martes, 30 de marzo de 2021

EXPOSICIÓN: "Grotescos verdugos. Soldados y sayones en la escultura procesional del Museo"

 

Durante esta Semana Santa tan extraña no están faltando las propuestas que ayudan a sobrellevar la falta de procesiones. Si hace un par de días hablamos de la VI Exposición "Semana Santa: Expresión del Pueblo" organizada por la iglesia de San Andrés y la Cofradía Penitencial de Jesús Despojado, hoy traemos otra iniciativa interesantísima. Se trata de Grotescos verdugos, una muestra, casi un “happening” semanansantero, que puede admirarse hasta mediados del mes de abril en las salas del Museo Nacional de Escultura y también en la sede de la Casa del Sol. A lo largo de las citadas salas nos encontraremos con 13 sayones que proceden del historiado de los pasos procesionales de las cofradías penitenciales históricas.

No todos los sayones que veréis conforman actualmente los pasos procesionales puesto que algunos no se han vuelto a montar íntegros desde hace décadas cuando no siglos. Es el caso de los tres pasos procesionales de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz: la Oración del Huerto, la Flagelación y la Coronación de Espinas. Ojalá que algún día podamos volver a ver armados estos conjuntos como ha ocurrido con la Flagelación de la Cofradía de la Pasión, Sed Tengo, Camino del Calvario, Preparativos para laCrucifixión, etc.

GREGORIO FERNÁNDEZ. Sayón bizco de la Coronación de espinas (ca. 1620)
FRANCISCO DÍEZ DE TUDANCA Y ANTONIO DE RIBERA. Sayón de la guedeja de la Flagelación de la Cofradía de la Pasión (ca. 1650)
ALONSO DE ROZAS. Durmiente del Santo Sepulcro (1674-1675)

Los sayones y soldados son figuras monumentales con una altura similar a la de un hombre adulto. Como ya hemos dicho, formaban parte del historiado de los pasos, al igual que otras imágenes sagradas, pero a diferencia de aquellas los sayones, soldados y demás verdugos solían guardarse sin el menor cuidado en los sótanos y trasteros de las iglesias penitenciales, de ahí que sean las imágenes más deterioradas, habiéndose llegado a perder alguna de ellas. Por su parte. las imágenes principales de los pasos (véase imágenes de Jesús, la Virgen, San Juan, etc…) se exponían durante todo el año al culto en la iglesia ya fuera en altares o retablos. El encargado de montar estos conjuntos durante la Semana Santa era el mayordomo de pasos, que a su finalización también se ocupaba de desmontarlos. Debido a este trasiego las reparaciones fueron constantes. Así, por ejemplo, el 29 de abril de 1696 los escultores Juan de Ávila y Juan Antonio de la Peña, y el pintor Amaro Alonso, inspeccionaron la restauración que había efectuado el también pintor Valentín Gómez de Salazar en las esculturas que conformaban los pasos de la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo. En esta época las cofradías ya no encargan nuevos pasos procesionales ya que no los necesitaban, es por eso que los escultores y pintores se aplican a la recomposición y reparación de las figuras existentes.

ANDRÉS SOLANES. Sayón de la lanza de la Oración del Huerto (ca. 1628-1630)

JUAN DE ÁVILA. Sayón del barreno "El Barrena" del Despojado (1678-1680)
FRANCISCO DÍEZ DE TUDANCA Y ANTONIO DE RIBERA. Sayón de la coraza de la Flagelación de la Cofradía de la Pasión (ca. 1650)

