Como ya vimos en una entrada anterior, las
cofradías vallisoletanas de la Vera Cruz y la Pasión tuvieron pasos con la
representación del Azotamiento de Cristo; aunque, la Penitencial de la Pasión
ya lo tenía en 1584, en la descripción de la Fastiginia (Semana Santa de 1605), no se señala ningún grupo con
éste tema, en ninguna de las dos cofradías.
Del paso de la Vera Cruz sólo existen
referencias documentales indirectas: la primera es el documento, publicado por
García Chico y puesto en relación con el Cristo de la Flagelación por Smith, en
el que la cofradía solicita al Papa, en 22 de junio de 1619, indulgencias y
jubileo con motivo de las llagas de la
espalda de la “santa ynsignia y Excehomo
de la coluna que la dicha cofradía tiene en su altar de su yglesia”. Posteriormente,
en el contrato entre Gregorio Fernández y la Vera Cruz para hacer el paso del
Descendimiento (16 de junio 1623), se especifica, entre otras notas “… las figuras del paso que hice para la
dicha cofradía del Azotamiento…”. Aunque no hay duda posible de la autoría
del Cristo a la Columna, de la Vera Cruz son interesantes estos datos porque
señalan que el paso estaba ya hecho antes de 1619.
Como
en otros muchos casos en la Semana Santa vallisoletana, la decadencia de las
procesiones determinó que se sacaran del montaje procesional las figuras
secundarias, con lo cual el paso quedaría reducido a la imagen titular, que es
la que hoy sale en procesión. Hubo un tiempo en que existieron muchos problemas
para identificar las figuras que acompañaron al Cristo atado a la columna,
llegándose a dudar que se hubieran conservado otras piezas del mismo e incluso
se produjeron ciertos problemas de identificación con los sayones del
azotamiento realizado hacia 1650 para la Cofradía de la Sagrada Pasión de
Cristo. Afortunadamente en la actualidad estos problemas ya han sido
superados.
Maqueta de la "Flagelación" conservado en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco |
Otro
problema a la hora de reconstruir el paso, es que no se conoce el número exacto
de esculturas que en origen lo formaban. Los grabados de la época muestran una
composición en la que Cristo aparece azotado a ambos lados por dos sayones, con
Pilatos presenciando el castigo en la parte posterior. Estos mismos personajes
componen la escena de la Flagelación en la pequeña maqueta de paso que se
conserva en la actualidad en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco,
procedente del convento de San José de Madres Carmelitas de la misma localidad,
obra excepcional fechada en el segundo cuarto del siglo XVII y compuesta por
esculturas en madera policromada de 7 y 8 cm. de altura. Con estas pautas de
comparación parece probable que el paso de la Vera Cruz contaba con cuatro o como
mucho cinco figuras.
Fotos de la primera reconstrucción, realizada por Agapito y Revilla en la década de 1920 |
Al llevar los sayones de las
Penitenciales al Museo no se especificó la procedencia y se confundieron;
cuando Agapito intentó montar de nuevo los pasos, utilizó para la Flagelación
todas las figuras que parecían tener relación con la escena, agrupándolas
primero en torno al Cristo de la Vera Cruz (como se ve en una antigua
fotografía donde hay sayones de, al menos, tres pasos distintos). Entre los sayones que se descartaron posteriormente se encuentran el llamado "Pilatos", "el bizco" y el "sayón de la soga", este último procedente de Camino del Calvario, y los otros dos de La coronación de Espinas. Muchos años
después, en una reconstrucción realizada con motivo de la exposición Gregorio Fernández y la Semana Santa de
Valladolid, Luna Moreno adscribió al paso un sayón que azota con el hombro
y parte del torso descubierto y un “soldado con lanza y turbante”, conservados
ambos en el Museo Nacional de Escultura. Posteriormente, en un montaje no
publicado, el mismo investigador incorporó un segundo sayón azotando cubierto
con una gorra muy ceñida y caracterizado como un personaje burdo con enorme
bigote.
