Luciano Sánchez Santarén nació el día 9 de enero de
1864 en Mucientes, siendo hijo de Pedro Pascasio Sánchez y Anselma Santarén. A
los tres años murió su madre, lo que llevó a su padre a enviarle a casa de unos
parientes de Fuensaldaña, en donde aprendió las primeras letras. Hacia 1871 su
hermanastro, José Sánchez Saravia, le llevó consigo a Lugo, ciudad donde
trabajaba al servicio del obispo don José de los Ríos Lamadrid en calidad de
administrador. En esta ciudad se le despertarían sus inquietudes artísticas y
cuando contaba catorce años comenzó a dibujar y pintar bajo la dirección del
orensano Leopoldo Villaamil, que había sido discípulo en Madrid de Francisco
Van Halen.
Su formación artística continuó en Toledo, ciudad a
la que se trasladó para vivir con unos parientes y en donde hace sus primeros
ensayos copiando del natural, llegando incluso a montar su caballete en el
claustro de la catedral primada o en el interior de patios de viviendas de
marcado sabor oriental. En la Ciudad Imperial sería donde conociera al pintor
zaragozano Pablo Gonzalvo, el cual le animaría a trasladarse a Madrid para
completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que
entonces se llamaba Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. Allí se
matricula con tan solo 18 años de edad y permanecerá hasta el curso 1891-1892,
siendo discípulo de pintores tan importantes como Carlos Luis de Ribera, Luis
Madrazo, Dióscoro de la Puebla y Carlos de Haes. Con su profesor José Parada y
Santín colaboró en la realización de una serie de dibujos de tipos humanos de
distintas razas para ilustrar la Anatomía
Pictórica que este publicó en 1894. Durante su estancia en la Academia
obtuvo calificaciones muy sobresalientes y numerosos premios en las asignaturas
de Pintura de Historia y Paisaje.
Busto de Luciano Sánchez Santarén, realizado por Dionisio Pastor Valsero |
En 1884 concurre a la Exposición Nacional de Bellas
Artes con un pequeño lienzo titulado Estudio
de Ropajes, que tenía más de ensayo académico de aprendizaje que de cuadro
de composición. Dos años más tarde concursó en la Exposición Aragonesa
celebrada en Zaragoza con seis pinturas al óleo, concediéndosele una medalla de
segunda clase. La muerte de su padre a los 76 años, su apurada situación
económica y sus esperanzadoras aptitudes artísticas le hicieron acreedor de que
se le estimara como sustituto del fallecido pintor Arturo Montero Calvo en el
disfrute de la beca romana que a éste le había concedido la Diputación
Provincial de Valladolid; sin embargo la pensión recayó en el gaditano Eugenio
Varela Sartorio.
Luciano Sánchez Santarén en su estudio con Tomás Argüello y un busto de Pablo Puchol |
Por entonces ya deseaba vincularse con Valladolid,
bien mediante su presencia en exposiciones locales –en 1890 participó en la
Exposición de Bellas Artes del Círculo Calderón de Valladolid con el título El Conde Ansúrez contempla los planos de la
Antigua– o aspirando y consiguiendo, el 26 de marzo de 1893, la plaza de
profesor ayudante numerario de Dibujo de Figura y del Natural en la Escuela de
Bellas Artes vallisoletana. En la Exposición Nacional de 1892 concurrió con las
obras El patio de mi casa, Retrato, ¡Que será de nosotras!, obra esta última por la que recibe una
Mención Honorífica, y que volverá a exhibir en la Regional de Lugo de 1896. En
1895 obtuvo la misma consideración por el cuadro titulado Dos Hermanos.
