Esta
primera entada quiero dedicarla al "Maestro de San Pablo de la
Moraleja", un escultor muy peculiar e interesante a la vez que muy
poco conocido por el público en general. Si bien desconocemos su nombre y
tampoco se le puede asignar con seguridad ninguna obra las distintas
tallas que se le atribuyen nos muestran unos patrones específicos que
conducen a un mismo escultor. A este artista le ocurre lo que a muchos artífices,
tanto pintores como escultores, que trabajaron hasta el siglo XVI, y es que la
falta de documentos nos impide ponerles nombre, si bien en este caso y debido,
como se ha dicho, al hallazgo de diversas obras que presentan unos rasgos
afines se le decidió asignar el sobrenombre de “Maestro de San Pablo de la Moraleja”.
Su peculiar estilo se caracteriza por estar dotado de una gran expresividad y por el empleo de rostros alargados y de forma cóncava. Todo esto lleva a pensar en que es un escultor venido de tierras germanas o flamencas y que practica el estilo gótico hispano flamenco, si bien en alguna de las obras se verán detalles ya propios del renacimiento, como ocurre, por ejemplo, en el relieve del Llanto sobre Cristo muerto conservado en la iglesia parroquial de los Santos Juanes de Nava del Rey.
El nombre de "Maestro de San Pablo de la
Moraleja" le viene dado por la localidad vallisoletana homónima en que fue hallada la
primera obra atribuida a este maestro. Se trataba del grupo del "Llanto
sobre Cristo muerto" (1,59 x 1,57 m.), procedente del monasterio
carmelita de la citada población. En la actualidad este grupo engrosa los fondos del Museo Diocesano y Catedralicio de
Valladolid.
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO (Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Hacia 1490-1500)
El
grupo del Llanto sobre Cristo muerto
(159 x 137 cm.) procedente del destruido monasterio de San Pablo de la Moraleja
(Valladolid) se encuentra actualmente en el Museo Diocesano y Catedralicio (Valladolid).
Según la profesora Ara Gil "la
disposición de los personajes que constituyen la escena responde en esquema a
la de las composiciones habituales de la "deploración": la Virgen
sentada sostiene sobre una rodilla el cuerpo inerte de Cristo. San Juan a su
lado, la conforta con su apoyo. En torno a ellos se disponen las santas mujeres,
Nicodemo, con la corona de espinas, y José de Arimatea con los clavos, tomando
este último en su mano la de Cristo. Arrodillada a sus pies, la Magdalena hace
ademán de abrir el tarro de perfumes. Detrás de la Virgen y sobresaliendo por
encima de las demás figuras hay un extraño personaje con los dedos índices
juntos que mira hacia el espectador. María Jesús Ocampo supone que puede
tratarse de San Pablo en actitud de argumentación. Se piensa que el conjunto
fuera el tema central de un retablo desaparecido, una suposición no muy
descabellada pues existe otra obra atribuida al mismo maestro y que trata el
mismo tema, y además este se encuentra inserto en un retablo ("Llanto
sobre Cristo muerto" conservado en la Iglesia de los Santos Juanes de
Nava del Rey).
Su
localización en la escena tendría un sentido supra histórico, puesto que no
forma parte del grupo y es la única figura que no participa de la unidad
dramática del momento, sino que parece estar ahí para ilustrarnos acerca del
acontecimiento que se desarrolla ante nuestros ojos, y posiblemente en relación
con lo que solía hacerse en la representación de los misterios medievales. En
primer término hay una calavera y un cordero, símbolos de la muerte y del carácter
de víctima propiciatoria de Cristo.
El
estilo del grupo es fuertemente característico. Las figuras tienen rostros
alargados, planos y ligeramente cóncavos por la proyección hacia el exterior de
la frente y de la barbilla. Las cejas, muy marcadas, describen una amplia
curva, la nariz es delgada, los ojos, en las diferentes posturas, presentan una
forma de crecimiento lunar. Los rasgos del rostro son abatidos y rematan en una
barbilla, que sobre todo en las figuras masculinas se vuelve enérgicamente
hacia arriba. Los miembros, piernas y brazos, tienen un aspecto curvo y sinuoso
como si fuesen de material flexible. El cabello se dispone en apretadas curvas,
los velos de los tocados presentan un plegado fino y lineal, mientras que las
ropas forman arrugas de contornos curvos. Por el estilo este relieve puede
fecharse hacia el último decenio del siglo XV.
