Hoy
vamos a tratar un tema muy interesante, y a la vez poco conocido. Se trata de
la arquitectura racionalista de Valladolid. Nuestra ciudad actualmente es un
aborto arquitectónico debido a los desmanes que se dieron desde la época
franquista hasta la actualidad (no hace falta recordar esos engendros
levantados frente a la iglesia de las Angustias, en la plaza de Portugalete, a
la mitad de la calle Regalado, etc…), momentos en los cuales se eliminaron edificios
históricos (iglesia de San Antón o San Ignacio de Loyola, palacios, conventos,
mercados, etc…) y otros que sin serlo también eran bastante bellos (Casa del
Barco…). Debido a esto, quizás, los vallisoletanos no nos fijamos demasiado en
los hermosos edificios contemporáneos que poseemos, porque haberlos los hay. Un
buen grupo de estos edificios pertenecen a la arquitectura racionalista,
desarrollada durante el primer tercio del siglo XX. Esta tipología busca la
sencillez y pureza de líneas, pero esto no quiere decir que no sean bellos,
para nada. Sencillez y belleza van muchas veces unidos, no tenemos más que
recordar algunos edificios neoclásicos. El texto que explicará esta corriente
arquitectónica procede de la indispensable Enciclopedia de Historia del Arte
“Summa Artis”.
Los
arquitectos encargados de hacer evolucionar la arquitectura hacia los cauces
racionalistas encontraron en Castilla el firme arraigo de una práctica
profesional dominada por el eclecticismo fin de siglo, que en algunos casos se
concretó en tendencias modernistas y cosmopolitas y en otros se vinculó con
tradiciones locales muy firmes.
En
el área de Valladolid, que actúo como centro de una arquitectura ecléctica
consolidada en sus distintas variantes por nombres tan ilustres como Ortiz de
Urbina, Agapito y Revilla, Teodosio Torres, Julio Saracíbar, Jerónimo Arroyo o
Emilio Baeza, vinieron a producirse escasos ejemplos racionalistas dirigidos
por arquitectos de valía. La figura de Flórez puede considerarse un vínculo
eficaz entre las tradiciones locales ligadas al ladrillo y un camino
racionalizador de tipologías y métodos. En este sentido, su ejemplo pudo ser
seguido por algunos de los arquitectos más lúcidos, como se verá más adelante.
ISIDRO RODRÍGUEZ ZARRAZÚA. Fábrica de la "Electra Popular Vallisoletana" |
A
este respecto, la arquitectura industrial y la escolar, realizada por los
arquitectos de las generaciones prerracionalistas, alcanzó un elevado grado de
sensatez.
Entre
las realizaciones industriales destaca la Fábrica de la
“Electra Popular Vallisoletana”, en la calle Veinte de Febrero, de 1905, proyectada
por el ingeniero Isidro
Rodríguez Zarrazúa, inventor del carburador I.R.Z. Las pautas formales de
este y otros edificios fabriles son semejantes y destacan en ellos, además del
empleo masivo del ladrillo, las estructuras de hormigón o metálicas y un
acusado sentido de la desornamentación.
Los
arquitectos que siguen los caminos racionalistas están titulados entre 1906
(Cuadrillero) y 1922 (Candeira), con muy pocos representantes intermedios. A
pesar de todo, la producción de estos autores resulta minoritaria al compararla
con la que siguen desarrollando hasta los años treinta las generaciones
anteriores. A los arquitectos locales se sumaron actuaciones puntuales de otros
foráneos (Flórez, Fungairiño), en algún caso importantes. Mezclado con composiciones
clasicistas, el lenguaje “Déco”, se introduce en algún caso de la mano de
maestros de obras como Modesto Coloma,
que realiza en 1925 un edificio con estas características en la calle Gamazo, 42,
o en el caso del edificio
para la Confederación Hidrográfica del Duero (Calle Muro, 5), proyectado en
1929, desde Valencia, por Alfonso Fungairiño y
Nebot el mismo año de su titulación. Tampoco desde la arquitectura “de
extrarradio” se observa un impulso significativo por la renovación. Lo que
verdaderamente seguía contando con el favor del público, y de los arquitectos
en general, es lo que hacía aún en 1929 Manuel Cuadrillero y
Sáez (titulado en 1906) y autor en 1917 del ecléctico Banco Castellano en
la calle Duque de la Victoria, o en la calle López Gómez con
vuelta al Salvador; o el mismo Jacobo Romero
Fernández (titulado en 1914) en el edificio de viviendas en la Plaza Mayor,
3 (esquina de la Plaza Mayor con Corrillo) en 1926. Del mismo autor, en
1932, es la Casa
del Pueblo, en la calle Fray Luis de León, 9, en la que pueden observarse
restos de una actitud ecléctica y decorativa.
