Esta semana, concretamente el día 13, se
celebra el día de San Pedro Regalado, patrón de Valladolid, por ello quiero
dedicar este espacio a un grupo escultórico que si bien no se halla en
Valladolid, ni en su provincia, lo que le relaciona con este blog es la paterna
vallisoletana de la obra. Se trata del grupo de la "Traslación de San
Pedro Regalado", realizado con casi total seguridad por el escultor
vallisoletano Juan de Ávila, hacia el año 1690, para el Convento del Domus Dei
en la localidad burgalesa de La Aguilera. Este convento es en el que fueron
enterrados los restos de San Pedro Regalado.
El 24 de julio de 1683 se beatifica a
San Pedro Regalado, con lo cual se desarrolla un culto a su persona y además
una iconografía , y eso que desde hacía ya tiempo se le representaba
pictóricamente.
Cuando se obtuvo dicha beatificación los
responsables del convento del Domus Dei decidieron construir una capilla en
donde se le venerara. A pesar de que el convento existía desde 1404, y de que
hubo un gran incremento en cuanto a fieles a raíz de la construcción del
sepulcro del Regalado por parte de Isabel la Católica, fue en 1683 cuando se
construyó la capilla mayor y el camarín. La construcción tendrá lugar entre
1683 y 1691, la primera de las fechas coincide con la beatificación del santo,
por lo cual no cabe dudas del gran impulso que ésta le dió. El P. Simón García,
obispo de Tuy y Oviedo, que había sido guardián de “Domus Dei” costeó una nueva
capilla de forma ochavada a la que se añade hacia oriente un camarín de forma
trebolada. Al P. Simón García hay que sumar la cantidad aportada por D. Isidro
López de Zúñiga, sexto duque de Peñaranda, que fueron 4000 ducados.
Las obras arquitectónica se terminaron
en 1686, para 1691 se adornó la capilla con los altares y retablos. Los retablos
son tres, no se conoce con seguridad la autoría de ellos ni de las esculturas
que se encuentran en ellos, lo que es claro es que son de procedencia
vallisoletana pues alguno de sus elementos como los entablamentos, las ménsulas
del friso y repisas de los soportes, recuerdan las creaciones de Francisco de
Billota. Los retablos laterales están puestos bajo las advocaciones de San José
con el Niño y el opuesto a San Antonio de Padua con el Niño. Estos retablos
constan de banco, cuerpo principal y remate. El fuste se decora con tallos y
racimos de uva y apoyan en cartelas de hojarasca. El entablamento esta partido
y el friso se encuentra decorado con ménsulas. El retablo mayor de la capilla
se dedica como no podía ser de otra forma a San Pedro Regalado. Aparte de esto
se colocaron cuadros con escenas de la vida del santo y efigies de
bienaventuradas de la Orden seráfica. En el camarín se sitúan tres cuadros: el
central representa la veneración de Felipe IV a una reliquia del santo con
ocasión de estar enfermo en Aranda de Duero; el de la derecha la caridad de
Regalado dando pan a un anciano, y el de la izquierda a la reina Isabel
recogiendo la sangre que brotó del brazo del santo cuando le cortaron una mano
por ella solicitada.
Retomando
el retablo de San Pedro, señalar que lleva tres columnas salomónicas a cada
lado, que se van retrasando según se van acercando al grupo escultórico. Debajo
de cada grupo de columnas se sitúa una puerta para el acceso al camarín, y
debajo de las esculturas se sitúa el altar. El ático se cierra en forma
semicircular, en cuyo remate se sitúa la corona ducal sobre el escudo de los
Zúñiga. La parte central del retablo está calada, permitiendo que la luz entre
en el camarín.
El grupo
escultórico de la “Traslación de San Pedro” está atribuido por Martín González
y García Vega al dicho Juan de Ávila. El grupo sigue el modelo de una
estampa, obra de Marcos Orozco, un grabador madrileño que realizó portadas de
libros, retratos y también estampas de devoción. A Orozco se le encomendó la
realización de la plancha del grabado el mismo en 1684, mismo año de la
beatificación del santo. El grabado reza en una inscripción al pie del mismo: “S.
Pedro Regalado natural de Valladolid siendo Custodio Prelado de los dos
Santuarios de Domus Dei de la Aguilera y Scalacoeli del Abrojo distantes catorce
leguas se allo diversas veces a tener capítulo y Maytines de entrambos Convtos
en menos de una hora”. En el grabado se le representa viajando por los
aires, transportado por dos ángeles desde el convento del Abrojo hasta el de la
Aguilera. Al fondo en un rompimiento de gloria, muy propio del barroco, aparece
contemplando la escena la Virgen.
