lunes, 30 de marzo de 2015

SEMANA SANTA EN VALLADOLID: Pasos que ya no procesionan I: Los Cristos yacentes


Hoy vamos a tratar un tema semanasantero sobre el que tenía ganas de hablar: los Cristos yacentes que ya no procesionan. Si ha habido una iconografía numerosa que ha procesionado en nuestra Semana Santa ha sido esta, a excepción, por supuesto, de los Crucificados. Ninguno de los que veremos fue creado con la intención de ser procesionado, si bien para nada han desentonado en los desfiles dada su alta calidad artística. A la lista que vendrá a continuación habría que añadir el Yacente que Gregorio Fernández talló para el Convento de San Pablo, del cual ya hemos hablado en su momento, y el que constituye la pieza principal del Santo Entierro que Juan de Juni labró para la capilla del Doctor Guevara en el Convento de San Francisco, del cual también se habló en su momento. Este último tan solo fue procesionado una vez por la Cofradía del Santo Entierro. A modo de recordatorio, hay que señalar que en la actualidad procesionan los siguientes: la Cofradía del Santo Entierro el Yacente del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, y la Cofradía del Descendimiento el Yacente de la iglesia de San Miguel y San Julián.

SANTO CRISTO YACENTE (Pedro de Ávila. 1698)
Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Iglesia Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
La imagen salió, llevada a hombros por su cofradía durante unos pocos años en la procesión de Sacrificio y Penitencia (h.1978-1993). En esa procesión se unía a la Cofradía de las Angustias, la cual portaba el Cristo de los Carboneros (y desde 1989 también el Santo Entierro y a Nuestra Señora de las Angustias), y a la Cofradía de la Vera Cruz, la cual hacía lo mismo con la Virgen de la Soledad. A partir de 1994 su puesto se lo cedió al Cristo del Despojo de Claudio Cortijo.

El Santo Cristo Yacente (1,55 x 0,69 m.) está concebido como un altorrelieve, siguiendo el modelo creado por Gregorio Fernández. El Yacente tiene la particularidad de que en el costado lleva un receptáculo de unos 35 milímetros de diámetro, cubierto de cristal, que servía de custodia para colocar la Sagrada Forma. Se solía utilizar los Jueves y Viernes Santo. Generalmente se colocaba para adoración delante del altar. Es una variante del yacente-sagrario.

La necesidad de mostrar el ostentorio obligó al artista a levantar algo más de lo normal el busto de la imagen para cuyo fin se le hizo reposar sobre dos almohadones, y recogió en ángulo el brazo derecho, posición propia de la mayor altura dada al hombro del mismo lado. Aparece recostado sobre un sudario. Tiene los ojos cerrados y boca entreabierta. Los paños están cortados a cuchillo. Tiene la mirada hacia la derecha, ojos semiabiertos. Heridas en brazos y rodillas, sangre en la cara ocasionada por la corona de espinas. El Yacente se encuentra ubicado en la hornacina inferior de un retablo “Yacente-Dolorosa”. Presenta banco, cuerpo vertical y remate en semicírculo. A los lados del cuerpo principal se disponen estípites. Adornos a base de tarjetas y racimos en las calles laterales.

CRISTO YACENTE (Anónimo, década de 1510)
Cofradía del Santo Cristo del Perdón (Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo). Iglesia de Santa María Magdalena
Este Cristo fue sacado en procesión, durante muy pocos años (1976-1993), por la Cofradía del Santo Cristo del Perdón (se trataba de la antigua, y también actual, Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo), la cual estaba radicada por entonces en la iglesia de la Magdalena, templo que también custodia en la actualidad al Yacente. La primera salida procesional que realizó el Yacente fue en la primera Procesión de Oración y Sacrificio (1976), la cual tenía como destino la iglesia de San Ignacio de Loyola.
La imagen siguió saliendo sola en la procesión hasta el año 1992, en que lo hizo acompañada del Cristo del Perdón y de Nuestro Padre Jesús con la cruz a cuestas. Al año siguiente, última vez que salió a las calles, lo hizo acompañado únicamente del Cristo del Perdón. En 1994 la procesión de Oración y Sacrificio cambia su horario y sus pasos, pasando a celebrarse a las 8 de la tarde y sacando al Cristo flagelado y al Cristo del Perdón, cambiando asimismo el recorrido: la Catedral sustituyó al barrio de Pajarillos.

Fotografía tomada de http://www.sagradapasion.com/Multimedia/Fotos/Fotografias%20antiguas.htm
Fotografía tomada de http://www.sagradapasion.com/Multimedia/Fotos/Fotografias%20antiguas.htm
Fotografía tomada del Flickr de Luis rg
El presente Cristo Yacente se fecha en el primer decenio del siglo XVI. Está labrado de manera exenta, separado del sudario. Hay en éste pliegues quebrados de tipo flamenco. El cuerpo de Cristo es muy largo y desproporcionado como corresponde al goticismo. El movimiento de brazos es muy rígido, aunque la cabeza la acusa las facciones del renacimiento. Está encarnado a pulimento, con muchas llagas. Tiene una longitud de 1,70 m., teniendo los pies muy alargados. Este Yacente tiene el privilegio de ser, cronológicamente, el más antiguo del arte vallisoletano.
Fotografía tomada del Flickr de Luis rg
Fotografía tomada de http://www.sagradapasion.com/Multimedia/Fotos/Fotografias%20antiguas.htm
El Yacente se encuentra colocado en la urna del banco de un retablo barroco de la tipología Yacente-Dolorosa. El retablo, realizado en 1719 por los ensambladores Juan y Pedro Correas para el Hospital de laResurrección consta de un solo cuerpo, provisto de hornacina principal, con marco de ángeles entre nubes; a los lados hay cuatro estípites. El ático se resuelve en semicírculo, como si fuera una escena que se contempla al descorrerse el pabellón. Dentro figura la cruz desnuda y ángeles portadores de instrumentos de la Pasión. En la actualidad la hornacina central está ocupada por una escultura dieciochesca de Santa María Magdalena, aunque en realidad le correspondería ocupar ese lugar a una Dolorosa que se encuentra en un retablo frontero en la iglesia.
En el dicho Hospital radicaban algunas cofradías, entre ellas la del Santo Sepulcro, que según Canesi terminó en 1672 de construirse capilla propia y celebraron la colocación de Cristo en el Sepulcro. Posteriormente se realizaría el actual retablo, que como el anterior, estaba hecho expresamente para el Cristo Yacente que poseía la cofradía.