ALFONSO FUNGAIRIÑO. Edificio de viviendas de la calle Gamazo nº 22 |
ALFONSO FUNGAIRIÑO Confederación Hidrográfica del Duero (calle Muro nº 5) |
MANUEL CUADRILLERO. Banco Castellano (calle Duque de la Victoria) |
MANUEL CUADRILLERO. Edificio de viviendas de la calle López Gómez, esquina calle Santuario |
JACOBO ROMERO. Edificio de viviendas de la Plaza Mayor, esquina Plaza del Corrillo |
En
algunos autores, la inercia a mantenerse en arquitecturas ya superadas se
continúa hasta bien entrada la década. Es el caso, por ejemplo, de Cuadrillero en
el edificio de la
calle Santiago con vuelta a Plaza Mayor, de 1934.
Sin
embargo, en torno a 1932, ya en época republicana, comienza a difundirse un gusto
“déco” que tiñe con sus detalles obras compuestas con mentalidad clasicista.
Así, Jacobo
Romero construye en la calle Muro, 3, un
edificio en el que tanto los remates de sus cuerpos laterales como los dinteles
de todos sus huecos y el tratamiento en bandas verticales de ladrillo y
enfoscado, son una clara manifestación “1925”. En el Edificio de Viviendas en la calle Perú, 2
(esquina de las calles Perú y Rastro) de
1935, el arquitecto va decantándose por expresiones modernas. El ejemplo más
decididamente racionalista de Romero es el Edificio de Viviendas en la calle
Santiago 6 (calle Santiago con vuelta a Héroes de Alcántara); de
1934-1935, con un remate en el ático achaflanado muy cerrado en los frentes
laterales, enmarcados por los balcones corridos de las plantas superior e
inferior. La rotonda de la esquina acentúa su independencia de los laterales
cortándose en ángulo recto con ellos.
MANUEL CUADRILLERO. Edificio de viviendas de la Plaza Mayor, esquina calle de Santiago |
JACOBO ROMERO. Edificio de vivivendas de la calle Muro nº 3 |
JACOBO ROMERO. Edificio de viviendas esquina calles de Perú y Rastro |
JACOBO ROMERO. Edificio de viviendas esquina calles Santiago y Héroes de Alcántara |
Constantino
Candeira proyectó en 1935 un interesante edificio para
depósito y refino de aceite, con viviendas, en el actual paseo del Hospital Militar.
Sus huecos sin inequívocamente racionalistas de corte expresionista, con
referencias a la arquitectura naval, con terrazas planas, barandillas de tubo,
ojos de buey, ventanales en bandas horizontales…
Ramón
Pérez Lozana (nacido en 1890 en Oviedo, y titulado en
Madrid en 1916), realizó, entre 1935-1936, el Edificio de Viviendas en la calle
Santiago, 26, claramente ligado al racionalismo convencional. Esta casa adapta
una solución típica de las propuestas modernas: la de volar sobre la planta
baja en chaflán un cuerpo en cuarto de círculo que establece una continuidad
entre ambas fachadas.
A
Pérez Lozana se deben también otras arquitecturas que pueden inscribirse en
esta línea. El edificio en la calle Doctrinos con
vuelta a María de Molina, de 1936, y el Teatro Carrión,
inaugurado en 1943.
RAMÓN PÉREZ LOZANA. Edificio de viviendas de la calle Santiago nº 26 |
Edificio de viviendas de la calle María de Molina, vuelta con calle Doctrinos |
Teatro Carrión |
El
Fungairiño
que vimos en 1929 como moderamente “déco”, en 1932 proyectó en la calle Santiago, 4,
un edificio intencionadamente moderno, en el que el color de los elementos de
fachadas desempeña un papel tan importante como los volúmenes de los balcones y
miradores. La terraza plana en cubierta, entendida como superficie
aprovechable, la distinción funcional de las piezas de habitación y su
correspondiente expresión en fachada, apuntan a una reflexión novedosa en
Valladolid, capaz de transformar tanto la estructura interior de las viviendas
como sus fachadas. El uso de muros de carga dificultad su entendimiento en
términos de fluidez espacial, si bien la planta resuelve la cuestión con gran
eficacia.
ALFONSO FUNGAIRIÑO. Edificio de viviendas de la calle Santiago nº 4 |
Algunas
de las piezas racionalistas vallisoletanas son de autor desconocido, como la de
Panaderos, 68,
de 1935, o la de Gamazo,
22, aunque quizás se pudieran atribuir a José María de la
Vega Samper (nacido en 1900, y titulado en 1924 en la Escuela de Madrid),
de quien se conoce el excelente edifico en la calle
Capuchinos, 1, de 1939, en el que unas torres en el ático, con sus
correspondientes ojos de buey, articulan el volumen. Los planos de las fachadas
no se relacionan entre sí a través de su intersección, sino que acentúan la
esquina como arista.
AUTOR DESCONOCIDO. Edificio de viviendas de la calle Panaderos nº 68 |
El
último ejemplo, quizás el más definitivo, se debe a Jesús Carrasco Muñoz
y Pérez Isla (nacido en Madrid en 1900, y titulado en Barcelona en 1930),
que proyectó en 1937 los bloques de viviendas colectivas
para la Obra del Hogar Nacional Sindicalista (O.H.N.S.) en los terrenos de
San Isidro. El excepcional proyecto de ordenación se organizaba, según las
experiencias europeas, en grandes bloques lineales cerrando un espacio interior
penetrado por éstos. La realidad edificada simplificó posteriormente el
conjunto, desvirtuando su intención primitiva. Igualmente los bloques
proyectados en agosto de 1937 y marzo de 1938, que preveían servicios
colectivos comunes, que no se construyeron, se vio modificada sustancialmente.
