Aunque apenas se conservan datos fidedignos acerca de tan magna obra, si se puede señalar que es una obra cercana a la estética de Pompeyo Leoni, aunque en ningún caso ha de aceptarse que es obra suya pues como bien se sabe él nunca trabajó la madera sino que tan solo se dedicó a la escultura en bronce y en mármol. En todo caso podría aceptarse la hipótesis de que algún oficial suyo, o escultor de su entorno, lo ejcutara según un modelo preparado por el italiano. Fechable en el último tercio del siglo XVI, durante
muchos años se creyó que era obra de Francisco de Maza, discípulo de Juan de
Juni, en cuyo taller pudo trabajar como oficial.
A este Cristo se le conoce en la actualidad como el “Cristo de las
Mercedes”, aunque anteriormente tuvo otros nombres, como “Cristo de la
Misericordia” o de “La Luz”. Confirmaba en 1900 el erudito vallisoletano
Casimiro González García-Valladolid, que la tercera capilla de este templo se
encontraba consagrada a este Crucificado (por entonces bajo la advocación de la
Luz): “tiene un bonito altar corintio, formado por dos columnas que
sostienen la cornisa sobre la cual se alza un ático cortado en el centro, para
dar lugar a un frente con un óleo representando a la Virgen con Jesús muerto en
el regazo”.
El Crucificado es mucho mayor que el natural (2,30
m.), muy anatómico y robusto, con una clara inclinación de la cabeza. Su
cuerpo, con una concepción hercúlea, representa verdaderamente el de un Dios,
cubierto por un paño de pureza carente de pliegues violentos, sino más bien
suaves. Posee un estudio anatómico muy depurado, el modelado de su cuerpo
obedece a un criterio estético muy severo, como huyendo de academicismos y de
posturas demasiado bellas. Aparece caído hacia el lado derecho, ya muerto, y
presenta la lanzada en el costado. Se acusan bien las articulaciones, por
ejemplo de las rodillas, notorias bajo la piel. Permanece con la boca
entreabierta como conservando aún entre sus labios la última de las Palabras.
La cabeza tiene una abundante cabellera y barba. Tiene la corona de espinas
tallada sobre su cabeza. Conserva su policromía original, a pulimento. No
presenta gran profusión de sangre. La policromía se ha detenido en las
marcas de las cuerdas de las manos y de los tobillos.
La imagen
recibió una importantísima restauración en el Instituto Nacional de
Restauración de Madrid, por los Hermanos Solís, en el año 1986. Allí se realizó
un profundo examen extrayéndosele de la cabeza una serie de clavos que
probablemente le fueron insertados a principios de siglo XX, y que estarían
motivados por la importante rotura que se le aprecia en la cabeza. Los dos
clavos (de unos 30 cm.) le fueron extraídos y el agujero que habían formado fue
recubierto y restaurado. Se restauró también la policromía que se encontraba
deteriorada por el paso de los años. Fue nuevamente restaurada hace unos pocos
años.
Se ha intentado buscar el origen de su vinculación con esta parroquia, aunque no se ha encontrado ningún dato en el archivo de la misma. Actualmente continúa siendo alumbrado durante el año en la parroquia de Santiago, en una capilla por la que se accede a la puerta de la antigua calle de la Tumba (actual Héroes del Alcázar de Toledo). El Cristo no fue concebido como talla procesional, sino como imagen de retablo, hasta que el arzobispo Antonio García y García, junto con el director del Museo de Escultura, impulsaron el montaje de un nuevo paso para la cofradía de las Siete Palabras. La imagen central de la misma era este Crucificado, recurriendo a los dos “Ladrones” originales, Dimas y Gestas, que Gregorio Fernández talló en 1616 para el paso de la Sexta Angustia, encargado por la cofradía de las Angustias.
Asimismo el Santo Cristo de las Mercedes protagoniza desde 2005 la Procesión de Paz y Reconciliación, en la noche del Miércoles Santo, visitando la S.I.M. Catedral. A partir de 2009 se pasa a denominar Procesión del Santo Cristo de las Mercedes coincidiendo con la confección de unas andas para portarlo a hombros. Por último me gustaría dar mi opinión acerca de la autoría del Santo Cristo, y no es otra que Pompeyo Leoni, puesto que si comparamos este Crucificado con otro que se encuentra en el Museo Nacional de Escultura, las coincidencias son más que claras. Este último Crucificado forma parte de un Calvario, realizado por Pompeyo Leoni entre 1606-1607, que remataba el retablo mayor del desaparecido Convento de San Diego de Valladolid.
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LA IGLESIA DE SANTIAGO III: Esculturas yacentes de la familia de D. Luis de la Serna
LA IGLESIA DE SANTIAGO IV: El relieve de Santiago Matamoros
BIBLIOGRAFÍA
- BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier (comisario de la exposición): Gólgota, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2004.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980.
Yo también coincido en Leoni como autor... ¡Los paños, llagas, talla de la barba y rastros de sangre son más que similares al Calvario que mencionas! =)
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