Entre medias de estas dos fechas, Ventura Pérez nos da cuenta de que el Cristo Yacente se encontraba en su nueva capilla desde 1702: “En 6 de Agosto de 1702 se trasladó el Santo Sepulcro a su capilla nueva en el real hospital de la Resurrección de esta ciudad: salió la procesión de dicho hospital con una cruz delante; iba la Congregación, la cofradía sacramental y su cofradía: llevaban el Santo Sepulcro seis capuchinos, otros ocho capuchinos el palio; estaba en la capilla el día siguiente el Santísimo Sacramento patente; hizo la fiesta, el primer día, la cofradía; el segundo, la Congregación de los pobres; el tercero, la ciudad; predicó a la ciudad el P. Velázquez; le pusieron una silla en el pulpito pero no se sentó sino a el Ave-María, por estar malo con erisipeles. Concluidas las fiestas hubo toros, y fueron tan bravos, que no les pudieron torear y los mataron a balazos; y de estos quedó el nombre de los toros del Santo Sepulcro”.

CRISTO YACENTE (Taller de Gregorio Fernández. 1631-1636)
Sin Cofradía. Portado por los alumnos de la Universidad Pontificia. Convento de San Pablo aunque es propiedad del Convento de Santa Catalina
“El Yacente de las Catalinas” tan solo tengo documentado que participó en nuestras procesiones en el año 1990. Venerado con gran devoción hasta hace muy pocos años por las monjas del cenobio vallisoletano que le da este sobrenombre, se encontraba en la Capilla del Cristo –adornada con pinturas de Diego Valentín Díaz– situada en la planta baja del claustro. La imagen se disponía sobre la mesa de altar, dentro de una urna de cristal, al pie de un retablo con una gran tabla de San Juan de Patmos, obra de Antonio Vázquez. En la actualidad se ubica en la parte baja de un retablo de la iglesia del Convento de San Pablo.
Gregorio Fernández se encontró con la costumbre de colocar los sepulcros en el banco de los retablos para recibir la adoración. El aislamiento de la figura de Cristo, consecuencia del abandono progresivo de la escenografía que en siglos anteriores acompañó al tema de su muerte, constituyó otro de los “tipos” fundamentales de Fernández que con tanto éxito prodigó.
No existen referencias documentales acerca de la autoría de la obra. El libro Becerro del convento no hace la más mínima referencia. Tampoco hicieron mención alguna ninguno de los estudiosos del Arte de la ciudad, hasta que don Francisco Mendizábal, en su artículo Del Valladolid desconocido. Las joyas de la clausura monacal, publicado en el periódico El Diario Regional el 17 de abril de 1919, escribió que “es indudable que este Cristo yacente es de tiempo posterior al Crucificado de Juni: responde a otra técnica, a la técnica que inspiró la escuela de Gregorio Hernández, y ¡quién sabe si será del mismo maestro!”. Posteriormente, Mendizábal de nuevo, en otro artículo bajo el título De la vida espiritual de Castilla. Arte y santidad, publicado en “Blanco y Negro” el 21 de marzo de 1922, y Juan Agapito Revilla en su libro Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa de Valladolid (1925), atribuyeron de forma definitiva la “paternidad” de la talla a Gregorio Fernández.

La figura de Cristo descansa sobre un sudario blanco de plegados angulosos con orilla de encaje, apoyando la cabeza y parte de la espalda en un único almohadón de color verde oscuro, poco abultado y casi horizontal, lo que favorece el horizontalismo del cuerpo. Su contemplación frontal obliga a que la cabeza y el cuerpo miren hacia la derecha para favorecer la visión. Por la misma razón, se hace necesaria la flexión de la pierna izquierda. Además, en el lado derecho se halla la herida del costado, de enorme efecto dramático, del mismo modo que se abre el paño de pureza, evidenciando la proclividad al desnudo de Fernández.
Las quebraduras y rugosidades de las telas, y un desarrollo extremo del naturalismo patético hacen pensar en una fecha de ejecución entre 1631 y 1636. Martín González apreció ciertos rasgos de mediocridad en la talla de este altorrelieve impropios del insigne imaginero, incidiendo sobremanera en la “inhábil” unión de la cabeza al tórax, llevándole a considerar la obra como íntegra de taller.

1 comentario:

  1. Increíble el realismo de algunas de las tallas con las que contamos en la ciudad, sin olvidarse de las que se encuentran expuestas en el Museo Nacional de Escultura de la ciudad de Valladolid.

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