El conjunto construido en Zamora por el mismo autor indica una búsqueda
consciente, truncada lamentablemente.
JESÚS CARRASCO Y PÉREZ ISLA. Viviendas colectivas para la Obra del Hogar Nacional Sindicalista |
En
1925, el Ayuntamiento de Valladolid convocó un concurso de proyectos para
realizar un Nuevo
Matadero para sustituir al realizado en 1877 por el arquitecto municipal
Joaquín Ruiz Sierra. El ganador del concurso fue Alberto Colomina y
Botí en contra de la opinión de algunos miembros del jurado, López Otero
entre ellos, que defendían la opción racionalista presentada por Gaspar Blein. En
1931, el mismo Colomina retomó su proyecto inicial para adaptarse a las
observaciones del jurado y a las nuevas corrientes estéticas. Un nuevo
proyecto, firmado en 1932, ajustó definitivamente todos los requerimientos
planteados, y pudieron terminarse las obras en 1936.
ALBERTO COLOMINA Y BOTÍ. Nuevo Matadero. Fotografía tomada de http://valladoliddailyphoto.blogspot.com.es |
En
1934, otro concurso municipal dio lugar a la construcción de unas Piscinas públicas en
Las Moreras, según proyecto de Emilio Paramés Gómez
Barrio (titulado en Madrid en 1929). Las referencias formales a la piscina
La Isla, de Gutiérrez Soto, son evidentes aunque su planteamiento abierto es,
sustancialmente, distinto de aquélla. Su adscripción racionalista resulta
vinculable a soluciones volumétricas muy próximas a la arquitectura holandesa
de De Stijl.
En
1936, otro concurso municipal, cuando el Ayuntamiento tenía mayoría socialista,
intentó acometer la construcción de viviendas económicas, siguiendo el ejemplo
de Madrid y Bilbao. El proyecto ganador, del arquitecto José María Castell
(titulado en Madrid en 1922), presentaba una interesante solución en bloque
abierto lineal dispuesto en peine, heredero en diversos aspectos de la casa de
las Flores, de Zuazo. No llegó a realizarse debido a los acontecimientos.
Donde
la política municipal logró colaborar con la arquitectura racionalista de forma
más eficaz fue en el campo de las construcciones escolares. Tras las “escuelas
normales”, proyectadas en 1926 por Antonio Flórez,
entre las calles
Teresa Gil, López Gómez y José María Lacort, una pieza importante en la
producción de este arquitecto, pero estilísticamente alejada de las corrientes
innovadoras, la vanguardia se abrió paso en el Colegio de San
Fernando. Las escuelas de Flórez se emparentan con otras escuelas
proyectadas por Agapito
y Revilla (Colegio
Macías Picavea), de éste con Baeza (Instituto Zorrilla)
y de Joaquín Muro
(Escuelas Isabel
la Católica y Ponce de León).
En
1928, Joaquín
Muro Antón (nacido en 1892, y titulado en Madrid en 1916), proyectó las Escuelas graduadas en
la calle del Padre Claret (antigua de Fructuoso García),
hoy conocido Colegio
público San Fernando. El solar, de esquina, tiene una extraña y complicada
forma, que aprovecha el arquitecto para, adosándose a la fachada, liberar al
interior un espacio abierto.
JOAQUÍN MURO. Colegio público San Fernando |
El
esquema de su planta resulta así básicamente una L, uno de cuyos extremos se
dobla en la esquina de la calle con dos rotondas, una interior y otra exterior,
y se prolonga hasta el límite del solar. El lado menor de la L no se adosa a la
medianería y recoge, en cambio, en su encuentro interior con el brazo largo,
una rotonda a juego con la del eje de la esquina. El edificio, de dos plantas,
contiene todos los síntomas del racionalismo desarrollado por Giner y su grupo
en Madrid junto con alguna herencia de los elementos de Flórez o del mismo Muro
en Valladolid.
El
tratamiento en bandas del aparejo de ladrillo, reforzando los huecos y
subrayando los petos, juega con las barandillas y los vuelos de los alteros que
confieren al conjunto un aire expresionista y horizontal.
BIBLIOGRAFÍA
- BALDELLOU, Miguel Ángel: Summa Artis. Tomo XL. Arquitectura española del siglo XX, Espasa-Calpe, Madrid, 1996.
- VIRGILI BLANQUET, María Antonia: Desarrollo urbanístico y arquitectónico de Valladolid (1851-1936), Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1979.
- ARNUNCIO PASTOR, Juan Carlos (dir.): Guía de arquitectura de Valladolid, IV Centenario Ciudad de Valladolid, Valladolid, 1996.
Muy buena muestra de arquitectura racionalista, desconocía que la hubiera de esa categoría en Valladolid. Y espectaculares los edificios de la Obra para el Hogar Nacional Sindicalista.
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