miércoles, 2 de octubre de 2013

Las obras del escultor riosecano Manuel Adeba Pacheco en La Carolina (Jaén)


Texto extraído casi íntegramente de: http://sanjuandelacruzlacarolina.blogspot.com.es/2013/10/la-autoria-de-la-desaparecida-imagen-de.html

Uno de los principales atractivos que la aldea de La Peñuela ofrecía a la empresa colonizadora era la existencia en esta pedanía de Baeza del convento de carmelitas descalzos de Jesús María del Monte. Y ello era así porque el convento reunía unas excelentes condiciones para fundar sobre él una ciudad, ya que sus instalaciones, que llegaron a ser de cierta entidad, sirvieron para el refugio de funcionarios y dependencias de la Intendencia, estando alojados en él hasta 1770. Otras razones de gran importancia fueron la existencia del pozo, la huerta, el molino de aceite y el olivar y viñedo de los que disponía el convento.
En 1767, al irse los frailes tras la permuta hecha del convento por el colegio de los jesuitas de Cazorla, se constata que con ellos se van casi la totalidad las imágenes que recibían culto en el templo, entre ellas su primitiva titular, la Virgen del Carmen, para la que su Cofradía recién extinguida (1766) le había confeccionado un rico manto de tejido de plata. 

Ermita de San Juan de la Cruz en La Peñuela
Por ello Olavide, para adecentar el templo y promover el culto, toma en consideración el requerimiento del Señor Obispo, para que en los templos de las Nuevas Poblaciones se coloquen imágenes que exciten la devoción de los fieles. Y por ello, encarga la imagen de la Patrona, la Inmaculada Concepción, en madera estofada y policromada, imagen que llego a La Carolina el 1 de Agosto de 1770, siendo bendecida por el obispo nueve días más tarde. En Mayo de 1780, se adquiere una corona de plata para la imagen, que cuesta 2816 reales y 7 maravedís, y por último, en Septiembre de ese año, se adquieren los útiles necesarios para estofar la imagen en oro.
Pero además de esta imagen, Olavide dispone la hechura de dos imágenes más, con objeto de ocupar dos nichos laterales situados a cada lado del altar mayor. Primero piensa en la ejecución de San Pedro y San Pablo. Pero conocemos por palabras del vicario D. Juan Lanes Duval que el escultor se había negado a ejecutarlas aún en 1776: "dos santas imágenes las cuales se ha tratado varias veces cuales habrían de ser, inclinándose (Olavide) a que fueran de S. Pedro y S. Pablo, pero que es cierto no ha habido ocasión de hacer ejecutar, no habiendo querido el escultor que hizo las imágenes de la Virgen".

Pablo de Olavide
Por estos mismos años, La Inquisición se propone dar un castigo ejemplarizante como advertencia a los ilustrados, y ve en Olavide a la persona idónea. En medio de grandes acusaciones, en su mayor parte provenientes de Fray Romualdo de Friburgo, destaca su negativa a establecer cofradías, así como la de la colocación de los santos en los altares colaterales vacíos en la Parroquia de la Inmaculada. El mismo se justifica así en 1776: "Quiere que yo sea enemigo de los Santos, porque no le daba la mano para sus malas entendidas Cofradías y con las que sólo quería imponer ruinosas contribuciones. Asunto que ni yo podía imponer por mí, ni tengo por conveniente todavía en el principio de las colonias".