Sayón denominado "el bizco" de "La coronación de espinas" |
Pilatos de "La coronación de espinas" |
"Sayón de la soga" de Camino del Calvario |
La
procedencia de las tres esculturas de la Cofradía de la Vera Cruz de las tres
esculturas queda demostrada por la cruz incisa con las que fueron marcadas al
ser llevadas al Museo. El problema es diferenciar los que formaban cada uno de los
pasos, teniendo en cuenta además que en varios de ellos, como el último de los
sayones citados, se hicieron reformas cambiándolos las posturas de las manos al
resurgir la Semana Santa en la década de 1920. En opinión de José Ignacio
Hernández Redondo, la figura del “soldado con lanza y turbante” es más posible
que perteneciera al paso de la Oración en el Huerto. Iconográficamente es más
adecuado que apareciera en la escena de Pilatos en lugar de un soldado, cuya
postura sujetando una lanza y con una pierna adelantada en actitud de caminar
es más propia de la acción del Prendimiento. Pero sobre todo tanto la calidad
de la escultura, algo inferior a la de los sayones del Azotamiento, como su
canon, notablemente mayor al de las otras dos piezas, es mucho más cercano a lo
que ofrecen las esculturas del mencionado paso documentado como de Andrés
Solanes. A todo esto habría que añadir la policromía del traje de este soldado,
que es similar a la de una de las figuras de la Oración en el Huerto.
Debido a todo esto, en la actualidad del paso de
la Flagelación sólo se conservan en el Museo los dos sayones que azotan a
Cristo. Se tiene constancia documental del traslado a Madrid en 1797 de otro
sayón perteneciente a este paso que al parecer no fue recuperado. Aunque no se
puede descartar que existiera en origen una tercera figura azotando, parece más
probable que se trata de la figura de Pilatos presidiendo el castigo que se
situaría un poco desplazado en la parte posterior, dejando de este modo
perfectamente visible la figura principal tanto en el frente como en la
espalda.
Hernández Redondo ve asimismo la influencia de una estampa
realizada por Aegidius Sadeler II en 1607. Existen una indudable relación entre
el grabado y la escultura tanto en el concepto de la anatomía, como en la
colocación de la figura, un poco girada hacia el espectador, con un brazo
cruzado por delante del cuerpo y una de las piernas adelantadas. Incluso la
disposición del paño de pureza con una amplia caída en el lado contrario a la
columna ofrece relación con el del grabado. La posición está invertida con
relación al grabado de forma que la columna queda en las obras de Fernández a
la derecha del espectador, sin embargo no hay que olvidar que con frecuencia se
utilizaba el efecto espectador y que es relativamente habitual que se grabe el
mismo motivo en las dos posiciones.
Cristo atado a la columna
(Iglesia de la Vera Cruz) 1,85 m x 1,00 m. x 0,74 m.
El Cristo atado a la columna es una de
las obras maestras de Gregorio Fernández, y decir eso del más grande de los
escultores españoles, según mi opinión, es mucho. La imagen es una adaptación a
la escultura procesional de un modelo con el que Fernández realizó una serie de
obras maestras, cuyo punto de partida se sitúa en una pequeña escultura del
convento del Santísimo Sacramento de Madrid, fechado hacia 1609. Con esta
escultura queda popularizado y fijado el tipo del Flagelado para la escuela
vallisoletana y parte de la castellana. La escultura se halla situada en la
iglesia de dicha penitencial, dentro de un retablo barroco concertado en 1693
por el ensamblador Alonso de Manzano.
Aparte del tamaño, la diferencia más
notable en la escultura del paso se encuentra en el gran dramatismo de la
policromía de la espalda, completamente ensangrentada a partir de una herida
central que desde el primero momento despertó el fervor de los vallisoletanos.
La escultura posee una leyenda, recogida por Matías Sangrador, muy conocida
entre los vallisoletanos, según la cual Cristo se apareció al escultor para
preguntarle “¿dónde me viste, que tan
bien me retrataste?”, a lo que respondió Fernández “Señor, en mi corazón”.
Cristo se encuentra apoyado en una
lujosa columna troncocónica, que imita el mármol negro, con estrías, plinto,
basa y capitel dórico todo dorado. Al ser una columna baja, y al estar Jesús
sujeto por una argolla de hierro a la que se atan ambas manos, la figura pierde
su punto de apoyo y ha de encorvarse, lo que crea mayor dramatismo a la escena. Cabeza lánguida y delgada; ojos de
cristal. Paño de pureza con pliegues quebrados angulosamente; un trozo del paño
aletea en un costado (nota muy característica de Fernández, algo similar se
puede ver en el conocido como “Cristo de la Luz”). Desnudo muy blando, acusando
las venas y las arrugas. Cabellos ordenados. Se retiran hacia atrás, para dejar
visible la oreja. Abundancia de heridas en el tronco, brazos y piernas. La
herida de la espalda, realizada a partir de pequeños trozos de corcho, deja
caer regueros que manchan el paño de pureza. Se concibe que la imagen haya sido
venerada en función de esta enorme herida.
Sayón azotador
(CE0524) 1,78 m x ,074 m. x 0,86 m.
