La
imagen sobre la que hoy trataremos posee una particularidad que la hace única
en nuestra provincia. Efectivamente, la presunta efigie yacente del I Marqués
de Villafranca tiene la peculiaridad de ser la única escultura funeraria gótica
conservada en toda la provincia vallisoletana que está realizada en madera.
Este extraordinario hecho quizás se deba a lo inesperado de la muerte, puesto
que si observamos atentamente la imagen, pareciera como si la policromía blanca
de la armadura quisiera imitar el alabastro.
La
escultura (161 cms.) está realizada en nogal, conservando buena parte de su policromía.
Representa a un joven vestido con armadura y tocado con un bonete, en posición
yacente; pero, a diferencia del resto de esculturas de estas características
realizadas en piedra, en las que la figura se adapta completamente a la
superficie horizontal que la sirve de base, como si se tratase de relieves,
esta escultura está tallada en bulto redondo, con independencia de la
superficie sobre la que debía descansar y su cuerpo se presenta un poco
flexionado. Se ha apuntado la posibilidad de que esta escultura sea importada
de Alemania, de cuyos talleres del sur podría provenir. La forma de estar
tallada y el vigor expresivo de la figura, que aun representando a un cadáver
muestra el cuerpo tenso, no contradicen la posibilidad de que se haya tallado
en aquellos talleres. Sin embargo, recientemente, José Ignacio Hernández
Redondo, ha propuesto que se trate de la obra de un “escultor al que se pueden atribuir otras tallas como la llamada Virgen
de la Piña de la iglesia de San Miguel de Villalón, y por tanto activo en esta
zona que por entonces pertenecía a la diócesis de León”.
En
la actualidad “preside” la primera sala del Museo Nacional de Escultura,
rodeado de esculturas, pinturas, retablos y sillas de sillería góticas. Sin
embargo, las noticias más antiguas sobre esta imagen se remontan a mediados del
siglo XIX:
En
1862 la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Valladolid
recomendaba el traslado al Museo de una “estatua
de un guerrero que existe en una iglesia del pueblo de Villalón”.
Efectivamente, decía que “dicha estatua
sería conveniente que se trasladara al museo de esta capital”. Por
entonces, la escultura se encontraba en un cuarto de la iglesia de San Miguel
de aquella población, y según informaba el párroco debía de “ser la estatua del conde de Benavente
fundador de un palacio que en aquella villa existió”. Finalmente, la
Comisión acordó trasladar dicha estatua al entonces Museo Provincial “para cuyo objeto el sr. Gobernador dicta las
órdenes oportunas”. La Comisión era consciente de que este yacente no
pertenecía a la iglesia parroquial sino que se trataría de una más de las
numerosas obras procedentes de los tres conventos desamortizados que existieron
en Villalón hasta el siglo XIX y que por alguna circunstancia desconocida se
depositaría en el templo siendo, por consiguiente, la actuación del Gobernador
correcta al recuperar una pieza desamortizada. Tampoco se conocen datos que
hablen de un enterramiento o fundación relacionada con los condes de Benavente
en esta iglesia de Villalón, cuyo interior se abovedó en 1777 poniéndose por
condición que, si bien habrían de moverse los altares y las tumbas, todo
volvería a su lugar original al concluirse la obra; también la cabecera fue
totalmente transformada a fines de aquel mismo siglo pero, aunque la capilla
del canónigo Barco se modificó, su escultura funeraria continuó en el mismo
lugar que ocupaba anteriormente.
Iglesia de San Miguel de Villalón de Campos |
El
párroco recordaba en 1862 que en Villalón los condes de Benavente habían
poseído un palacio y, efectivamente, estaba en lo cierto puesto estuvo situado
junto a la torre de la iglesia de San Miguel, mirando a la plaza. El IV conde
de Benavente había usurpado terrenos a la parroquia para construir su
residencia, lo cual fue objeto de largo litigio entre la iglesia y los condes
hasta que ambas partes alcanzaron un acuerdo, comprometiéndose los condes a
pagar una renta anual por el uso del terreno. Curiosamente el mismo sacerdote,
por haberlo oído o leído, suponía que el representado en la estatua era el
propio fundador del palacio de Villalón, es decir, el IV conde de Benavente.
Partiendo
de estas consideraciones, estudios posteriores de González García-Valladolid y
Ara Gil han incidido en esta última idea identificando la estatua con el IV
conde, Rodrigo Alonso Pimentel (1461-1499), recordando que este conde participó
en la guerra de Granada, falleció en 1491 y el estilo de la escultura “cronológicamente coincide con el momento del
fallecimiento del conde”, lo cual se ha venido aceptando sin mayores
críticas hasta no hace mucho, prefiriéndose en la actualidad identificar al
representado como un Caballero yacente.
