Hoy vamos a hablar de una escultura que si bien
en la actualidad no se encuentra en Valladolid, y tampoco fue esculpida para
ser contemplada en la ciudad del Pisuerga, estuvo durante algunos años situado
en uno de los lugares más importantes de su época: el Palacio de la Ribera. En
dicho palacio se conservó durante unos años el grueso de la colección del Museo
del Prado, también fue el lugar en donde algunos de los más grandes maestros de
la época pintaron. Pero hoy no es el día de hablar de este magnífico palacio,
del que por suerte o por desgracia aún subsiste una mínima parte. ¿Por qué
hemos consentido y seguimos consintiendo que nuestro patrimonio desaparezca? Si
no cuidamos lo nuestro, nadie lo hará. Como complemento de esta entrada os recomiendo el apasionante post de Investigart titulado "Sansón y el filisteo de Giambologna: un peón en el tablero diplomático de la Edad Moderna", en la cual descubriréis en profundidad la "vertiente política" de esta maravillosa escultura.
Situación del Palacio de la Ribera según el plano de Bentura Seco (1738) |
Vista del Palacio de la Ribera a mediados del siglo XVIII según el ingenuo dibujo del diarista y ensamblador Ventura Pérez |
¿DE DÓNDE PROCEDÍA?
Vasari, Milanesi, Borghini y Baldinucci recogen
en sus textos referencias al grupo de “Sansón
matando a un filisteo”, que fue hecho poco antes de 1570 para el Gran Duque
Francesco, quien lo mandó emplazar en la Fontana del Cortile, en su Casino de
Florencia. Baldinucci declara que en 1607 esta estatua, en unión de otra que representaba
a “Sansón y el león” (en la actualidad se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago), esculpida por
Cristóforo Stati, fue regalada al Duque de Lerma, quien la mandó conducir a
Valladolid. Se la destinó a los jardines del Palacio de la Ribera. Este había
sido vendido por el Duque al Rey de España y sin duda lo fue también la
estatua, de la cual hay otra referencia de que llegó en 1604. Ocupó sitio
preferente: el centro de los jardines, señal de que se rendía reconocimiento a
su gran valor.
El grupo es enteramente del gusto de Juan de
Bolonia. Son dos figuras en actitud dinámica, de lucha. Técnicamente es
irreprochable, por la habilidad que demuestra el haber sabido sacar todo el
conjunto de un mismo bloque de mármol. Domina la línea abierta, usual en
Bolonia, precursora del barroco; incluo hay un ligero movimiento giratorio. Sin
embargo, Bolonia, siempre fiel al manierismo, deja la pasión sujeta, de forma
que todo ello viene a ser un bello, un armonioso despliegue o exhibición de
líneas; la acción queda encerrada en el grupo, sin rebasar los contornos.
En realidad la estatua no fue regalada al Duque
de Lerma, sino que éste tuvo que desembolsar
5.712 maravedíes para "para vna fuente de mármol desde la casa del
embaxador de Florencia a la huerta de la Rivera, y cargarla y descargarla".
Retrato de Giambologna. Hendrick Goltzius |
Las tres fotos han sido obtenidas de http://chicago-architecture-jyoti.blogspot.com.es/2010/02/aic-samson-and-lion.html |
SANSÓN Y EL FILISTEO EN EL PALACIO DE LA RIBERA
Pinheiro da Veiga, que tanto ha
ayudado a conocer el Valladolid cortesano de Felipe III en su Fastiginia, tuvo ocasión de ver la
Huerta, sus jardines, y por supuesto el conjunto escultor, todo lo cual
describe así:
"En esta huerta hay
campo para todo género de caza, y frente al palacio viejo unas casas, galerías
y jardín y las calles con celosías de madera pintada sobre el río, con lo que
queda pareciend painel de Flandes, principalmente con una barandilla que cae
sobre ella, que tiene muy bien una carrera de caballo.
Está el jardín repartido en cuatro cuadros, con
cuatro fuentes de invenciones, y en el medio una de alabastro que al duque
mandó el duque de Florencia, que tiene las figuras de Caín y Abel, cosa tan
perfecta que, como si fuera de Mirón o Policleto, la hallo digna de mandarse de
Italia a España.
Está el jardín acompañado de
casas, galerías, barandas, que vienen al río de un lado a otro, con lo que
queda más hermoso y apacible; tiene casas de pajarillos con árboles en que se
crían, y otras curiosidades. Las casas, así las altas como las bajas, están
todas llenas de las más hermosas pinturas que hay en España, y muchas de ellas
originales de Urbino, Miguel Ángel, Ticiano, Leonardo, Mantegna y otros más
modernos, que fueron los Apeles, Timates, Zeuxis, Parrasios, Protógenes y
Apolodoros de nuestros tiempos".