La Carolina (Jaén). Iglesia de la Inmaculada
"Dice que en las Iglesias no hay imágenes de Santos y no dice verdad [...] Es verdad que en otras no se han puesto todavía, porque no ha habido artífices y porque es fácil de comprender que en asunto tan extenso no es mucho que todavía no se halle todo completo; y así ni por el Obispo, ni por su vicario se ha reclamado hasta ahora sobre esto [...] Si en alguna iglesia pudiera repararse la falta de estas imágenes sería en la de La Carolina, pues como la mayor y más distinguida de todas parecía exigir mayor adorno. Pero en nada se muestra más la mala fe del padre, pues sabe, y yo en la mesa pública se lo he dicho mil veces, que dos nichos que se han hecho al lado del altar y que, visiblemente no pueden tener otro uso que para colocar imágenes de santos, los tenía yo destinados para las de San Pedro y San Pablo. La falta de artífices y otras mil ocupaciones más urgentes no me han dado lugar para ejecutarlo todavía [...]¿Y por qué dirá, en particular, de mi que soy su enemigo? No puede tener otro pretexto que ciertas conversaciones de mesa, cuando quería establecer su cofradía de San Juan de la Cruz".
Al fin, Olavide cesa como Intendente. Pero la Parroquia seguía necesitada de Imágenes, ya que los altares colaterales permanecían vacíos. Así que D. Juan Lanes Duval vuelve a reclamar al Intendente, cargo que ahora ostenta D. Miguel de Ondeano. Y este pide información del estado de las imágenes. El secretario de Olavide, Bernardo Darquea, le informa el 18 de Febrero de 1777: "En efecto, el Sr Superintendente tiene mandadas hacer, mucho tiempo ha, dos efigies que representan a S. Pedro y S. Pablo, con destino a los dos nichos colaterales de la Iglesia de esta Capital; y aún el estatuario le presentó los modelos, estando yo delante, formados de barro. Se aprobaron y el artífice llevó el encargo muy estrecho de concluirlos lo más pronto posible. Como ha sobrevenido a dicho Sr. lo que todos sabemos, nadie se ha vuelto a acordar de este encargo".
San Juan de la Cruz
Ondeano resuelve solventar esta ausencia, y así el 7 de Octubre de 1777 pregunta al Consejo "si se han de colocar las de aquellos santos (San Pedro y San Pablo) u otros que sean más de la devoción de S.M. En posterior comunicación se le responde que se coloquen los santos que elija el Obispo".
El nuevo Intendente procede a ampliar el templo. A la primitiva iglesia carmelitana, que ya sobre 1769 había sido ampliada para acoger el coro (hoy altar mayor) y camarín de la Purísima. El mismo informa a Muzquiz el 29 de Diciembre de 1782 sobre las obras, añadiendo: "Resta solamente la adquisición de dos efigies que deben colocarse colaterales al altar mayor: una de San Carlos, declarado patrono de esta iglesia, con respecto al Augusto nombre del Rey, su fundador, y otra de San Juan de la Cruz, compatrono aclamado por la decisión decidida de los fieles de esta Capital, y por cuya intercesión se han verificado del Todopoderoso beneficios extraordinarios en esta Capital, en cuya inmediación se venera a este santo en una antigua preciosa ermita, que se extiende en el día a expensas de la devoción de los fieles".
En el mismo documento hace una apreciación valiosísima: "No hay en esta provincia artífices hábiles, de cuya mano pueda fiarse esta obra para que sea digna de su representación y destino. Por esta razón, principalmente, y porque de otra parte ha sido crecido el gasto que ha debido hacerse en esta Parroquia [...] me ha parecido hacer presente al Rey la situación de esta Iglesia, Capital de su real Patrono por erección y fundación, suplicando a su Religiosa y Real piedad se digne mandar que por los estatuarios de S.M. se hagan las dos referidas efigies de los expresados santos patrono y compatrono, cuyo coste será de corta consideración, lográndose por este medio fácil que aquellas efigies sean correspondientes a su digno destino".
Al margen del documento aparece la autorización: "Dese orden a Sabatini para que disponga la ejecución de estas dos efigies, pidiendo a Ondeano las noticias conducentes".
Comparación entre las dos esculturas de San Juan de la Cruz realizadas por Adeba Pacheco
Y tras la aprobación, el Intendente encarga el 19 de Febrero de 1783 las Imágenes de San Juan de la Cruz y San Carlos Borromeo. Al año siguiente, 2 de Marzo de 1784, encarga la hechura de una Virgen Dolorosa. Y por fin, la Imagen Patronal, junto con la de San Carlos y la de Nuestra Señora de los Dolores, son recibidas en La Carolina a plena satisfacción de Ondeano y de Don Juan Lanes Duval, vicario, aunque el importe de 15168 reales debió reclamarlo Sabatini el 4 de Febrero de 1785: "El 19 de Febrero de 1783 se me mandó por la vía reservada de Hacienda que hiciese ejecutar de escultura dos efigies, la una de San Carlos y la otra de San Juan de la Cruz, para colocarla en la iglesia de La Carolina, en las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, y posteriormente, en 2 de Marzo de 1784, que hiciera una de Nuestra Señora de los Dolores para la misma iglesia, poniéndome de acuerdo con el intendente D. Miguel de Ondeano; y se han ejecutado y remitido a dichas Poblaciones a satisfacción del mismo Intendente y del vicario general de ellas, en cuyo supuesto paso a V.E. La adjunta cuenta de su importe, que asciende a quince mil ciento sesenta y ocho reales de vellón, a fin de que en su vista se sirva disponer, si fuera de su agrado, que se satisfaga dicha cantidad al interesado. Nuestro Señor guarde la vida de V.E. Muchos años. Madrid, 4 de Febrero de 1785. Excmo. Sr. besa la mano de V.E. Su mas rendido servidor, Francisco Sabatini".
Al día siguiente de la reclamación de Sabatini, se promulga una Real Orden, de fecha 5 de Febrero de 1785, que faculta librar la cantidad de 15168 reales al Tesorero General, D. Francisco Antonio Ibarrola y Gorvea, Marqués de Zambrano.
Hasta aquí sabíamos en La Carolina. Pero quiso la casualidad que la duda que siempre me causó la atribución de Sabatini me pusiera en contacto con Javier Baladrón, vallisoletano licenciado en Historia del Arte y estudioso de la obra artística de D. Manuel Adeba Pacheco. Fruto de la puesta en común de nuestras sospechas, dimos con la clave en un artículo realizado por el profesor Jesús Urrea, en el cual se hacía referencia a un legajo del Archivo General de Simancas. Documento que hallamos y es el que sigue: "El Marqués de Zembrano tesorero general que fue de S.M. en todo el año de 1785. Data de las cantidades que satisfizo en los doce meses de él, a la clase de extraordinario general de hacienda (...) A Manuel de Adeba y Pacheco en conformidad de Real Orden de 5 de Febrero de 1785 y un recibo de 7 de Marzo de 1785: Quince mil ciento sesenta y ocho reales de vellón costo de quatro efigies que ha hecho para la Yglesia de la Capital de las Poblaciones de Sierra Morena".