Efectivamente, la escultura no representa a la persona con quien se venía
identificando puesto que el IV conde de Benavente, según su testamento, se
mandó enterrar en la capilla del convento de San Francisco de Benavente
(Zamora) y además, cuando falleció era de edad avanzada, se le describe como “tuerto y cascarrabias” y cometedor de
grandes abusos sobre las comunidades que dominaba según refleja su libro de
descargo de ánima, lo cual no coincide con la juventud que refleja el individuo
que representó el anónimo escultor.
¿A
quién representa realmente la escultura yacente?
La
mayor parte de la investigación acerca del posible origen de esta escultura,
así como de su identidad se la debemos a Carlos Duque Herrero, de cuyo artículo
tomamos la mayoría de los textos. Piensa el investigador que la clave para
poder identificar al personaje yacente puede encontrarse en la declaración
realizada por un vecino de Villalón en la década de 1560. “Un tal Pedro de Vovadilla (sic), que dice contar noventa años, narra el
recuerdo que conservaba de cuando “trayendo el marqués de Villafranca, hijo del
conde DON Rodrigo, a enterrar de Alcalá a Villalón estando el cuerpo en una
hermita, saliendo por él la villa, clerecía (…)”.
El
marqués de Villafranca, don Luis Pimentel Pacheco, era el hijo primogénito del
IV conde de Benavente y de doña María Pacheco, los cuales contrajeron
matrimonio en 1466. El nacería poco después, a finales de aquel mismo año o
principios de 1468 ya que su hermano menor, llamado Alonso, futuro V conde de
Benavente nació en 1468. El marqués murió de forma trágica, en noviembre de
1497, como consecuencia de una caída en Alcalá de Henares, no se sabe bien si
de un caballo o desde una baranda. Por consiguiente, al fallecer frisaba la
treintena y se hallaba casado con Dª Juana Osorio Bazán, I marquesa de
Villafranca, quien le daría una hija póstuma, Dª María Juana Pimentel Osorio,
que nació en 1498.
¿De
dónde procede la escultura yacente?
La
relación de los condes de Benavente con el pueblo de Villalón fue muy intensa,
a todos los niveles incluido los artísticos, entre mediados del siglo XV y
mediados del siglo XVI. Es importante destacar que en 1469 el IV conde fundó,
extramuros de Villalón, el convento de franciscanos recoletos de Santa María de
Jesús iniciándose las obras al año siguiente aunque un cronista anónimo de la
propia Orden, en los primeros años del siglo XVII, precisa que las obras
comenzaron en realidad en 1471 haciendo especial hincapié “de la increíble devoción a nuestra sagrada y apostólica religión que
desde tiempo inmemorial tienen los Excmos. Condes de Benavente”, en cuya
intensa relación insistió también Jacobo de Castro en 1722. Efectivamente en su
testamento de 1499 don Rodrigo Alonso Pimentel exhortaba a que se acabase el
expresado convento y al año siguiente la comunidad franciscana reclamaba la
entrega de 660.000 maravedís para la realización de diversas obras en su
edificio, de los cuales no se les libraría ni la décima parte.
Lamentablemente
la documentación que se ha conservado sobre este convento es casi nula. Sin
embargo, en la hipotética reconstrucción que se podría realizar de este
convento, no aparece referencia alguna a enterramiento o estatua de ningún
conde o marqués aunque podría ser un indicio el que los condes de Benavente satisficieron
anualmente al convento la cantidad de 6.300 maravedís por los “sufragios que en él cumple su comunidad”
y, naturalmente, el hecho de que eran los patronos del mismo.
San
Francisco pudo ser el símbolo del nuevo rumbo que iba tomando la villa de
Villalón de Campos bajo el señorío de los Pimentel contrarrestando a Santo
Domingo, titular del otro convento mendicante fundando en Villalón a principios
del siglo XV por don Fernando de Antequera y doña Leonor de Alburquerque, y,
como se pregunta Duque Herrero: ¿qué mejor forma de potenciarlo y prestigiarlo
que sepultando en su interior el cadáver del I marqués de Villafranca,
primogénito del IV conde de Benavente, muerto en plena flor de la vida?
BIBLIOGRAFÍA
- ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia, Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977.
- DUQUE HERRERO, Carlos: “La escultura yacente del I marqués de Villafranca (h. 1497), Boletín del Museo Nacional de Escultura, Nº 3, 1998-1999, pp. 11-13.
- WEB DEL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA: http://ceres.mcu.es
Magnífico trabajo!; me encanta esta escultura, que además muestra a la perfección la armadura de un caballero de finales del siglo XV.
ResponderEliminarPara mi gusto es una de las "joyas" del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.