Cerca
de Peñafiel se encuentra un pequeño, aunque precioso, pueblo: Corrales de
Duero. Su iglesia contiene numerosas obras de arte de primer nivel, todas ellas
con un común denominador: la pintura. Entre ellas podemos citar unas valiosas
sargas con escenas de la Pasión, importantes por cuanto no se han conservado
demasiadas; también diversos trozos o tablas sueltas que debieron pertenecer a
retablos descabalados, entre dichas tablas destacan las llevadas a cabo por el
archiconocido “Maestro de Osma”. La última obra pictórica, que es sobre la que
vamos a hablar a continuación, es el retablo de los Santos Juanes.
El
retablo de los Santos Juanes ha llegado a nosotros con bastantes cambios, en lo
referente a estructura y configuración general. Alterado en su calle central,
cuya disposición original ha sido modificada por entero, es seguro que,
aludiendo a su titularidad iconográfica, estuviera presidido por dos esculturas
de bulto representando a los dos santos que le dan nombre: San Juan Bautista y
San Juan Evangelista. Estos se dispondrían sobre el sagrario, conservado in
situ con la escena de la Resurrección en la portezuela. Posteriormente albergó una
imagen de la Dolorosa, de vestir, que se documenta en 1803, cuya fisionomía es
discordante con el buen arte de todo el conjunto. Además, la tabla que
representaba a San Francisco de Asís, en el ático del conjunto, se sustituyó
por una representación de Santa Brígida, que posteriormente también
desaparecería. El grupo del Calvario, todavía fotografiado en la edición del
Catálogo Monumental en 1975, y relacionado con el estilo de Juan de Valmaseda,
también ha desaparecido de su ubicación.
La
estructura arquitectónica del retablo sigue el modelo utilizado por Alonso
Berruguete en el retablo mayor del Monasterio de San Benito el Real, en lo que
se refiere al vocabulario constructivo, al uso de traspilares, columnas
abalaustradas en los extremos, frisos con cabezas de querubines y ornamentación
a candelieri de raigambre italianizante. Sin embargo el aspecto final es más
convencional respondiendo al modelo tradicional de dos cuerpos, ático y cuatro
calles, flanqueando dos a dos la principal de mayor anchura, destinada a
albergar las esculturas de los titulares que se han perdido.
En
el primer cuerpo vemos desarrolladas dos escenas dedicadas a cada uno de los
Santos Juanes. En el lado izquierdo podemos ver el ciclo dedicado a San Juan
Evangelista, que se configura con San
Juan en la isla de Patmos y el Martirio
“ante Portam Latinam”. En el lado derecho se desarrolla el de San Juan
Bautista, con los capítulos del Bautismo
de Cristo y la Degollación del
Bautista. En algunas de ellas la relación compositiva de las pinturas, con
la obra realizada por Juan de Villoldo para la madrileña Capilla del Obispo es
evidente y prueba la intervención del artista en su realización.
El
segundo cuerpo aparece compuesto por cuatro escenas de la Infancia de Cristo: Nacimiento, Circuncisión, Epifanía y Huida a Egipto, mientras que en el ático
se muestran devociones particulares entre las que no parece existir relación
programática alguna: San Martín de Tours
partiendo la capa con el pobre acompañaba a la perdida tabla de San Francisco de Asís. Al otro lado Santa Catalina de Alejandría forma
pareja con San Roque y entre ambos
grupos se encontraba el, hoy desaparecido, Calvario. A la vista de las
fotografías y de la escultura de San Juan conservada en la Colección Elvira, se
ha llegado a pensar, de una manera correcta, que las obras están relacionadas
con el foco palentino de este periodo, mostrando una conexión con la producción
de Juan de Valmaseda.
No
cabe ninguna duda que las pinturas responden a una clara filiación con las
composiciones berruguetescas que se habían empleado en el retablo de Monasterio
de San Benito el Real de Valladolid. No sólo las pinturas sino también las
esculturas de este retablo sirvieron de fuente compositiva para algunas de las
tablas que forman el conjunto. Sin embargo se advierte la intervención de
diferentes manos, que se reparten las tareas pictóricas del retablo. Las
pinturas del primer cuerpo, con las escenas correspondientes a los Santos
Juanes, encajan con la producción pictórica de Villoldo, tal y como detectó
Angulo, con una simple comparación estilística con el resto de su obra dispersa
por el área geográfica de la primitiva diócesis palentina. La soltura en la
pincelada, las posturas forzadas y atrevidas, el cromatismo contrastado y la
luz ambiental forman parte del vocabulario manejado por este artista. Cambia el
concepto en las tablas superiores, correspondientes al segundo cuerpo y al
ático. Deudoras de las innovaciones berruguetescas como señalamos, responden a
un tratamiento más convencional, las figuras muestran una corporeidad mucho más
rotunda que la que se observa en las pinturas inferiores, de manera que han
tenido que ser realizadas por otro artista diferente, aunque del mismo taller.
BIBLIOGRAFÍA
- MARTÍN JIMENEZ, Carlos Manuel y MARTÍN RUIZ Abelardo: Retablos Escultóricos: renacentistas y clasicistas, Diputación de Valladolid, Valladolid, 2010.
- VALDIVIESO, Enrique: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo VIII. Antiguo partido judicial de Peñafiel, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1975.
Muchas gracias por la información, de gran interés
ResponderEliminar