martes, 26 de marzo de 2013

COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ: La Coronación de Espinas (Gregorio Fernández, ca. 1620)


El paso de la Coronación de espinas es el paso menos conocido documentalmente de cuantos aún subsisten de la Cofradía de la Santa Vera Cruz. No se conocen ni los autores ni las fechas de ejecución, aunque se tienen teorías bastante aproximadas. En lo concerniente a la fecha de ejecución hay dos caminos. Por un lado los que cree que su datación debería situarse entre las fechas de ejecución del paso del a Azotamiento (1619) y el del Descendimiento (1623-1624). En cambio Martin González pensaba que, a partir del Cristo, se podría fechar el conjunto en la década de 1630. La primera de las dos teorías cuenta en su contra con un hecho, ya apuntado por José Ignacio Hernández Redondo, y se trata de que es extraño que al contratar el paso del Descendimiento sólo se mencione el paso del Azotamiento, por lo que no se debe descartar que sea algo más tardío a 1624.
 
Al igual que ocurrió con el paso de la Flagelación, el declive de la Semana Santa determinó que el conjunto quedara reducido a la imagen titular en los desfiles procesionales, pasando a los fondos del Museo creado tras la desamortización el resto de las figuras que se conservaban. Según se ha señalado en múltiples ocasiones, la descripción contenida en el contrato suscrito en 1675 entre la cofradía de Jesús Nazareno de León y el escultor vallisoletano Francisco Díez de Tudanca, por el cual este último se obligaba a realizar una copia del paso de la Coronación de espinas de la Vera Cruz de Valladolid, permite conocer el número e identidad de las figuras del paso de Fernández. El contrato parece dejar claro que la escena se componía de cinco figuras: “Christo en su tórculo sentado con vestidura purpura como esta el de Valladolid, dos sayones que le estan coronando con sus orquillas, otro sayon que esta delante de rodillas dándole la caña, otra figura detrás que está mirando la ejecución del castigo, este representa un juez del senado”. A partir de dicha descripción se identificaron tres de las cuatro figuras que acompañaban a la talla titular y se propuso un montaje. Para el dicho montaje es conveniente, según Luis Luna, situar la acción en las escalinatas del Pretorio: así, el sayón que ofrece la caña se situaría abajo y Cristo y las figuras que le coronan, arriba, junto al primer escalón. Además de que en todos los paralelos iconográficos la escena se dispone así, se logra que la escultura de primer término no tapa la de Cristo; al fondo del paso, Pilatos, contempla la escena.
La aparición en numerosas composiciones, tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un sayón ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba pocas dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de espinas. Por fotografías de la década de 1950 sabemos que durante algún tiempo la escena se compuso con dos sayones pertenecientes al paso de la Oración en el huerto y la figura arrodillada ofreciendo la caña. Con toda probabilidad el mal estado de conservación obligó a rehacer las piernas que ahora tiene, completamente desproporcionadas con el resto del cuerpo. Incluso es posible que en origen su postura fuera más la de una reverencia, sin llegar a estar completamente arrodillado ante Cristo. En la misma intervención y posiblemente por razones de estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho extendido por otro nuevo que caía horizontal al cuerpo. En una reciente restauración realizada en el taller del Museo Nacional de Escultura se ha decidido reintegrar el brazo original, con el que quizás se aludía a la anterior entrega a los verdugos de la corona de espinas, el otro atributo de rey con el que se realizaba la burla.
El montaje del paso de la "Coronación" cuando incluía dos sayones del paso de la "Oración en el Huerto"
No era tan evidente el paso al que pertenecía el sayón que se encuentra de pie, popularmente conocido como “el bizco”. La incorporación de unas nuevas manos y el giro de su brazo izquierdo, determinó que se perdiera su primitiva postura en la que sujetaba unas largas varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera Cruz, posteriormente en el paso Camino del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena de la “primera palabra”, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, en la que sujetaba una cuerda.
El grupo lo completa la figura identificada como Pilatos, que en la actualidad se monta también en la referida “primera palabra” portando un papiro. Al ser citado en la copia para León como “un juez del senado” se han suscitado dudas sobre su identificación con Pilatos, que sin embargo se ha mantenido dado que existen precedentes en los que se representa al gobernador romano con traje y gorro oriental.
Como antes se mencionó, se han conservado todas las figuras excepto un sayón perdido antes de la llegada de las esculturas al museo. Quizás sea una de las dos piezas que se enviaron a Madrid en 1797, aunque lo cierto es que en el informe que la Cofradía manda a la Academia de Valladolid seis años más tarde se dice que se trataba de la figura “llamada de la Higa” y ese gesto en los grabados lo suele realizar el sayón que ofrece la caña.
También apunta Hernández Redondo que Gregorio Fernández, o Andrés Solanes, pudo utilizar como fuente de inspiración un grabado realizado por Johan Sadeler I en 1583 sobre dibujo de Maarten de Vos en el que se aprecia el mismo esquema, con los tres sayones martirizando a Cristo y Pilatos en la parte posterior acompañado en el grabado por otro personaje y dos soldados. La cercanía en algunos detalles como los gorros del sayón de la caña y del supuesto Pilatos parece reafirmar dicha posibilidad.

