La
vida se encuentra plagada de casualidades y esta exposición dedicada a mi
admirado Antonio Maffei nos proporciona una ciertamente emotiva por cuanto a
pocos metros de esta sala de exposiciones temporales del MUva, en cuya
colección permanente se pueden disfrutar durante todo el año de algunas pinturas
del maestro, fue donde el pintor situó su caballete a mediados del siglo pasado
para captar un precioso testimonio de ese Valladolid perdido y que gracias a
sus pinturas podemos recuperar y disfrutar. Estamos hablando de la acuarela La plazuela de Santa Cruz (1950), un
precioso paisaje urbano en el que entre frondosos árboles y vetustas casonas se
alza el desaparecido convento de las Siervas de Jesús. Y es que una de sus
temáticas predilectas fue la plasmación de vistas urbanas de Valladolid. Cual
cronista de aquel Valladolid desaparecido se dedicó a captar con fruición esas
plazas, jardines, torres de iglesias, callejuelas, rincones castizos, y parajes
dominados por la naturaleza de una ciudad que muy pocos años después
desaparecería irremisiblemente y que hoy añoramos.
La
exposición, titulada “Antonio Maffei profesor y pintor (La Habana 1885 -
Valladolid 1961)”, recoge en torno a setenta obras del pintor Antonio
Maffei cedidas por más de ocho colecciones particulares e instituciones. Esta
Exposición se agrupa en seis capítulos: Miradas, Naturaleza, Valladolid,
Pueblos, Montaña y Mar. Son trabajos realizados con
distintas técnicas: óleo, acuarela, dibujo o grabado, que toman en la persona
de Antonio Maffei un doble significado, artístico y pedagógico, ya que el
pintor llegó a desarrollar plenamente su vocación docente en el seno de la
Universidad de Valladolid.
Antonio
Maffei Carballo fue un reconocido paisajista vallisoletano, pues como tal hemos
de considerarle a pesar de haber nacido en La Habana. Su primer contacto con la
pintura tuvo lugar con su padre en Pamplona, ciudad en la que descubrió la
técnica de la acuarela que tanto cultivaría a lo largo de su vida. Siguió
ampliando conocimientos en la Escuela de Artes y Oficios de Santander, en el
estudio del pintor Ignacio Díaz de Olano en Vitoria y, finalmente, en la
Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en la que tuvo por maestros
a los máximos exponentes de la pintura academicista española del momento.
Maffei,
como la mayor parte de los pintores locales, se mantuvo ajeno a los ismos que
durante sucesivas oleadas invadieron Europa, sintiendo una clara preferencia
por la pintura decimonónica. A pesar de todo ello su pintura posee ciertos ecos
del Luminismo –confesó el ascendente que sobre su obra tuvo la Escuela de
Barbizón–, del Impresionismo –interés por la pintura al aire libre y por los
efectos luminosos, de niebla y de luces artificiales; utilización de gamas
cromáticas luminosas–, del Simbolismo –armonías o intencionadas disonancias
tonales–, del Modernismo –valoración de la silueta recortada sobre un fondo muy
luminoso y tratamiento del paisaje en valores de superficie – y del Art Decó –minuciosa
captación de la indumentaria de su esposa, ataviada a la moda de los años
veinte–.
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Autorretrato (ca. 1950)
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Pilar (ca. 1959)
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Retrato de Maximina (1930)
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Maximina (La Pamela) (1927)
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Serrana. Maximina (1919)
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Como
veremos a lo largo de la exposición su obra la componen diversas temáticas. Con
diferencia la que más cultivo fue el paisaje. Por sus óleos y acuarelas veremos
desfilar los paisajes montañosos y con frondosos arbolados característicos del
Cantábrico; las limpias marinas de las costas de Santander y Gijón; los cegadores
cielos de Andalucía; las tierras castellanas tanto de la campiña mesetaria como
de los parajes serranos de la Sierra de Gredos –especialmente de Arenas de San
Pedro–; y, por supuesto, las ya citadas vistas urbanas de Valladolid. A pesar
de que el paisaje fue su género predilecto también cultivó el bodegón, ya fuera
de alimentos, cacharros o flores, y el retrato. Fueron protagonistas de sus
lienzos sus amigos y familiares, especialmente a su esposa, a los que captó con
una escrupulosa fidelidad tanto física como psicológica, llegando a penetrar hasta la frontera de la intimidad.
Maffei
abordó diferentes temáticas, todas ellas elegidas por su propio gusto y no
impuestas por encargo. A pesar de que el paisaje fue su género predilecto también
cultivó otros, caso de los bodegones (de alimentos, cacharros o flores) o del
retrato. Efigió a sus amigos y familiares, especialmente a su esposa, con una
escrupulosa fidelidad tanto física como psicológica, llegando a penetrar hasta la frontera de la intimidad.
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Último apunte (mayo de 1961)
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Pinos (1926)
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Esquina de las calles Empecinado y San Martín (1948)
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Jardín del Colegio Mayor de Santa Cruz (1946)
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Catedral de Valladolid
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Las Tenerias (El Cubo) (1947)
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Orillas del Pisuerga (1944)
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Señalaron
acertadamente los profesores Martín González, Ortega Coca y Plaza Santiago que
al igual que “todo lo que un literato
escribe es siempre una autobiografía” así ocurre con la pintura de Maffei,
que nos delata los rasgos más relevantes de su personalidad: “su claridad, su silencio, su discreción sin
estridencias, su alegría, su ausencia de exasperadas tensiones”.
Hay
que dar las gracias a todas las personas e instituciones que han cedido las
obras, así como a la Universidad de Valladolid, al MUVa y muy especialmente a
su director Daniel Villalobos por la preparación de esta exposición que viene a
rescatar de un injusto olvido a Antonio Maffei y le coloca en el puesto de
honor que merece como uno de los maestros castellanos más destacados de la
primera mitad del siglo XX. Nada más, espero que disfrutéis de la exposición y
del cuidado catálogo que se ha editado para la ocasión.
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Orillas del Pisuerga (1944)
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Marina azul (1920)
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Marina gris (Santander) (1920)
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Los Villares (Jaén)
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Calle de Guisando
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Arenas de San Pedro
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Rincón de Guisando (ca. 1950)
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Pórtico del Partal, La Alhambra
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La
exposición se puede visitar a partir del martes 25 de mayo y hasta el 18 de
julio, de lunes a viernes de 10 a 14 h. y de 18 a 21 h, en la Sala de
Exposiciones Temporales del Museo de la Universidad de Valladolid en el
Edificio Rector Tejerina (Plaza de Santa Cruz, 6).
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