La fuente de "Caín y Abel" o de "Sansón
matando a un filisteo" a la que se refiere Pinheiro no es otra que la
escultura conservada en el Victoria and Albert Museum de Londres, obra de Juan
de Bolonia. Su dibujo original se conserva en la galería de los Uffizi de
Florencia, pudiéndose contemplar en él la obra en su conjunto, ya que
posteriormente el remate escultórico y la base seguirían caminos diferentes. Es
más, parece que a España nunca llegó la obra completa, pues los cuatro monos de
bronce que se distinguen en la taza del citado dibujo habrían sido separados en
las últimas décadas del siglo XVI, siendo identificados dos de ellos hace unos
años en una subasta inglesa por C. P. Wilson.
Dibujo de la fuente de Sansón y el Filisteo (Galeria degli Uffizi. Florencia). La fuente llegó a Valladolid sin los monos de la base |
¿A DÓNDE MARCHÓ?
En 1623 el grupo fue regalado al príncipe de
Gales -que tomó también un cuadro de Pablo Veronés representando Un niño
huyendo de un perro-, desdeñando éste llevarse el resto a causa de su mal
estado. El Príncipe había venido a España con objeto de
concertar su matrimonio con la Infanta española Doña María, aunque finalmente
las negociaciones fracasaron. Ello no fue óbice para que fuera galantemente
obsequiado en los diversos lugares por donde pasó a su retorno. De regreso a su
patria llegó a Valladolid el 16 de septiembre, aquí se organizó la comitiva
presidida por una Junta con autoridad real para tomar las providencias para el
viaje de regreso a su país. Formaban esta Junta el Cardenal Zapata, el Marqués
de Aytona, el Conde de Monterrey y el Conde de Gondomar, los cuales con gran
frecuencia participaban al Rey el desarrollo de las jornadas.
En un escrito fechado en Dueñas el 17 de
septiembre de 1623 se relata lo sucedido desde Olmedo hasta aquella población,
comprendiendo el paso y estancia en Valladolid. Salidos muy de mañana desde
Olmedo, el sábado 16, comieron en Puente Duero, de donde el Príncipe partió a
poco más de las doce, haciendo su entrada en la ciudad castellana rodeado de los
miembros de la Junta antes citados, del Duque de Buckingham y del embajador
inglés en España que también formaba parte del séquito.
“Después de
apeado en Palacio vino el Presidente con el Acuerdo a visitarle que pareció a
la Junta era justo se hiziese ahí pues assi hizieron lo mismo todos los
Tribunales en forma de Consejos. Después de la Chançillería vino el Corregidor
y regidores en forma de Ciudad a darle la bienvenida recivolos a todos con
mucho agrado y en acabándose estas dos visitas se fue a ver la huerta de Su
Magestad acompañándole el Conde de Monterrey, el Duque Boquingan y su Embaxador
ordinario y el Conde de Barajas y don Rodrigo Enríquez.
Vio todo lo que avia que ver en ella y contentole tanto la statua de
Cayn y Abel que estava en la fuente grande y una pintura de Paulo Veronese, que
dio a entender gustaría de llevarlas, y la Junta dio orden al Veedor de las
Obras que se las diese juzgando que Vuestra Magestad lo tendrá por bien y que
no se podía escusar aviendolas pedido y dexó un criado allí para solo
recibirlas”.
Terminada la excursión volvió
antes de anochecer a Palacio donde recibió la visita del Marqués de los Vélez
con mucho acompañamiento. Después de cenar fue agasajado con unos fuegos
artificiales preparados en la propia plaza de Palacio, hoy de San Pablo,
retirándose seguidamente a descansar. Al día siguiente se reanudó la marcha de
madrugada para llegar a comer a Dueñas, desde donde se dirigió el Rey al
escrito antes mencionado.
Las vicisitudes de la estatua en Inglaterra
fueron reveladas por el Museo Victoria y Alberto. El Príncipe de Gales regaló
en 1624 la estatua al Duque de Buckingham, quien le había acompañado durante su
viaje por España. Podríamos colegir de este hecho, que fue Buckingham en
realidad quien se entusiasmara de la estatua, valiéndose de su gran señor para
conseguirla. Al salir de España la obra llevaba el título de “Caín y Abel”, y de este modo fue
conocida largo tiempo en Inglaterra. El grupo permaneció en el jardín de York
House, pero en la primera década del siglo XVIII fue trasladado a Buckingham
House. Este edificio fue luego adquirido por Jorge III, incluyendo la estatua.
Posteriormente, el Rey hizo donación de la estatua a Thomas Worsley,
Superintendente General de las Obras de Su Majestad, quien la hizo trasladar a
Hovingham. Y aquí permaneció hasta que fue adquirida en 1953 por
el Museo Victoria y Alberto.