Recién casado se traslada a Valladolid, instalando
su vivienda-estudio en la calle de San Ignacio. El numeroso alumnado, masculino
y femenino, al que impartía clases privadas le obligó a adquirir una nueva
vivienda más amplia en la calle Solanilla. Al mismo tiempo comienza una larga
carrera como profesor en la Escuela que por entonces estaba presidida por José
Martí y Monsó y tenía como secretario al escultor Ángel Díaz. Su carrera en la
Academia fue fulgurante: en 1897 fue nombrado Académico. Tres años después se
encargó de la cátedra de “Aplicaciones del Dibujo Artístico a las Artes
Decorativas” y en 1907 lo hizo de la asignatura titulada “Conceptos de Arte e
Historia de las Artes Decorativas”, para finalmente ser profesor de “Dibujo
Artístico y Elementos de Historia del Arte”, simultaneando de esta forma sus
enseñanzas prácticas con las teóricas.
Aurelio García Lesmes, Sánchez Santarén y Narciso Alonso Cortés |
Tan solo vuelve a participar una vez más en otra
Exposición Nacional, la celebrada en 1895 y en la que consiguió otra mención
por su cuadro Dos hermanos. Desde
entonces sus ocupaciones se dirigirían a sus tareas docentes y a los cuadros
que le encargaran instituciones religiosas (Colegio de la Compañía de María,
parroquia de San Miguel, etc.) o particulares le solicitaban de continuo. Sin
embargo no se le puede calificar de un pintor excesivamente prolífico. También
trabajó como vocal de la Comisión Provincial de Monumentos, jugó un papel
importante en la creación de la Coral Vallisoletana –la música fue su segunda
pasión– y su nombre aparece entre los primeros miembros de la “Sociedad
Castellana de Excursiones” en cuyo “Boletín” colaboró en alguna ocasión. En
1925 se encargó de la secretaría de su Escuela de Artes y Oficios Artísticos y
en 1931 alcanzó la Dirección de la misma, jubilándose tres años más tarde,
habiendo ejercido la docencia durante casi cuarenta y un años. Causó baja, por
jubilación, en la Escuela de Bellas Artes el 9 de enero de 1934.
Santarén dejó tras de sí unos pintores tan
destacados como Anselmo Miguel Nieto, Aurelio García Lesmes y Aurelio Arteta, o los
escultores Ignacio Gallo, Moisés Huerta y sobre todo Tomás Argüello. En su
vejez también recordaría con nostalgia a su más querido discípulo, Pablo Puchol, sorprendido por la muerte en plena juventud. Finalmente murió el 11 de
enero de 1945. En la primavera de 1946 se organizó una exposición antológica de
su obra.
Don José de los Ríos y Lamadrid. Fotografía obtenida de http://www.realacademiaconcepcion.net |
Don José Muro López. Fotografía obtenida de http://www.realacademiaconcepcion.net |
Su personalidad se puede enmarcar dentro del
resurgir artístico que se aprecia en Valladolid durante el último tercio del
siglo XIX y en el que la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción
jugó papel tan destacado, programando los cursos de su Escuela y organizando
exposiciones dotadas de premios otorgados por las distintas corporaciones que
constituían el señuelo más evidente. El valenciano Martí y Monsó fue
indudablemente el alma de este resurgir, pero tuvo la fortuna de estar
acompañado de profesoras de una gran dignidad artística y grandes cualidades
pedagógicas, formados en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando o incluso
con estudios en Roma y París.
La modestia que le caracterizó hizo malograr sus
indiscutibles dotes de buen pintor y gran dibujante. Su reclusión en Valladolid
a partir de 1893 y su negativa a continuar participando en las Exposiciones
Oficiales, luchando por superar las dificultades de la agobiante competencia
que ofrecían sus compañeros de generación o los más maduros de la anterior, le
situaron en un ambiente excesivamente constreñido pero en el que acabó siendo
enteramente feliz, porque contó con un número muy abultado de alumnos que
compartían sus enseñanzas con las de Martí y Monsó en la Escuela de Bellas
Artes local o acudían a su propia casa para aprender los secretos técnicos que
el maestro dominaba a la perfección.
Sus obras más interesantes y originales fueron
hechas antes de 1910 y, aunque continuó pintando y dibujando hasta el final de
sus días, su ciclo artístico ya lo había concluido en esta fecha.
