INTRODUCCIÓN
Este
paso procesional que escenifica el traslado del sepulcro del cuerpo de Cristo
descendido de la cruz, se compone en la actualidad de tres esculturas, aunque
su diseño original era más amplio y complejo. Según el contrato firmado en 1641
estas tres figuras centrales estarían acompañadas de otras cuatro: la Virgen
desplomada por el dolor, la Magdalena arrodillada sosteniendo el brazo
izquierdo de Cristo, San Juan Evangelista de pie sujetando el derecho y un
criado quitando la piedra del sepulcro.
A
finales de ese mismo siglo, las cofradías y las procesiones se encontraban en
franca decadencia, por lo que estos grandes conjuntos procesionales dejaron de
montarse y se guardaron las figuras en los almacenes de las sedes de las
cofradías, cayendo en un olvido y deterioro progresivo. La primera
reconstrucción parcial se realizó en 1986 con las dos figuras completas conservadas
(Nicodemo y Cristo yacente); posteriormente con objeto de completar mínimamente
la escena para participar en los desfiles procesionales, la moderna Cofradía de
la Piedad solicitó permiso al entonces Ministerio de Cultura para completar la
escultura de José de Arimatea, colocando la cabeza original en un cuerpo nuevo.
Ojalá
la cofradía pudiera volver a sacar la imagen de la Magdalena en el paso, con lo
cual se podría ir, poco a poco, recuperando, dentro de lo que cabe, los montajes
originales de los “pasos históricos” de la semana santa vallisoletana, como así
han hecho otras cofradías con los suyos, véase la Cofradía de las Angustias con
el paso de San Juan y la Magdalena al pie
de la cruz, o la Cofradía de la Pasión con el Cristo del Calvario o el Nazareno del Camino del Calvario.
HISTORIA
El
paso del Santo Entierro, o del Traslado al Sepulcro, es, quizá, junto con el de
Longinos, ambos de la Cofradía de la Piedad,
uno de los pasos con una historia más confusa y peor conocida de todos
los “históricos” las procesiones vallisoletanas. La mejor descripción se debe
al historiador Manuel Canesi, “Joseph
Abarimathia, y Nicodemus, con Christo difunto en los vrazos, quando le baxaron
de la Cruz, la que está a su vista, y la Magdalena, y otra figura abriendo el
Sepulchro”.
En
el cabildo general celebrado el 12 de mayo de 1630, la Cofradía de la Piedad
acordó fabricar un nuevo paso encargando a sus alcaldes, el pintor Tomás de
Prado y Pedro de Luna, y al escribano Diego de Medina, realizar las gestiones
pertinentes. En el cabildo de 16 de mayo, los designados dieron cuenta a los
demás oficiales “de cómo se abia ablado a
gregorio ernandez y andres de Solanes escultores para açer el paso que se
propuso açer en el cabildo general antes deste y cómo se había echo un modelo
de cera de todas las figuras que abia de llevar y anssi mismo se avia tratado
del preçio…”. El 30 de mayo los comisionados por la cofradía informaron
sobre sus progresos: “abian echo junta
con los escultores en cassa de gregorio ernandez escultor y con acuerdo del
dicho gregorio ernandez se abian Repartido las figuras del passo a los
escultores a cada uno la que podía açer con mas perfeçcion…”.
En
los cabildos celebrados de 3 de junio de 1632 y 10 de mayo de 1633 aparecen
nuevas referencias que hablan de los esfuerzos de la cofradía por conseguir
fondos con los que costear la obra y en el del 19 de junio de aquel último año
se cita ésta como iniciada. Transcurren sin embargo nueve años sin noticias,
hasta que en el cabildo general del 16 de marzo de 1642 se informa del estreno
de un paso nuevo sin hacer ninguna referencia a sus características. En la
planta de la procesión de 1644, figuró con el nombre de “Passo nuevo”, esta vez
junto al de Longinos y la Cruz, y únicamente en 1649 aparece
reseñado como “Passo nuevo del Entierro”.
Gracias
al hallazgo del contrato del paso podemos conocer todos los datos referentes a
fechas y autoría. Lo que desconocemos es si el paso citado en 1633 como ya
comenzado hacía referencia al de Longinos o a este del Santo Entierro. No sería
lógico que hiciera referencia este último, puesto que ocho años después se
volvería a realizar, lo que me inclina a pensar que se tratara del Longinos.
La
Cofradía de la Piedad se concertó, el 15 de mayo de 1641, con los escultores
Antonio de Ribera y Francisco Fermín (discípulos de Gregorio Fernández), para
que estos realizaran un paso para la procesión del Viernes Santo “el cual se ha de componer y ha de ser de
cuando llevan al sepulcro a Cristo Nicodemus y Abar y Mathía (Arimatea).
Las esculturas debían ser talladas, como de costumbre, en madera de pino de
Soria, estando ahuecadas “todo lo
posible, porque el paso pese menos”, sujetándose en su plataforma “con los tornillos necesarios para la
fortificación de las dichas figuras y seguridad para que con los va y viene
tenga ningún detrimento…”.