VICISITUDES DE LA FUENTE TRAS LA MARCHA DE “SANSÓN Y EL FILISTEO”
Tras su salida, el 23 de septiembre de ese mismo
año Jerónimo de Angulo solicitó licencia para adquirir una nueva figura que
coronase la taza. Casi un mes después, el 28 de octubre, el propio Angulo envió
a la Junta de Obras y Bosques dos proyectos de esculturas para la misma, "el
uno de bronce dorado; el otro de piedra de Nabares finxido de jaspeados al
olio, quel de piedra costará asta tres mill reales poco menos; el de bronçe
costará quinientos ducados". Pedía que se hiciesen llegar al
arquitecto real, Juan Gómez de Mora, para que los valorase y decidiese, y
recordaba igualmente, no sin cierto pesar, cómo las figuras que se llevó el
príncipe de Gales "valían... mucho y eran de grande estimaçión; por lo
menos no ay ahora en España quien las pueda hazer, aunque ay en este lugar un
escultor exçelente artífice de los buenos que ay en España y Ytalia, que hiço
el modelo de las dhas figuras, a dho que no se atreberá açerlas tan buenas con
muchos quilates; Diçe que se las ubiera de hazer abía de menester tres años de
tiempo, valían las figuras por lo menos veynte mill ducados". Se ha
pensado que este "escultor excelente" era Gregorio Fernández,
cosa que no se puede asegurar, aunque se sabe que alguna vez participó en
alguna obra de los palacios reales vallisoletanos.
Tres décadas después, el 19 de noviembre de 1653,
se ordenó la entrega de la taza y pilar para instalarlos en El Pardo. La orden
real se comunicó el 22 de noviembre, pero el 27 del mes siguiente el maestro de
obras Nicolás Bueno, Juan de Répide, Bartolomé de Castrillo y el fontanero
Bartolomé Benítez, emitieron un informe desfavorable respecto a la idea de
entregar "la fuente en que estaba Cayn y Abel que está puesta en medio
del xardín principal de la Rivera que es pedestal, taça y bassa".
Informaron entonces de que cincuenta años atrás se había traído la fuente de
Florencia, asentándose ya quebrada. Por esta razón, el príncipe de Gales sólo
se llevó las figuras, pues la taza estaba quebrada por veinte partes, aderezada
con clavijas, grapas de hierro y betún. Los oficiales, pues, no creían
conveniente el traslado, aunque no se oponían a ello si se mantenía la orden,
advirtiendo del coste de su andamiaje y empaquetado. Sin embargo, la Junta de
Obras y Bosques estaba decidida a dotar de una nueva utilizada a una obra que, en
estos momentos, prestaba servicio a un jardín que había perdido ya buena parte
del interés que tuviera para los monarcas. Así pues, en 1653 la taza abandonó
también la Ribera vallisoletana, sirviendo hoy de pie a la fuente de Baco de
Joghenlink, en el Jardín de la Isla de Aranjuez, tal y como puede verse en los
grabados de Louis Meusnier y Álvarez Colmenar.
Dibujos y fotografía de la Fuente de Baco, con la taza que corresponió a la Fuente del Palacio de la Ribera |
Al año siguiente, en 1654, el sobrestante
Santiago Vaca remitiría a sus superiores un dibujo, conservado en el Archivo
General de Simancas, de la nueva taza que sustituyó a la florentina. Se trata
de un "modelo de taça que se ha hecho y puesto en lugar de la que Su
Magestad mandó traer de la guerta de la Rivera", es decir, una obra
que fue ejecutada. Constaba de tres cuerpos. El bajo estaba formado por un
estanque hexagonal y un pedestal ornado en sus caras con leones sentados de
frente y teniendo escudos cuartelados con las armas de León y Castilla. Por
encima se disponía una taza circular con diversos cañas, y de su centro emergía
la continuación del pedestal estriado, con más surtidores, el cual sostenía una
estatua femenina. Esta última, vestida con atuendo clásico, bastón y una media
luna a los pies, quizás pudiera identificarse con Diana. De ser así, se estaría
estableciendo una referencia simbólica al agua –alusiva a la fuente y al baño
de la diosa– y a la caza, tan acorde con el sitio vallisoletano, que contaba
con un parque cinegético; la media luna sobre su cabeza, con la que se la
representó en ocasiones, aparecería aquí a los pies. Nada se conoce sobre el
destino de esta fuente, aunque algunos de sus restos pudieran identificarse con
los recibidos en mayo de 1819 por la Sociedad Económica para hacer una nueva en
Campo Grande.
Dibujo de nueva fuente para el jardín del Palacio de la Ribera (1654) |
BIBLIOGRAFÍA
- ARRIBAS ARRANZ, Filemón: "Obras de arte del palacio de la Huerta del Rey de Valladolid", B.S.A.A., tomo XII (1945-1946), pp. 159-161.
- MARTÍN GONZÁLEZ, J.J.: "Una estatua del Palacio de la Ribera, en Londres", B.S.A.A., tomo XX (1960), pp. 196-198.
- PÉREZ GIL, Javier: El palacio de la Ribera: recreo y boato en el Valladolid cortesano, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2002.
- VV.AA.; Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid, Ministerio de Cultura, Madrid, 1986.
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