Las dos características más destacadas del grupo
son la fuerza expresiva que transmiten los rostros, con unos rasgos muy
acusados, sobre todo en los varones, que se acentúa a veces por la tendencia a
dejar ver los dientes a través de las bocas entreabiertas, y la minuciosidad
con que se reflejan los detalles de las indumentarias.
RETABLO DEL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO (Iglesia de los Santos Juanes de Nava del Rey. Hacia 1510)
El
retablo del Llanto sobre Cristo muerto, de clara estirpe plateresca, de la
parroquial de Nava del Rey se localiza en la capilla del beneficiado González.
La
Virgen aparece sentada en el centro, con el cadáver del Hijo recostado sobre su
rodilla, cruza los brazos ante el pecho. San Juan, colocado a la izquierda,
sostiene la cabeza de Cristo. Nicodemo, en una postura muy similar a la que
tiene la figura del grupo de San Pablo de la Moraleja, lleva en la mano derecha
la corona de espinas. A la derecha de la Virgen están situados, María Cleofás
llorando, María Salomé con las manos juntas, José de Arimatea sosteniendo con
un lienzo la mano de Cristo y María Magdalena arrodillada a sus pies. En primer
término, en el suelo, hay una calavera.
Ocampo
señaló ciertas diferencias entre este grupo y el que actualmente se encuentra
en el Museo Diocesano de Valladolid, que la hacen suponer al de Nava del Rey,
un poco posterior. Sobre todo la figura yacente de Cristo, de esta última
localidad, tiene una anatomía mucho más potente que acusa ya influjos
renacentistas, y la posición de las piernas es más natural, habiendo perdido la
fuerte curvatura que adoptaban en el grupo de San Pablo de la Moraleja.
Los
elementos comunes a ambos grupos son muy numerosos: los rostros, el tratamiento
de los cabellos, la repetición de las actitudes, los detalles de la
indumentaria y la forma del plegado.
A
la derecha de la escena del Llanto sobre Cristo muerto está situada una pequeña
figura arrodillada ante un reclinatorio, con las manos juntas, que corresponde
al donante. La forma de tratar el rostro, la disposición lineal de los pliegues
alrededor del cuello y con arrugas de borde curvo en el resto del vestido,
corresponde con el estilo de las restantes figuras. En cambio otro donante
colocado en el lado izquierdo, de tamaño un poco superior al del anteriormente
citado, se aparta de él, pudiendo relacionarse en cambio con otras esculturas
de este mismo retablo que están situadas en los nichos que rodean este grupo
central.
Al
mismo estilo del Maestro de San Pablo de la Moraleja pertenece también la
escultura del Cristo crucificado situada en el ático, puesto que coincide con
el Cristo yacente del relieve central. Las restantes esculturas del retablo
muestran una concepción distinta.
PIEDAD (Museo de San Antolín de Tordesillas. Hacia 1510-1520)
A finales del siglo XIII y comienzos del
XIV, la iconografía conocida como la Piedad o Quinta Angustia se convirtió en
uno de los temas que mejor testimonian el carácter devocional del arte del
final de la Edad Medina, representando los episodios de la Pasión incluso con
mayor detalle que la propia narración evangélica. En términos de una serie de
esculturas en piedra, importadas desde Alemania a principios del siglo XV,
hasta la generalización a finales del mismo siglo y comienzos del siguiente de
un diseño más vertical, al que corresponde la obra de Tordesillas. Del mismo
modo, se refuerza el grado de patetismo de la escena al disponer la figura de Cristo
en una posición inestable, motivada por la tensión de su cuerpo, con los brazos
extremadamente alargados y las manos deformadas tras haber soportado su propio
peso en la cruz. Este aspecto contrasta con el rostro de serena tristeza de la
Virgen que predomina en las esculturas de dicho momento.
El
grupo de la Piedad (103 cm.),
realizado en madera de nogal policromada, se encuentra hueca por detrás puesto
que perteneció a un retablo del mismo nombre, situado en el lado de la Epístola
de la iglesia de San Juan de la misma localidad, en donde estuvo situada en un
retablo ubicado en el lado de la epístola. La Virgen está sentada sobre unas
rocas y mantiene sobre una de las rodillas el cuerpo de Cristo, al que sujetan
la cabeza con la mano. El rostro de la Virgen no es tan alargado como en otras
ocasiones, pero el trazado de los rasgos sigue las directrices comunes a todas.
La figura de Cristo es muy semejante a la de la Piedad de Medina del Campo, aunque presenta una posición más
contorsionada, y los brazos, que tienen una longitud desproporcionada, adoptan
una forma curva como si fuesen de goma.