En muchas ocasiones
pintaba por puro deleite, planteándose la obra como ejercicio pero sin
preocuparle su conclusión definitiva, esbozando más que definiendo. Su colorido
parte de una paleta muy reducida de tonos, casi siempre terrosos y oscuros,
para ir iluminándola progresivamente hasta conseguir en ocasiones notas de
brillantez cromática. Tanto como la mancha de color le interesó el dibujo
académico o espontáneo, siempre consiguiendo perfecciones de modelado con su
brazo firme y seguro.
La plegaria. Fotografía obtenida de http://www.realacademiaconcepcion.net |
La primavera |
La Toñina |
Don Luis González Frades. Fotografía obtenida de http://www.realacademiaconcepcion.net |
Si bien la mayor parte de su obra debe estudiarse
dentro de la primera mitad del siglo XX, desde el punto de vista estilístico,
su producción se encuadra en la del siglo XX. Luciano Sánchez Santarén trató
todos los géneros, como el de Historia, donde destacan Nerón contempla el cadáver de Agripina, Cervantes ante el Bey de Argel, o el lienzo Vencido y Prisionero; los temas religiosos, con las obras del
crucero de la iglesia del Convento de La Compañía de Madrid o El Bautismo de Cristo en la iglesia de
San Miguel de Valladolid; los retratos como el de su propia hija o el de Jacobo Matilla; los bodegones, paisajes
y finalmente temas costumbristas como, además de los ya reseñados, los
titulados Mendigo, Muchacho, etc. Llegó incluso a realizar
algunas composiciones sobre techos.
Como ya os comenté en otras ocasiones, si tenéis
noticia de alguna otra obra, o incluso una fotografía, os lo agradecería.
Cabeza de mujer |
Cabeza de hombre |
Doña Jacoba Mantilla |
El Angelus |
En el emparrado |
La hija del pintor |
Nerón contempla el cadáver de Agripina
0,50 x 0,68 m. Valladolid. Colección particular
Inspirado en el pasaje de la vida del emperador
romano narrada por el historiador Suetonio (Vida de los doce Césares) que
describe el momento en que Nerón, en su Domus Aurea, destapa el cuerpo sin vida
de su madre exhibiéndolo a sus compañeros de bacanal.
La pintura data de su
época de estudios en la Escuela de San Fernando y su fecha no estará lejana al
año 1887, momento en el que causó gran admiración en los medios artísticos
cortesanos, el cuadro de idéntico argumento pintado en Roma por el
vallisoletano Arturo Montero y Calvo.
El Conde Ansúrez contempla los planos de la Antigua
1,13 x 1,48 m. Firmado: L. Sánchez Santarén/Madrid
1890
Mucientes (Valladolid). Ayuntamiento
Su argumento se basa en una imaginaria
reconstrucción histórica por la que se pretendía hacer visibles acontecimientos
cotidianos antiguos, medievales o modernos, tratando de mostrar momentos en
sombra, prolegómenos o epílogos de hechos verídicos.
Con este lienzo concursó
en la exposición celebrada aquel año por el Círculo Calderón de la Barca y
seguramente llamaría la atención por la bellísima figura del paje que sostiene
el plano y que tiene evidentes recuerdos de Fortuny o Palmaroli así como la
soltura técnica de todo el conjunto.
Fotografía obtenida de http://domuspucelae.blogspot.com.es/2013/03/historias-de-valladolid-cronicas.html |
Vencido y prisionero
1,82 x 1,02 m. Firmado: Luciano Sánchez Santarén
1897
Valladolid. Ayuntamiento
Representa a un militar vestido de media coraza, sin
espada y con su morrión en el suelo, sentado y en actitud de abatimiento. Su
atuendo responde a la moda del siglo XVI y modelos muy similares se pueden
apreciar en lienzos del pintor Gisbert o del vallisoletano Miguel Jadraque.
