgraciadamente no tienen documentada su procedencia ni autor.
ResponderEliminarEstos días estoy intentando saber quién es el autor de unos bancos en la iglesia de Monasterio de Santa María de Pedralbes en BCN. Lugar que visito siempre que puedo es un remanso de paz en la ciudad. El propio monasterio me ha ofrecido su ayuda espero que ellos tengan más suerte que yo. Un placer leer su entrada.