sábado, 9 de marzo de 2013

MONUMENTOS DESAPARECIDOS: La iglesia de San Antonio Abad II


Cerrada la encuesta: ¿Sobre los “pasos” (antiguos y modernos de qué Cofradía Penitencial te gustaría que se hablara)? Los resultados son: PIEDAD 5, VERA CRUZ 3, ANGUSTIAS 4, SAGRADA PASIÓN 20, JESÚS NAZARENO. No habéis tenido dudas asique se hablará sobre los pasos de la Cofradía de la Sagrada Pasión.
A continuación una nueva encuesta: ¿Sobre qué paso de la Cofradía de la Sagrada Pasión te gustaría que se tratara?. Se podrá elegir entre “Paso nuevo de Nuestra Señora y San Juan”, “La elevación de la Cruz”, el “Santo Cristo del Perdón” y el “Santo Cristo de las Cinco Llagas”. No entran ni “Camino del Calvario” ni el "Azotamiento de Cristo" , el primero porque será el que abrirá la serie y el segundo porque ya ha sido tratado.
En esta nueva entrada vamos a hablar sobre algunas de las obras de arte que atesoraba esta modesta pero interesante iglesia. A pesar de la parquedad de noticias no solo de la iglesia sino también de las obras de arte que contenía, he podido recopilar un cierto número de ellas. A esta parquedad documental hay que unir la fotográfica. Por las fotos que se incluyen en esta entrada no podemos llegar a ver bien lo que había dentro de la iglesia. En varias de ellas podemos ver como aparece un gran cuadro, parece que dedicado a la Virgen, y varios altares, aunque debido a la mala visión de las fotografías no se puede especificar que temas representaban.

Fotografías del interior de la iglesia realizadas desde la Capilla de los Calatayud
En su capilla mayor se asentaba un retablo, de madera sin pintar, presidido por una imagen de San Antón pisando un dragón de siete cabezas. Con casi total seguridad este retablo fue el concertado el 22 de julio 1761 por el ensamblador Agustín Martín, el cual percibiría por su hechura 8.200 reales, debiendo de tenerlo acabado en el plazo de un año. Según las condiciones redactadas por el ensamblador, para el cuerpo de dicho retablo se reutilizarían “dos historias de medio relieve y dos lienzos de los que hay en el retablo viejo”. En el cerramiento, que tendría tres hornacinas, se debían colocar a los lados “dos santos que se hallan en la cornisa del retablo viejo”, y en la caja del medio “donde está diseñada la cruz” se ha de colocar la imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, que también provendría del retablo viejo.
Fotografía tomada de http://www.creativaspublicidad.com/tourspain/monacatus/
La imagen titular del retablo, San Antón se conserva en la iglesia del monasterio de Valbuena de Duero (Valladolid). La imagen, atribuida al escultor Felipe Espinabete, posee mucha fuerza y energía. Descansa sobre un dragón de siete cabezas. Las arremolinadas telas de su manto, escapulario y hábito ofrecen el convencional nerviosismo en sus pliegues. La cabeza del ermitaño, de largas y afiladas barbas presenta una gran relación con otras que se pueden encontrar en los numerosos relieves de las sillerías de Villavendimio (Zamora) y del Museo Diocesano de Valladolid.
No conocemos que espacio ocuparían dentro de la iglesia algunos de los altares que llevó consigo la Cofradía de la Piedad cuando se trasladó a ella en 1790, y que fue su sede canónica hasta 1927. Estos altares eran los dedicados a la Virgen de la Soledad, al Cristo de la Caña, a San José y al Cristo Yacente. Ojala dicha Cofradía pudiera volver a disfrutar de todos sus pasos e imágenes, y poder procesionarlos si quisiera, como así hizo desde hace siglos.
La Virgen de la Soledad. Posiblemente se trate de la imagen que actualmente desfila con la Cofradía de la Exaltación de la Cruz, y que se conserva en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. La imagen, de bastidor, fue realizada por Pedro Gómez Osorio en el año 1600. Una vez en la iglesia de San Antón fue situada en la pared de enfrente a la sacristía de la capilla del Santísimo Cristo. La talla obedece a la típica iconografía de la Soledad, con tocas de viuda española, siguiendo el esquema de Gaspar Becerra.

El Cristo de la Caña, del Gallo, o de la Humildad, actualmente conservado en el Santuario Nacional, fue realizado en 1691 por el escultor José de Rozas, hijo del también escultor Alonso de Rozas. No se hablará ahora sobre él puesto que ya se le dedicó una entrada monográfica.

La escultura de San José en la actualidad se encuentra en paradero desconocido. No es, como mucha gente ha dicho, la imagen que hoy en día se conserva en una de las capillas del Santuario Nacional. No hace falta más que ver como este último tiene un brazo elevado, cosa que el de la iglesia de San Antón no. Quizás formara parte del desaparecido retablo mayor que la cofradía tenía en su iglesia penitencial.