Es un excelente estudio
psicológico al tiempo que hace ostentación de virtuosismo tanto en los reflejos
metálicos como en las calidades de las telas. Constituye una de sus obras
maestras. El Ayuntamiento lo adquiere el 2 de junio de 1951 por la estimable
cantidad de 6.000 pesetas.
Cervantes ante el Rey de Argel
0,49 x 0,70 m. Firmado: Luciano Sánchez Santarén (al
dorso)
Valladolid. Colección particular
Se trata de otro episodio imaginado en esta ocasión
basado en el cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel. Simula una
conversación mantenida por el prisionero y el príncipe musulmán que gobernaba
la regencia argelina. La composición, muy abocetada, fue realizada durante
sus años de estudio en la Escuela madrileña de Bellas Artes y ejemplifica
perfectamente los trabajos de imaginación a que se sometían los alumnos para formar
sus cualidades de figuración, espacio, luz, color, etcétera.
El bautismo de Jesús
1,58 x 1,08 m. Firmado: L. Sánchez Santarén 1903
Valladolid. Parroquia de San Miguel y San Julián
Pintado por encargo del activo párroco D. Anastasio
Serrano para ser colocado sobre la pila bautismal de la iglesia de San Miguel.
Seguramente será su más
bella composición religiosa en la que volcó todos sus más íntimos sentimientos,
interpretando el bautismo de Cristo como un acto de recogimiento interior,
eliminando hasta la concha habitual, pisando la Paloma sobre la cabeza de Jesús
y con siluetas de ángeles en la misma actitud devota que sus protagonistas.
Tanto el simbolismo que trasciende de la escena como
su concepción general se ha relacionado con obras de los pintores Nazarenos de
mediados del siglo XIX. Sus cualidades de excelente anatomista están tan
presentes como su interés por el dibujo y sus dotes de buen colorista.
¡Qué será de nosotras!
1,10 x 0,70 m. Firmado: L. Sánchez Santarén, 1892
Valladolid. Colección particular
Fue la obra que obtuvo un mayor reconocimiento
oficial al ser galardonada en varias ocasiones. Su argumento posee un evidente
trasfondo social al situar en primer plano el desamparo femenino al que
conducía la tragedia de la desaparición del cabeza de familia.
Sobre la composición
gravita una profunda carga sentimental cuyos esquemas más conocidos derivan
dela pintura francesa pero de los que el realismo español supo extraer todas
sus consecuencias. La tristeza, la melancolía, la resignación o el
ensimismamiento son elementos caracterológicos colocados ante la mirada del
espectador.
Mendigo
0,43 x 0,24 m.
Firmado: L. S. Santarén
Valladolid. Colección particular
Sánchez Santarén se formó todavía dentro de una
devoción por el cuadro de historia, de argumento heroico o religioso y en
contadas ocasiones tocó asuntos de marginación social o de angustia dramática (¡Qué será de nosotras!).
Representa esta pintura un
intento de abordar un motivo social sin profundizar en el contenido y casi se
puede adivinar una chispa de intrascendencia. Técnicamente puede ser considerada
como una obra avanzada dentro del estilo del autor, dada la soltura y la manera
de construir la figura que puede denotar el conocimiento de artistas francesas.
BIBLIOGRAFÍA
- BRASAS EGIDO, José Carlos: Pintores castellanos y leoneses del siglo XIX, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1989.
- URREA, Jesús: El pintor Luciano Sánchez Santarén (1864-1945), Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1983.
- URREA, Jesús: Patrimonio artístico del Ayuntamiento de Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 1998.
- URREA, Jesús: Pintores de Valladolid (1890-1940), Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1985.
- URREA, Jesús: Pintores vallisoletanos del siglo XIX, Caja de Ahorros Popular de Valladolid, Valladolid, 1987.
Hay un error en el título del cuadro del Ayuntamiento de Mucientes, el conde Ansúrez contempla los planos de la Colegiata de Santa María la Mayor de Valladolid, pues fue quien la mandó construir, hoy en día en ruinas.
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