Este sayón, caracterizado como un
personaje burdo con enorme bigote, se utilizó en diferentes montajes de los
pasos vallisoletanos llevando una lanza entre sus manos que fueron sustituidas
por unas nuevas al resurgir la Semana Santa, cambiando su posición con respecto
al original. Sin embargo, en la actualidad no hay ninguna duda de que era uno
de los sayones que azotaban a Cristo en el paso de la Cofradía de la Vera Cruz.
Martín González no debió ver la mano de maestro en la talla, por lo que se la
atribuyó a su taller. Durante algunos años formó parte del montaje del paso Camino del Calvario, siendo sustituido en ocasiones por el apodado "sayón bizco".
Se cubre con gorro ceñido, a modo de
cofia, de color verde. Encarnación mate. Jubón verde, con botones muy
abultados. Vestido con descuido, deja asomar la camisa. Bragueta postiza.
Calzón amarillo, sujeto con cintas rojas. Zapatos y calcetas. El rostro, de un
feísmo notorio, a lo que se añade la zafiedad del vestido. Sería también este
sayón víctima propiciatoria de la multitud.
Dos fotografías de cuando desfiló formando parte del paso "Camino del Calvario" |
Sayón azotador del torso desnudo
(CE0535) 1,76 m. x 0,70 m. x 0,88 m.
La postura de este sayón que azota con el hombro
y parte del torso descubierto, a la vez enérgica y elegante, y el realismo
alcanzando en la descripción de la anatomía y la indumentaria, lo sitúan entre
las mejores tallas para uso procesional que salieron del taller de Gregorio
Fernández. Durante algunos años formó parte indistintamente del paso de la
Flagelación de la Cofradía de la Pasión, y de los distintos montajes del de la Vera
Cruz.
Tiene todas las características del arte de
Fernández. Hay elegancia en sus movimientos, apostura en la composición. No hay
sino ver la curvatura de las piernas y el bello torso desnudo, a lo que tan
aficionado fue Fernández. La ropa tiene blandos pliegues. Es uno de los sayones
más logrados. Viste chaqueta de color verde oscuro, con vuelta roja. Una manga
caída, para dejar hábil el brazo izquierdo; asoma la camisa, detalle de buscado
naturalismo. Calzón rojo, asomado por los rajados del calzoncillo largo, que
baja hasta la media pierna, y bota alta, medio caída, asomando la pierna. Se
cubre con gorra roja, con bordillo recortado, verde. Encarnación mate. Rostro
enérgico. Robusta musculatura, con conocimiento de la anatomía. Encarnación
mate. Puñal colgado al cinto.
Fotografía de cuando formó parte de la "Flagelación" de la Cofradía de la Pasión |
Sayón con lanza y turbante
(CE0508). 1,95 m. x 1,11 m. x 0,70 m.
Este sayón que sujeta una lanza con su
mano izquierda, perteneciente a uno de los pasos de la Cofradía de la Vera Cruz
como demuestra la marca que tiene en el pecho, fue adjudicado a la escena del
Azotamiento. Sin embargo, en una revisión más reciente de los conjuntos se ha
propuesto su probable procedencia del paso de la Oración en el Huerto, tanto
por la calidad de la talla como por el tamaño de la pieza y el tipo de
policromía. En el caso que hubiera pertenecido a este paso, representaría al
soldado que preside el Azotamiento, de modo parecido al Capitán que hace lo
propio en la Flagelación de la
Cofradía de la Pasión; muy posiblemente sea el origen iconográfico de esta
figura si, como se supone, la Flagelación de la Pasión se hizo posteriormente y
con recuerdos o imitaciones del paso de la Vera Cruz.
Durante algún tiempo se utilizó, como ya
vimos en la entrada correspondiente, para completar el paso ahora denominado Todo está consumado. Ya Wattenberg lo
relacionó con Gregorio Fernández, aunque después lo atribuyó a Andrés de
Solanes. Este soldado muestra claros paralelos con obras conocidas del maestro,
como San Isidro, de Dueñas o San Marcelo, de León; igualmente recuerda el gesto
de los sayones de la esponja y del caldero del paso “Sed Tengo”.
Fotografía de cuando formaba parte de "Emissit Spiritum", actual "Todo está consumado" |
BIBLIOGRAFÍA
- AGAPITO Y REVILLA, Juan: Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Imprenta Castellana, Valladolid, 1925
- HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio: “La escultura procesional de la Cofradía de la Vera Cruz de Valladolid”, Actas del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Vera Cruz, Zamora, 2009, pp. 149-172
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980
- VV.AA.: Gregorio Fernández y la Semana Santa, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986
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