SANTA PARENTELA (Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid)
Este altorrelieve de la Sagrada Parentela perteneció en origen a la iglesia parroquial de
La Seca, de donde pasó al Seminario vallisoletano y de ahí al Museo Diocesano
de Valladolid. En el seminario estuvo instalado en uno de los nichos centrales
de un retablo de pintura atribuido por Post al Maestro de Gamonal y que había
pertenecido a la capilla de los Tovar en la iglesia de la Antigua. Se representa
a San Joaquín, Santa Ana sentados en un banco. Entre ellos y en el suelo está
la Virgen que sostiene al Niño Jesús, a los cuales se añade el detalle
anecdótico de la paloma en manos del Niño Jesús. Los sucesivos repintes han
modificado la expresión, pero hay detalles en la forma de hacer que demuestran
al menos el parentesco del taller, como la forma del plegado en la toca de
Santa Ana, los pliegues lineales y prietos de la banda de tela que cruza el
pecho de San Joaquín.
El relieve se inscribe en la serie de la
genealogía humana de Cristo, que a lo largo de la Edad Media fue un motivo
recurrente en el pensamiento cristiano sobre todo a partir del siglo XII en que
la teología y el fervor popular dirigieron su interés hacia la personalidad
terrena de Jesús. Este relieve es una variante de "Las tres
generaciones", representadas por la abuela, la madre y el nieto, que
aparece en el siglo XIV y alcanza su apogeo a finales del siglo XV.
SAN ROQUE (Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Hacia 1500)
Ara
Gil considera la presente escultura de San Roque (101 cm.), procedente de
Velascálvaro, como obra del mismo taller. El rostro reproduce casi el del Santo
Varón de la izquierda en el grupo del Llanto
sobre Cristo muerto de Nava del Rey, y cuyas vestiduras siguen las
directrices de las utilizadas por todas las figuras del grupo, como los grandes
cuellos puntiagudos, las borlas y los cordones. Representa al santo con su iconografía titular: vestimenta de
peregrino, el perro y el ángel. Llama la atención el canon esbelto del santo,
que si bien es el que suele utilizar el maestro, en esta obra es en una en las
que más se nota.
EL BUEN Y EL MAL LADRÓN (Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid)
El
grupo representa a Cristo entre el buen y el mal ladrón expirando en la cruz.
El alma se les escapa por la boca: mientras que en el buen ladrón el alma toma
la forma de un ángel, en el del mal ladrón es un demonio. Estas esculturas
proceden también del Monasterio de San Pablo de la Moraleja y es posible que
formaran parte del mismo retablo al que perteneciera el grupo del Llanto sobre Cristo muerto.
CRISTO ATADO A LA COLUMNA Y SAN JUAN EVANGELISTA (Iglesia de San Juan de Villalón de Campos. Hacia 1500)
Se
trata de dos esculturas independientes, aunque bien pudieron haber
correspondido a un retablo desaparecido.
La
figura de Cristo atado a la columna
es semejante a los Cristos yacentes ya vistos anteriormente en la forma de
tratar el cabello y en el de los rasgos del rostro. La configuración anatómica
y el tratamiento de los pliegues del perizonium coincide también con la de
ellos.
La
figura de San Juan muestra en el
rostro un sistema de rasgos que está en perfecta concordancia con el de todas
las esculturas atribuidas a este Maestro. Hay diferencias en la forma de estar
tratados los cabellos que en este caso se rizan en los extremos en bucles
espirales. Los pliegues son más abultados que los de las restantes esculturas,
pero sin embargo la forma de la zapatilla sujeta solamente con unas cuerdas que
pasan entre los dedos, repite en forma un poco más sencilla la del calzado de
San Juan en el grupo de Nava del Rey.
SAN ROQUE (Iglesia de Santa María de la Paz de Montealegre de Campos. Hacia
1500)
Puede atribuírsele al Maestro otra imagen de San Roque, si bien con una concepción
claramente diferente a la vista en el conservado en el Museo Diocesano de
Valladolid. Su rostro es muy parecido al del San Juan del relieve de Nava del
Rey, y el tipo de indumentaria y plegado, aunque un poco más duro, no difiere
sustancialmente de los demás. Aparece de pie, viste manto y túnica, que deja las
piernas al descubierto y tiene sombrero de peregrino. Como narra la leyenda es
confortado por un ángel, que cura sus llagas, pues San Roque era patrono contra
la peste, mientras que un perro le presenta un panecillo para su alimentación.