Al igual
que el modelo general fue dado por éste grabado, se supone que el modelo
escultórico sería éste esculpido por Juan de Ávila para de La Aguilera. San
Pedro Regalado aparece vestido con el hábito franciscano, pero concretamente
con el de los Menores de la Observancia, que era de paño tosco grisáceo, y que
disponía de un manto corto sobre los hombros. Lleva sandalias, pese a que en su
hagiografía se hablaba de que iba descalzo, el significado de que lleve
sandalias equivale a la descalcez, además de esto, apareció con ellas en su
enterramiento.
De la fisionomía hay que señalar que no es la verdadera,
pues no hay descripciones coetáneas, sino que el arte lo caracteriza de una
determinada forma. Aparece representado calvo, con un rostro blando, enjuto,
con gran número de arrugas en el rostro. La enjutez de su rostro se debe a la
austeridad que profesaba, esto según Ordax era una característica de la reforma
villacreciana, y coincide con otro austero franciscano, San Pedro de Alcántara.
Aparte de su caracterización fisionómica, aparece con una serie de atributos.
En la mano derecha porta un bastón, propio de su faceta de caminante, pues en
su hagiografía aparece en muchas ocasiones caminando. En la mano izquierda
sujeta un libro cerrado, que podría tratarse de un breviario o libro de
oraciones, aunque también podría ser un libro de “Constituciones”, pues hay
autores que erróneamente le tratan como “fundador de los conventos de Domus Dei
de Aguilera, y Scala Coeli del Abroxo, primeros santuarios de Observancia en
España” o incluso “Ristauratore della primitiua Osseruanza della Serafica
Regola in Spagna”. Otro atributo que aparece, pero que no lleva el santo en
primera persona sino que lo porta uno de los angelitos es el sombrero de ala
ancha, normalmente este atributo lo suele llevar colgado del cuello o cayendo
sobre la espalda.
San Pedro aparece por los aires, transportado por
dos ángeles y otros dos a sus pies que hacen como de trono. Es curiosa
la forma en que los ángeles que le transporta le agarran con un brazo por la
espalda. La escena la completan seis ángeles, tres a cada lado, y uno de ellos
el que porta el sombrero, que en diferentes escenas ayudan a dar riqueza a la
representación. Este tema se corresponde con el efectismo que se dio en el
barroco, en el que también se dieron glorias y rompimientos de cielo, los
ángeles se ven convertidos en trono, como en ocasiones ocurre con la Asunción
de la Virgen, o con las ascensiones de otros santos. El conjunto tiene
múltiples puntos de vista, gracias a la diversidad de las actitudes de los
personajes hace que la composición tenga un gran equilibrio. Policromía plana,
con motivos a punta de pincel. Las figuras son elegantes y proporcionadas, se
encuentran envueltas en paños blandos y pesados. El rostro de San Pedro está
tratado mórbidamente, acusando bien las calidades de la piel, y concretamente
las arrugas tanto del cuello como de los laterales de la boca. Pliegues suaves
que van constituyéndose en unas líneas paralelas que se adhieren al cuerpo.
Los dos ángeles que sujetan al santo visten una
larga túnica, abierta desde las rodillas, por encima una sobretúnica. La cara
de ambos tiene ciertas concomitancias con otras obras de Ávila, al igual que
los rizos que forman la cabellera, los cuales les hemos visto en multitud de
obras de Ávila tanto documentadas como atribuidas. Tienen las alas extendidas,
los pliegues de las vestiduras captan a la perfección el movimiento, agitándose
con mayor intensidad en sus partes bajas.
A modo de apéndice señalar que aquí en la ciudad
en la que nació también tenemos numerosas representaciones del santo, tanto
pictóricas como escultóricas, y no sólo de este pasaje de su vida, sino de
otros como el Milagro del pan al pobre, etc... Me gustaría destacar para
concluir dos obras referentes a este hecho de la Traslación del Santo, se trata
de dos representaciones escultóricas:
La primera se encuentra en la capilla de San
Pedro Regalado de la iglesia del Salvador de Valladolid. Es una obra
atribuida, con casi total seguridad, a Pedro de Ávila (hijo del
anteriormente citado Juan de Ávila). La realizaría hacia el año de 1709, fecha
en la que un devoto se dirigió a dicha parroquia para “hacer a su costa un San Pedro Regalado como
está en el Convento de la Aguilera”. Es evidente la cercanía formal de
ambos grupos, sobretodo si nos fijamos en los rostros de los angelotes.
La otra representación, de la que apenas tengo información se ubica en una de las hornacinas del coro del Convento de Santa Clara de Valladolid, se trata de un grupo de pequeño tamaño, no llega a los 30 cm, aunque a peser del pequeño tamaño vemos que el patrón compositivo es el mismo que las dos piezas anteriormente citadas.
BIBLIOGRAFÍA
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- ZAPARAÍN YÁÑEZ, María José: Desarrollo artístico de la comarca arandina: siglos XVII y XVIII, Excma. Diputación de Burgos e Ilustre Ayuntamiento de Aranda de Duero, Burgos, 2002.
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