Los sayones destacan por sus coloridos ropajes y, sobre todo, por sus fieros y deformes rasgos faciales. Los tipos escogidos sobresalen por su fealdad, lo que provocaba la irrisión y el odio del público, que en alguna ocasión llegó a apedrearlos. La fealdad estaba asociada a la maldad, cuanto más horribles y deformes fueran esos personajes peor sería la condición que encarnaban. Es decir, los autores de estas esculturas utilizaban estereotipos -pieles cetrinas, narices aguileñas, ojos estrábicos- que en el siglo XVII se asociaban con la maldad, en contraste con los rasgos bellos y armónicos de las figuras sagradas. De tal forma, cada paso construía una narrativa perfectamente inequívoca, en términos morales, sobre el pasaje evangélico que cada paso procesional representaba. En ocasiones los escultores se inspiraron en los rostros de los judíos vallisoletanos, como así puede verse por los típicos rasgos de la raza judaica (nariz corva y barba puntiaguda). Existe uno muy distinto a todos los demás: se trata del sayón negro del paso Preparativos para la Crucifixión. Posee un rostro y una complexión tan atlética inspirados en un hombre de origen africano, lo que nos indica que bien pudo inspirase en algún esclavo que vivía en la ciudad. La inclusión de un personaje de raza negra pudo estar motivada para aludir a la maldad, encarnada en dichos sayones, o bien para referirse a que el padecimiento de Cristo fue realizado para redimir los pecados de todo el mundo, es decir, de todas las razas.

ALONSO DE ROZAS. Durmiente del paso del Santo Sepulcro (1674-1675)
ALONSO DE ROZAS. Durmiente del paso del Santo Sepulcro (1674-1675)
GREGORIO FERNÁNDEZ. Sayón azotador de la Flagelación de la Cofradía de la Vera Cruz (ca. 1619)

Asimismo, los sayones de los pasos procesionales nos dejan entrever la moda utilizada en aquella época. Es allí donde los artistas se permiten la licencia de mostrarnos a sus contemporáneos, para así proporcionar a la escena una mayor veracidad al adaptarla a su tiempo, y quizás cierta pedagogía pues así el pueblo llano podría comprender mejor el suceso representado. Los sayones vallisoletanos visten fundamentalmente ropa militar. Puntualiza Martín González que “estos trajes derivan de los que durante el siglo XVI habían divulgado los lansquenetes alemanes, por eso suelen usar gorras muy flexibles; mangas y calzones con los típicos acuchillados, que en esta época ya solo se usaba en la indumentaria militar. Para señalar la baja moral de estos soldados, se les presentan con mangas remangadas y las piernas descubiertas”.

JUAN DE ÁVILA. Sayón de la soga del Despojo (1678-1680)

La saga de sayones vallisoletanos comenzó con los realizados por Francisco del Rincón para La Elevación de la Cruz, y continuó con los elaborados por Gregorio Fernández y su taller para numerosos conjuntos, como la Flagelación, la Coronación de Espinas, Camino del Calvario o Sed Tengo. Después, en ese mismo siglo, llegarían los de Antonio de Ribera y Francisco Díez de Tudanca para la Flagelación de la Cofradía de la Pasión; los Durmientes de Alonso de Rozas para el Santo Sepulcro, y, finalmente, los de Juan de Ávila para el paso del Despojo, llamado hoy en día Preparativos para la Crucifixión. Desde estos últimos, labrados en 1680, habrían de pasar algo más de tres siglos para que un escultor volviera a tallar nuevos sayones para la Semana Santa vallisoletana. Este honor lo tienen los sayones (el de la lanza, el de la linterna y Malco) del paso del Prendimiento, realizado por el escultor vallisoletano Miguel Ángel Tapia entre 1995-2011.

ALONSO DE ROZAS. Durmiente del paso del Santo Sepulcro (1674-1675)

En definitiva, un total de 13 esculturas ubicados a lo largo de la exposición permanente -diez en el Colegio de San Gregorio y tres en la Casa del Sol- algunos cuasi ocultos, otros abiertamente desafiantes; todos dispuestos a acompaña al “museante” durante su recorrido. Estos “grotescos verdugos” escoltarán durante algunas semanas a los pasos procesionales que habitualmente están expuestos en el Museo. Esta propuesta se podrá disfrutar desde el 23 de marzo al 16 de mayo.


BIBLIOGRAFÍA

BALADRÓN ALONSO, Javier: Los Ávila: Una familia de escultores barrocos vallisoletanos [tesis doctoral], Universidad de Valladolid, Valladolid, 2016.

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: El escultor Gregorio Fernández, Ministerio de Cultura, Madrid, 1980.

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca castellana. Segunda parte, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1971.

MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca en España, 1600-1770, Cátedra, Madrid, 1983.