Título. Cristo atado a la columna
Autor: ¿Anónimo español o genovés?
Año. Finales del siglo XVII
Material, madera policromada
Medidas, 35,5 x 12 x 11 cm.
Lugar donde se encuentra. Convento de Jesús y María
Este pequeño Cristo atado a la columna es una de las piezas barrocas más exquisitas que se custodian en las clausuras conventuales vallisoletanas. Cristo es representado en una pose altamente inestable y muy movida puesto que gira la cabeza hacia la derecha, los brazos a la izquierda y dispone los pies en distintas direcciones y alturas debido a la inclusión bajo estos de una porción de terreno. Lleva las manos atadas por una cuerda (tallada en la propia madera) a una columna baja que propicia que se encorve el cuerpo y por consiguiente se potencie el efecto dramático de la escena, con lo que se logra conmover el corazón de los fieles y moverles a la compasión. Viste paño de pureza que imita bien el tejido y que se encuentra surcado por infinidad de pequeños pliegues multidireccionales.
El tratamiento anatómico es de un naturalismo sobresaliente ya que se ha logrado un perfecto estudio de calidades en el que se señala la blandura de los músculos y la dureza de los huesos, llegando a cotas de un realismo insuperable en la captación de las venas y falanges de las manos y pies, y de los pliegues que el encorve y escorzo del cuerpo producen en el abdomen. El patético rostro, de expresión agotada, exhibe unos rasgos tallados con minuciosidad: ojos rasgados, amplia nariz, boca entreabierta, barba y bigote de mechones ralos, y cabellera compacta rematada en serpenteantes guedejas. En definitiva, se trata de una obra que combina un acabado primoroso con un fuerte expresionismo que es capaz de generar devoción y admiración a partes iguales.
Ignoramos tanto su procedencia, quizás donación de algún particular que en vida le tenía dispuesto en su pequeño oratorio, como la autoría. Si bien Martín González propuso su adscripción a un maestro del círculo del sevillano Pedro Roldán (1624-1699), atribución que han mantenido investigadores tan destacados como Hernández Redondo, pienso que esta asignación no puede mantenerse puesto que no encontramos en la imagen ni el tipo físico ni los peculiares estilemas de la estética roldanesca: cabello trabajado en grandes masas compactas y abocetadas de clara inspiración pictórica, barbas de largos y sinuosos mechones, y pliegues muy movidos y profundos que producen potentes efectos de claroscuros.
Sin descartar que su autor pudiera ser un maestro español, quizás andaluz, pues porta un paño de pureza muy adherido al cuerpo, pienso que podría tratarse de una obra genovesa debido a su estética amable y a la anatomía limpia con policromía de tono lechoso en la que no se abunda en rastros sanguinolentos y heridas más allá de las rodillas y codos despellejados y la espalda flagelada.
BIBLIOGRAFÍA
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: “Sobre algunas esculturas vallisoletanas”, B.S.A.A., Nº 32, 1966, pp. 436-437.
MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier de la: El arte en las clausuras de los conventos de monjas de Valladolid, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 1983.
O´KEAN ALONSO, Victoria: “Cristo atado a la columna”. En GUERRERO LOVILLO, José [et. al.]: Sevilla en el siglo XVII [exposición], Ministerio de Cultura, Madrid, 1984, p. 206.
HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio: “Nº 11. Cristo atado a la columna”. En VV.AA.: Pequeñas imágenes de la Pasión en Valladolid [exposición abril-mayo 1987 Palacio de Villena], Ministerio de Cultura, Madrid, 1987, pp. 26-27.
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