Los tipos son estilizados, de rasgos finos y poco expresivos.
PIEDAD “DE BARRIENTOS” (Museo de las Ferias de Medina del Campo)
La
escultura (100 x 75 cm.) se encontraba en una de las capillas el lado de la
epístola del Hospital de Simón Ruiz en Medina del Campo. Es posible que esta
imagen pueda proceder del Hospital de la Piedad y San Antonio Abad que había
fundado en 1454 el obispo Lope de Barrientos en dicha localidad, teniendo en
cuenta la advocación del mismo, y que hacia la fecha en que esta imagen fue
colocada en el retablo actual, dicho Hospital dejaba de funcionar, y tanto sus
funciones como algunas de sus imágenes fueron recogidas por el Hospital Simón
Ruiz,
La
Virgen aparece sentada sobre unas rocas, sosteniendo sobre el regazo el cadáver
de Cristo, cuya cabeza mantiene levantada con su mano derecha. Con la otra
mano, que ha desaparecido, sostenía la otra mano de su Hijo, que también está
rota.
El
rostro de la Virgen se ajusta en términos generales a los exhibidos por el
Maestro en todas las esculturas anteriores, pero el trazado de cada uno de los
elementos mantiene una disposición semejante a los del rostro de la santa mujer
que está situada entre la Virgen y Nicodemo en el grupo de San Pablo de la
Moraleja. El cabello presenta la característica sucesión de curvas y
contracurvas, y el tipo de plegado que aparece en el manto y en el velo es el
mismo que puede verse en varias de las esculturas de los grupos descritos. La
figura de Cristo es menos patética, pero repite la misma postura del brazo
inerte.
SAN ROQUE (Colegiata de San Antolín de Medina del Campo.
Hacia 1500)
Nuevamente nos encontramos con otra
representación de San Roque (148 x 50 x 20 cm.) atribuida al maestro.
Seguramente fue realizada para ser la imagen titular de la antigua ermita de
San Roque de Medina del Campo. El santo aparece representado como
peregrino con traje corto y capa, portando un bordón (no conservado) y un
zurrón sobre sus hombros; luce un sombrero de alas en cuyo frente se colocan
las llaves cruzadas pontificales -símbolo del peregrino a la Ciudad Eterna- y
su mano derecha muestra una llaga situada en la pierna; va acompañado de un
perro –un galgo en este caso- que le ofrece un pan en la boca, pero no aparece
la figura del ángel protector -su incorporación se consolidará a lo largo del
siglo XVI- como ocurre con otras piezas contemporáneas a esta escultura, por
ejemplo, el San Roque de la iglesia de Sta. María de Montealegre, obra de fines
del XV, atribuida como en este caso al denominado Maestro de San Pablo de la Moraleja.
A los pies del santo aparece una corona imperial, elemento extraño en las
representaciones del santo de Montpellier, quizá como símbolo de los bienes
terrenales que despreció siendo joven.
PIEDAD (Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Lantadilla)
Desde el punto de vista compositivo, ofrece una
disposición que resulta prácticamente única en obras del mismo período en la
que la cabeza de Cristo, al contrario de lo habitual, se coloca a la derecha
del espectador. Es probable que este diseño sea consecuencia de la necesidad de
aprovechar el bloque de manera sobre el que se tallaron ambas figuras. En
cualquier caso, el resultado final es una obra perfectamente equilibrada y de
gran monumentalidad.
Las similitudes con la obra del maestro se
detectan tanto en el rostro de la Virgen como en la forma de trabajar las manos
de dedos alargados, el cabello a base de curvas y el fino plegado del paño de
pureza. Como Señala Ara Gil, es posible que esta escultura pudiera servir de
modelo a un anónimo seguidor que continuó el estilo en obras como el Llanto
sobe Cristo Muerto de la Iglesia de San Miguel de Saldaña, obra que también se
le atribuye.
CRISTO
CRUCIFICADO (Iglesia parroquial de Villaverde de
Medina)
CRISTO CRUCIFICADO (Convento de Santa Clara de Valladolid)
Esta
patética imagen localizada en una hornacina del coro conventual se relaciona
claramente con el estilo del Maestro, así lo podemos ver en los rasgos del
rostro, en el trazado del cabello, la configuración general del cuerpo y el
sistema de plegado del perizonium mantienen en términos generales todos sus
convencionalismos.
BIBLIOGRAFÍA
- ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Institución cultural Simancas, Valladolid, 1977.
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