Las
tres figuras centrales del paso (Yacente, José de Arimatea y Nicodemo) estarían
acompañadas de otras cuatro “que serán
Nuestra Señora sentada o de rodillas, como mejor se disponga el modelo,
demostrando sentimiento de ver llevar a su hijo y de habérselo quitado… una
figura de la Magdalena hincada de rodillas y con una mano y toalla natural,
teniendo el dicho brazo (izquierda del Cristo) caído, y la otra en la mejor disposición que convenga al paso… otra
figura de San Juan Evangelista que tenga el brazo derecho del Cristo con una
mano, y con la otra haciendo demostración de sentimiento de ver la llagada,
esta figura ha de ser en pie… (y) una
figura que represente un criado que quitaba la piedra del sepulcro con una
palanca, la cual figura ha de ser airosa y hecha con toda valentía”.
La
parte de la cabeza del Cristo se apoyaría sobre el pecho de Nicodemo; la Virgen
se situaría en la parte delantera del paso; en el centro se dispondrían las
figuras de Cristo, Nicodemo, y José de Arimatea “que le llevan en una sábana, la cual sábana ha de ser natural”;
entre Nicodemus y Abar y Mathía, se hallaban las figuras de San Juan y de la
Magdalena y algo más atrás la del criado. La escultura del Cristo se acabaría “toda redonda… tan perfeccionado por detrás
como por delante” y todas serían del tamaño de las del paso del Descendimiento, propiedad de la Cofradía
de la Vera Cruz.
El
paso debía de estar finalizado para mediados de octubre de ese mismo año.
Asimismo se exigían varios plazos: desde la fecha de la escritura en cuarenta y
cuatro días, debían de estar finalizadas las tallas del Yacente y Nicodemo, a
los ochenta y ocho días las de José de Arimatea y la Virgen; a los ciento
treinta y dos San Juan y la Magdalena; quedando la del soldado para el referido
plazo de mediados de octubre.
RECONSTRUCCIÓN
La
identificación de las figuras que componían el grupo no parece presentar muchas
dificultades. En 1803, la comisión de la Academia de Bellas Artes realizó un
inventario en San Antón, sede de la Cofradía de la Piedad (según publicó
Agapito y Revilla), en la cual se citaba las figuras que componían los dos
pasos: “… Sn Juan, y la Magdalena, y en
el coro esta un Sto Cristo Crucificado, Longinos suelto echo
pedazos. El caballo dizen le quemaron… dos estatua Grandes en actitud de meter
a Jesucristo en el Sepulcro, y una figa de un soldado entero y otros
echos pedazos…, todas de mala Escultura y enteramente destruidas”.
El
mismo autor señala que en el Museo se conservan las que representan a José de
Arimatea y la cabeza de Nicodemo (en realidad es al revés, la cabeza es de José de Arimatea), además de un grupo formado por la Virgen, San
Juan y la Magdalena, que él relacionaba con este paso. Sin embargo estas
figuras no corresponden al mismo grupo, sino que la Virgen y San Juan deben ser
restos del paso de Longinos (se ha señalado que no miran hacia abajo, sino de
frente y hacia arriba; además, Canesi no las cita en el Enterramiento, mientras
que sí las señala en el paso de la Lanzada); María Magdalena sí mira hacia
abajo, lo que encaja con el gesto que debía tener en esta escena.
Cabeza de José de Arimatea |
El
Cristo, en la época de Agapito y Revilla, estaba aún en la iglesia de San Antón
y allí lo identifica. Al recogerse para el Museo el retablo de esta iglesia, en
1935 (a causa de haberse desmontado y preparado para una venta ilegal), se
incluyó también, formando parte del conjunto, “un gran Cristo yacente”. Estilísticamente, y por la propia posición
del cuerpo de Jesús, no presenta ninguna duda al identificar la escultura
citada con la que ahora se coloca para reconstruir el paso. La Magdalena se
encuentra en un pésimo estado de conservación (está desfigurada por repintes y
roturas luego mal encajadas), motivo por el cual no procesiona.
La
reconstrucción parcial del grupo del Entierro
de Cristo que realizó en 1986 Luis Luna en el marco de la exposición “Gregorio Fernández y la Semana Santa de
Valladolid”, animó a la moderna Cofradía de la Piedad a intentar recuperar
este paso pasa integrarlo en los desfiles procesionales de la ciudad. Así, en
cabildo celebrado el 13 de marzo de 1994 en la iglesia de San Martín, su actual
sede, se acordó recuperar el Paso para sacarlo nuevamente en procesión. La
Junta de Gobierno, asesorada por el Director del M.N.E. decide reconstruir el
cuerpo de José de Arimatea (del cual se encargaría el escultor y restaurador
José Antonio Saavedra), reutilizándose también las figuras de Cristo y
Nicodemo. El escultor Francisco Fernández León tallaría la carroza, que realizó
en estilo clásico y en madera de raulí. El paso, recuperado en parte, realizó
su primera desfile procesional en 1995, con la denominación de “Cristo de la
Cruz a María”.