Ecce Homo (Iglesia de la Vera Cruz) 1,59 m. x 0,68 m. x 0,74 m.
Cristo aparece sentado sobre un cajón. Posición recto, en actitud de descanso y aspecto de contemplación. El escultor ha logrado una sorprendente sensación de naturalidad: las piernas en distintos planos, los brazos formando arco y la mirada hacia un lado, es decir, esquivando el frontalismo. Hay detalles que revelan la intervención genial del escultor, incidiendo en el patetismo de la imagen; así, la diversidad de las manos dispuestas a sujetar la caña; la boca entreabierta; el tratamiento perfecto de los cabellos y de la barba, ordenada en dos puntas y similar a la de su Cristo atado a la columna en la misma iglesia; los regueros de sangre que caen sobre la frente y el cuerpo, etc.

El manto forma una fina lámina. Los quiebros son amplios y angulosos, es un estilo muy plástico. En la anatomía luce la habilidad del maestro, matizando sobre todo los finos vasos de las manos. Poderoso es su pecho y firme la expresión del rostro. El cabello se ordena con simetría, formando amplia melena ondulada, que oculta las orejas, debido a la falta de movimiento. En décadas pasadas tuvo una corona de espinas metálica, siendo la actual trenzada. Regueros de sangre caen por la frente. Los ojos de cristal dan mayor viveza a la mirada. La boca se mantiene entreabierta. Barba ordenada, en dos puntas, todo en técnica muy próxima al Cristo atado a la columna de la misma iglesia. La ceja izquierda se encuentra atravesada por una espina, detalle muy típico de Fernández.

Todos los autores que han estudiado la obra de Gregorio Fernández han creído oportuno atribuir el Ecce Homo al gran maestro gallego, tanto por la constitución de un tipo de Cristo luego repetido en copias tardías, una de ellas en la ermita de la Vera Cruz de Nava del Rey (Valladolid), como por la propia calidad de la talla. Según Hernández Redondo no se puede descartar una posible colaboración con Andrés Solanes, que por otro lado sabemos se produjo en otras ocasiones. Su tesis la fundamenta en que el resto del Cristo de la Oración del Huerto, obra documentada de Solanes, se aprecian notables similitudes con el del Cristo de la Coronación de espinas.
La escultura se encuentra colocada en un retablo barroco, obra del ensamblador Alonso de Manzano, situado en un colateral del lado del evangelio de la iglesia de la Vera Cruz.
Fotografía del Ecce Homo de mediados del siglo XX

Pilatos (CE0748) 1,78 m. x 1,04 m. x 0,80 m.
En la escena de la coronación de espinas se suele incluir, tanto en grabados como en representaciones de escultura, un personaje que representa a la autoridad que ordena el castigo vestido con traje y gorro orientales. A pesar de dicho atuendo y que en otros pasos del mismo tema ha sido identificado como un juez del senado, se ha mantenido en este caso la identificación con Pilatos dado que es también habitual que se represente al gobernador romano con dicho atuendo. En la actualidad el Cristo coronado de espinas sale en procesión en solitario y esta figura se utiliza en el paso Padre, perdónales porque no saben lo que hacen portando un documento enrollado.
Turbante blanco. Rostro fruncido. Perilla. Vestido largo sin pliegues hasta la pantorrilla con línea de botones en el centro y dibujos dorados a pincel. Brazo derecho hacia adelante mientras del izquierdo le cuelga una capa roja. Botas bajo el vestido que le ocultan la pierna.
 
Sayón arrodillado ofreciendo la caña (CE0549) 1,39 m. x 0,77 m. x 1,30 m.
La repetición en numerosas composiciones, tanto en escultura como en pintura y grabado, de la figura de un sayón ofreciendo a Cristo de forma burlesca una simple caña como cetro, dejaba pocas dudas de la pertenencia de dicha escultura al paso de la Coronación de espinas. Con toda probabilidad el mal estado de conservación obligó a incorporar a la escultura las piernas que ahora tiene, completamente desproporcionadas con el resto del cuerpo. En la misma intervención y posiblemente por razones de estabilidad, se decidió sustituir el original brazo derecho extendido por otro nuevo que caía horizontal al cuerpo. Sin embargo, en la última restauración se decidió reintegrar el brazo original, con el que se alude a la anterior entrega a los verdugos de la corona de espinas, el otro atributo del rey con el que se realizaba la burla.
Probablemente estuvo situado debajo del Cristo. Actitud de ofrecerle la caña. Brazo izquierdo extendido al frente y el derecho hacia el suelo paralelo al cuerpo. Gorra roja. Jubón y pantalón corto verde. Mangas rojas. Botas hasta la pantorrilla dejando ver la pierna desnuda.

Sayón bizco (CE0548) 1,70 m. x 1,05 m. x 0,95 m.
La incorporación de manos nuevas a este sayón, popularmente conocido como “el bizco”, y el giro de su brazo izquierdo, determinó que se perdiera su primitiva postura en el que sujetaba unas largas varas con las que clavaba, ayudado por otro sayón que no se ha conservado, la corona de espinas en la cabeza de Cristo. Por este motivo la talla fue utilizada al resurgir los desfiles procesionales primero acompañando al Cristo atado a la columna de la Vera Cruz, posteriormente en el paso Camino del Calvario llevando una lanza, y, por último, en una moderna escena del Calvario titulada Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, en la que sujeta una cuerda.
Traje militar. Gorra verde. Pantalón corto amarillo desabrochado. El pecho le cruza un correaje con hebilla. Mangas de jubón color verde. La camisa le sale por el codo roto y la cintura dándole un aspecto desaliñado. Las botas le llegan hasta la entrepierna. Martín González lo atribuye al taller de Gregorio Fernández.
BIBLIOGRAFÍA
  • AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
  • HERNÁNDEZ  REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
  • VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986

1 comentario:

  1. Excelente trabajo. Muchas gracias por el tiempo dedicado.

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