Pero... ¿las imágenes no eran de Sabatini?
Hasta ahora, siempre habíamos creído que nuestra imagen patronal, junto con las de la Purísima, San Carlos Borromeo y Nuestra Señora de los Dolores (imágenes destruidas el 29 de Julio de 1936) eran obras de Francisco Sabatini, arquitecto traído de Italia por el Rey Carlos III. Y es cierto que toda la documentación consultada por nuestros historiadores locales parecía dar la razón a esta atribución. Como anteriormente hemos leído, el Intendente Don Miguel de Ondeano escribe: Dese orden a Sabatini para que disponga la ejecución de estas dos efigies. Sin embargo, es el propio Sabatini el que con sus propias palabras nos pone en la pista. Si nos fijamos en el escrito que envía con fecha 4 de Febrero de 1785 y lo leemos detenidamente vemos que dice: "se me mandó por la vía reservada de Hacienda que hiciese ejecutar de escultura dos efigies (...) se sirva disponer, si fuera de su agrado, que se satisfaga dicha cantidad al interesado".

El hallazgo del documento anterior en el Archivo General de Simancas es la clave definitiva. Sabatini nunca fue el escultor que ejecutó las referidas imágenes, pues su oficio era el de arquitecto y decorador de la corte, no era escultor. Y por eso siempre sostuvimos que él podría haber simplemente tramitado la gestión, o como mucho, dando alguna traza o idea general de la composición de las mismas al artífice, pero jamás pudo haberlas realizado él. Esto lo demuestra la carta de Muzquiz a Olavide, de 23 de Junio de 1772, para tratar la ejecución para La Carolina de una efigie del Rey Carlos III: "que remita las medidas y noticias correspondientes relativas a la estatua del Rey que se ha de poner en La Carolina, Capital de las Nuevas Poblaciones, para con ellas comunicar la orden correspondiente de SM a D. Francisco Sabatini. (Al margen se lee) Dese orden a Sabatini para que disponga que se haga esta estatua por el escultor que sea de su satisfacción, con arreglo a las medidas y noticias que se han de pedir a Olavide, y se le han de pasar".
Posteriormente Olavide escribiría acerca de esta estatua a Muzquiz el 26 de Noviembre de 1774, informándole de que "encomendaron unos dibujos de su orden a Sabatini para la colocación de la estatua que debe levantarse a su Augusta Persona en La Carolina y que están para concluirse muy en breve". Sabatini nunca pudo ejecutar imagen alguna, pues no era su oficio, sino que encomendaba esta tarea a escultores de su confianza, estatuarios de S.M, en este caso, de D. Manuel Adeba Pacheco, escultor de cámara, actuando Sabatini como mero intermediario.

Post realizado por:
Juan Manuel Patón Crespo Licenciado en Bellas Artes    http://sanjuandelacruzlacarolina.blogspot.com.es
Javier Baladrón Alonso Licenciado en Historia del Arte

1 comentario:

  1. ¿En 1774 ya había recibido su nombre definitivo La Carolina?, ¿o fue posteriormente?
    Una gozada de post.
    Un saludo

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