Ubicación de la imagen de San José en la iglesia y detalle de la misma
San José conservado en el Santuario Nacional
La imagen de Cristo Yacente componía antiguamente parte del paso del Santo Entierro de la Cofradía de la Piedad. En la actualidad forma parte de “su versión reducida”, el llamado paso de Cristo de la Cruz a María. El Cristo, en la época de Agapito y Revilla, estaba aún en la iglesia de San Antón y allí lo identifica. Al recogerse para el Museo el retablo mayor de esta iglesia, en 1935 (a causa de haberse desmontado y preparado para una venta ilegal), se incluyó también, formando parte del conjunto, “un gran Cristo yacente”, el cual se encontraba en la sacristía de la capilla de los Calatayud.

En el lado de la epístola había otro retablo, dedicado éste a la Virgen de la Estrella. Posiblemente sea el que se ve, debajo de un gran cuadro, en una de las fotos. Desconozco el paradero de esta Virgen.
En este mismo lado de la epístola, a los pies de la iglesia junto a la tribuna, es decir a la derecha según se entraba por la puerta principal, se encontraba la Capilla de los Calatayud o del Santísimo Cristo de Burgos. La capilla, bastante espaciosa, estaba separada de la nave de la iglesia por una gran verja de hierro de primorosa labor y exquisito gusto; dicha capilla, que tenía, asimismo, su coro alto, estaba consagrada al Santísimo Cristo de Burgos, escultura de madera, obra de Esteban Jordán, que ocupaba el retablo mayor de la capilla.

Interior de la Capilla de los Calatayud
La reja, fabricada en la misma época que la capilla y el retablo, sería con toda seguridad la obra más importante que poseía la iglesia. Es un magnífico ejemplo renacentista. Consta de dos cuerpos y crestería, divididos verticalmente en tres zonas separadas por barrotes abalaustrados, que en el segundo cuerpo tienen colgantes. En esta parte decora el paño central un medallón con un ángel. En la crestería, en el centro, aparece el escudo de los Calatayud sobremontado por un Crucifijo. A los lados medallones decorados con florecillas. Flanquean a estas partes candelabros y flameros que se ligan a los medallones y escudo por ramas ondulantes y roleos que adoptan la traza de sierpes con cabezas de dragón.

El retablo mayor de la capilla por suerte aún se conserva, concretamente en el Santuario Nacional, lugar al que fueron a parar otros bienes de la iglesia de San Antón. Ocupa, en el lado de la epístola, el testero del crucero, un altar denominado como “de los Mártires”. El retablo, realizado entre 1572-1574 por Esteban Jordán, se compone de hornacina plana, flanqueada por pares de columnas divididas en tercios, los extremos de talla; el central es entorchado. En el ático hay dos profetas sentados (uno de ellos es Habacuc). Se corona con un relieve apaisado, representando la bajada de Cristo al Limbo. Cristo está en actitud de rescatar a las almas. El Crucifijo es una excelente estatua, de porte atlético, probablemente una de las mejores esculturas de Jordán. Es de composición clásica, inspirada en Miguel Ángel por su fortaleza física. La encarnación es a pulimento y llena de calidad. Bajo el retablo se disponía un frontal de azulejos.