Reconstrucción parcial realizada en la exposición celebrada en 1986 |
Cristo Yacente
(170 x 71 x 54 cm.)
Esta
talla que representa a Cristo tras ser descendido de la cruz, es la figura
principal del paso del Entierro que la Cofradía de la Piedad de Valladolid
encargó a los escultores Antonio de Ribera y Francisco Fermín. La diferencia en
la composición de la pieza con respecto a otras esculturas de Cristo Yacente,
con el tronco levantado y las piernas dobladas a la altura de las rodillas,
obedece a la disposición que exigía el instante que se trataba de representar:
el traslado del cuerpo con las figuras de Nicodemo y José de Arimatea
sujetándolo por los hombros y las piernas.
Sigue
los modelos utilizados por Gregorio Fernández en su última etapa: barba
partida, rostro ancho, etc. Posee ojos de cristal. La manera de tallar el pelo y la forma de realizar el cuello me recuerdan bastante al Yacente realizado para la ciudad de Zamora por Francisco Fermín, lo que pudiera indicar que una de las imágenes que talló Fermín en este paso fue el Yacente. Como se ha dicho antes, en
1920 se encontraba en la iglesia de San Antón. Personas ajenas a la Cofradía
intentaron venderlo, hecho que fue impedido por el Cardenal Cos. Posteriormente
el mismo Agapito lo trasladó en calidad de depósito al Museo Nacional de
Escultura.
José
de Arimatea (38 x 31 x 30 cm.)
Lo
único que resta de la escultura original es la cabeza, asique nada se puede
decir sobre cómo sería aquella. La actual sigue bastante fielmente el estilo
desarrollado por la Escuela Vallisoletana de la época del paso. La cabeza
parece representar a un personaje oriental, con patillas, bigote y perilla. La
conjunción entre cabeza y cuerpo es total. El modelo de rostro y tocado está inspirado en el José de Arimatea que Gregorio Fernández talló para el paso del Descendimiento de la Cofradía de la Vera Cruz.
Nicodemo (186 x 82 x 87 cm.)
La
identificación de esta escultura con Nicodemo parece probada por la condición
especificada en el contrato en la que se dice que “el cuerpo de Cristo por la parte de la cabeza ha de ir incorporado en
el pecho de Nicodemus”. La propia disposición de la figura con la pierna
izquierda levantada para servir de apoyo a la espalda y la cabeza del Cristo no
deja lugar a dudas sobre su emplazamiento en el paso.
Al
igual que José de Arimatea posee un aspecto oriental, tiene barba y turbante,
está ricamente vestido. Esta talla fue recogida por la Comisión de Bellas Artes
y trasladada al Museo en el siglo XIX. Al igual que ocurre con José de Arimatea, el rostro y el tocado tiene por modelo el Nicodemo tallado por Gregorio Fernández para el paso del Descendimiento de la Cofradía de la Vera Cruz.
Comparación del Nicodemo del Santo Entierro con el del Descendimiento |
La Magdalena (186 x 90 x 85 cm.)
Esta
escultura de María Magdalena, vestida con un manto de rica policromía, se cree
que perteneció al paso del Entierro de Cristo. Aunque en el contrato consta que
la figura estaría de rodillas, todo parece indicar que se produjeron cambios en
la materialización del conjunto como el de realizar la Magdalena de pie. Tanto
la talla y la policromía, como la propia disposición de la figura con la mirada
dirigida hacia abajo y no a lo alto de la cruz, obligan a pensar en la
procedencia de dicho paso.
La
Magdalena, que parece de peor calidad que el resto de imágenes del paso, tiene
numerosos repintes, lleva un manto sobre la nuca, mira hacia abajo, en
dirección al Sepulcro. En la actualidad se conserva en el almacén del Museo
Nacional de Escultura. Como curiosidad señalar que durante un par de años formó parte, junto con el San Juan y la Virgen del retablo mayor de la iglesia de la Vera Cruz, de un paso efímero, que fue acompañado por la antigua Cofradía del Discípulo Amado. Por las fotos que veremos después podemos comprobar que las tres esculturas no tenían un lugar fijo en la composición del paso.
La Cofradia del Discípulo Amado acompañando su antiguo paso titular |
BIBLIOGRAFÍA
- AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
- ALONSO PONGA, José Luis y PANERO GARCÍA, Pilar: Gregorio Fernández: Antropología, historia y estética del Barroco, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2008
- VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986
- VV.AA.: Pasos restaurados, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2000
¿Habrá alguna posibilidad por parte de la Cofradía solamente o en conjunto con el Museo Nacional de Escultura para recuperar la figura de la Magdalena y se incorpore en el paso?
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