Frente a la capilla de los Calatayud, es decir, en el lado del evangelio, se hallaba un retablo plateresco, según decían “bastante apreciable de hacia mediados del XVI”. Se decía de él que tenía “algunas esculturas interesantes y de buena mano, inspiradas en la escuela que fundara Berruguete”. Se piensa que el retablo perteneció con anterioridad al Convento de San Francisco, aunque no hay documentos que lo avalen. Este retablo cubría un arco, ya por entonces tapiado, y que con anterioridad servía de entrada a la iglesia por la actual calle del Santuario.
Detalle del retablo en una de las imágenes anteriores
Pero aquí no acaban todas las obras de arte que tuvo la iglesia. Una de las grandes obras de arte que poseyó la iglesia fue el primitivo retablo mayor, del cual en la actualidad no subsisten más que un par de esculturas y otro par de relieves, habiéndose perdido la arquitectura del mismo y seguramente el resto de elementos escultóricos.
Una vez se decide cambiar el retablo mayor en 1761, como hemos visto, se reutilizaron ciertos elementos del retablo antiguo para éste. Aunque en los últimos días de existencia de la iglesia, el retablo ya no existía, se conservaban en la sacristía dos tableros de relieve, que es seguro formarían parte de este primitivo retablo mayor. Los relieves representaban dos episodios de las tentaciones de San Antonio. Un antiguo cronista se quejaba amargamente de la pérdida del retablo, comentando que en la sacristía existía “cierto tablerito con un bajo relieve, que da poca idea de lo que fuera la obra”.
En 1553, doña Ana de Taxis, titular del patronato de la capilla mayor de la iglesia, firmaba un contrato con los escultores Diego Rodríguez y Leonardo de Carrión, vecinos de Medina del Campo, por el que se comprometían a ensamblar y tallar un retablo con destino a este lugar. Asimismo la policromía del retablo corrió a cargo de los pintores Jerónimo Vázquez y Gaspar de Becerra, los cuales contrataron la obra, el 20 de abril de 1559, con el mayordomo de doña Ana de Taxis, Bernardo de Torres. El contrato para realizar la policromía explica a la perfección como era el retablo: “en la iglesia y hospital de San Antón de esta dicha villa en la capilla mayor de ella que es de la dicha señora Dª Ana de Taxis se ha de hacer un retablo en el altar mayor que ahora está armado de madera con tres historias de bulto que están en la calle de en medio y otras dos en el banco y cuatro tableros de pincel que se han de pintar de historias y con todas las tallas que fueren necesarias para la dicha obra así las que hay ahora puestas como las que debajo irán declaradas (…).
El retablo tendría de ancho 21 pies, y de alto lo “que sea conforme a la ordenanza de la muestra en razón de arquitectura”. La estructura se organizaba con un banco, tres calles, dos cuerpos y ático, combinando escultura y pintura, y todo ello definido entre dos columnas de gran tamaño. Debía de “tener tres historias y una custodia (…) en la calle del medio”. En la caja primera (…) encima de la custodia ha de haber una historia de Noli me Tangere que es Cristo en el huerto hecho hortelano y la Magdalena a sus pues con sus árboles alrededor y encima de este cuerpo ha de venir otro que tenga cinco pies y medio (…) y en esta caja (…) una Asunción de Nuestra Señora con seis ángeles a la redonda y la tierra a sus pies y en la postrera caja que hace el retablo (…) ha de haber una historia de la Trinidad que es Dios padre con el hijo crucificado en las manos y el espíritu santo sobre el título de la cruz y a los lados dos ángeles de rodillas”. En el remate, situados a ambos lados de la Trinidad, estaban “dos figuras de San Pedro y San Pablo y entre cada una de estas figuras y la caja de la Trinidad ha de haber un escudo de armas (…) metidos en unos festones muy bien obrados y encima de esta caja alta (…) un pabellón con dos ángeles que le sostienen”. Las esculturas de San Pedro y San Pablo están concebidas con elegancia y verticalidad. El tratamiento escultórico general muestra con claridad cómo se produce una asimilación de lo berruguetesco, aunque la dulcificación de las formas atenúe la expresividad desgarrada del maestro, en un camino que termina por confluir con las aportaciones más modeladas de Juan de Juni.

San Pedro
San Pablo
La temática antoniana correspondiente a su titular se ubicaba en el banco. Allí iban colocadas “dos historias de san antón que están a los lados del Santo Sacramento de oro brunydo, capa y escapulario y dadas sus colores conforme al avito de Sant Antón”. Los episodios reflejan el asalto de las tentaciones al santo eremita, primero ejemplificadas en las figuras de los demonios que, representando los pecados capitales, lo apalean con crueldad. En un segundo relieve, el demonio se viste de mujer, para interrumpir su meditación. El desarrollo iconográfico del retablo se completaba con asuntos pasionales realizados en “cuatro tableros para pincel dos tableros a cada lado” pintados por los propios policromadores, sin olvidar el abigarrado ornamento secundario que cubría las superficies arquitectónicas, inspirado en repertorios grabados de grutescos.

Los dos relieves de las "Tentaciones de San Antón"
De todo el conjunto subsisten aún ciertas partes. Por un lado, en el Museo Nacional de Escultura, se conservan los dos relieves con las historias de San Antón y las esculturas de San Pedro y San Pablo. Asimismo en el Santuario Nacional se guardan tres de las cuatro pinturas que ornaron el retablo: la Oración del Huerto, el Descendimiento y la Ascensión de Cristo a los cielos. Los tres cuadros, especialmente la Oración del Huerto, son obras de gran calidad, y debido al marcado carácter romanista de las figuras y a las analogías estilísticas deben de relacionarse con la obra de Jerónimo Vázquez en detrimento de la de Gaspar de Palencia. Desconozco el tema de la última tabla.

El Descendimiento
La Ascensión

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BIBLIOGRAFÍA
  • ARIAS MARTÍNEZ, Manuel (coord.): Museo Nacional Colegio de San Gregorio: Colección / Collection, Ministerio de Cultura, Madrid, 2009.
  • CANDEIRA Y PÉREZ, Constantino: Guía del Museo Nacional de Escultura, Imprenta Gráficas Perdiguero Valladolid, 1945.
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  • MARTÍ Y MONSÓ, José: Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid, Imprenta Leonardo Miñón, Valladolid, 1901.
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIV. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (1ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985. 
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús: “Nuevos datos y obras del escultor Felipe de Espinabete (1719-1799), B.S.A.A., Nº 51, 1985, pp.507-510.

1 comentario:

  1. El Crucificado de Esteban de Jordán es impresionante.
    Gran trabajo.

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