Texto extraído casi íntegramente de: http://sanjuandelacruzlacarolina.blogspot.com.es/2013/10/la-autoria-de-la-desaparecida-imagen-de.html
Uno de los principales atractivos que la aldea de
La Peñuela ofrecía a la empresa colonizadora era la existencia en esta pedanía
de Baeza del convento de carmelitas descalzos de Jesús María del Monte. Y ello
era así porque el convento reunía unas excelentes condiciones para fundar sobre
él una ciudad, ya que sus instalaciones, que llegaron a ser de cierta entidad,
sirvieron para el refugio de funcionarios y dependencias de la Intendencia,
estando alojados en él hasta 1770. Otras razones de gran importancia fueron la
existencia del pozo, la huerta, el molino de aceite y el olivar y viñedo de los
que disponía el convento.
En 1767, al irse los frailes tras la permuta
hecha del convento por el colegio de los jesuitas de Cazorla, se constata que
con ellos se van casi la totalidad las imágenes que recibían culto en el
templo, entre ellas su primitiva titular, la Virgen del Carmen, para la que su
Cofradía recién extinguida (1766) le había confeccionado un rico manto de
tejido de plata.
Ermita de San Juan de la Cruz en La Peñuela |
Por ello Olavide, para adecentar el templo y
promover el culto, toma en consideración el requerimiento del Señor Obispo,
para que en los templos de las Nuevas Poblaciones se coloquen imágenes que
exciten la devoción de los fieles. Y por ello, encarga la imagen de la Patrona,
la Inmaculada Concepción, en madera estofada y policromada, imagen que llego a
La Carolina el 1 de Agosto de 1770, siendo bendecida por el obispo nueve días
más tarde. En Mayo de 1780, se adquiere una corona de plata para la imagen, que
cuesta 2816 reales y 7 maravedís, y por último, en Septiembre de ese año, se
adquieren los útiles necesarios para estofar la imagen en oro.
Pero además de esta imagen, Olavide dispone la
hechura de dos imágenes más, con objeto de ocupar dos nichos laterales situados
a cada lado del altar mayor. Primero piensa en la ejecución de San Pedro y San
Pablo. Pero conocemos por palabras del vicario D. Juan Lanes Duval que el
escultor se había negado a ejecutarlas aún en 1776: "dos santas imágenes las cuales se ha tratado
varias veces cuales habrían de ser, inclinándose (Olavide) a que fueran de S.
Pedro y S. Pablo, pero que es cierto no ha habido ocasión de hacer ejecutar, no
habiendo querido el escultor que hizo las imágenes de la Virgen".
Pablo de Olavide |
Por estos mismos años, La Inquisición se propone
dar un castigo ejemplarizante como advertencia a los ilustrados, y ve en
Olavide a la persona idónea. En medio de grandes acusaciones, en su mayor parte
provenientes de Fray Romualdo de Friburgo, destaca su negativa a establecer
cofradías, así como la de la colocación de los santos en los altares
colaterales vacíos en la Parroquia de la Inmaculada. El mismo se justifica así
en 1776: "Quiere que yo sea enemigo de los Santos,
porque no le daba la mano para sus malas entendidas Cofradías y con las que
sólo quería imponer ruinosas contribuciones. Asunto que ni yo podía imponer por
mí, ni tengo por conveniente todavía en el principio de las colonias".
La Carolina (Jaén). Iglesia de la Inmaculada |
"Dice que en las Iglesias no hay imágenes de
Santos y no dice verdad [...] Es verdad que en otras no se han puesto todavía,
porque no ha habido artífices y porque es fácil de comprender que en asunto tan
extenso no es mucho que todavía no se halle todo completo; y así ni por el
Obispo, ni por su vicario se ha reclamado hasta ahora sobre esto [...] Si en
alguna iglesia pudiera repararse la falta de estas imágenes sería en la de La
Carolina, pues como la mayor y más distinguida de todas parecía exigir mayor
adorno. Pero en nada se muestra más la mala fe del padre, pues sabe, y yo en la
mesa pública se lo he dicho mil veces, que dos nichos que se han hecho al lado
del altar y que, visiblemente no pueden tener otro uso que para colocar
imágenes de santos, los tenía yo destinados para las de San Pedro y San Pablo.
La falta de artífices y otras mil ocupaciones más urgentes no me han dado lugar
para ejecutarlo todavía [...]¿Y por qué dirá, en particular, de mi que soy su
enemigo? No puede tener otro pretexto que ciertas conversaciones de mesa,
cuando quería establecer su cofradía de San Juan de la Cruz".
Al fin, Olavide cesa como Intendente. Pero la
Parroquia seguía necesitada de Imágenes, ya que los altares colaterales
permanecían vacíos. Así que D. Juan Lanes Duval vuelve a reclamar al
Intendente, cargo que ahora ostenta D. Miguel de Ondeano. Y este pide
información del estado de las imágenes. El secretario de Olavide, Bernardo
Darquea, le informa el 18 de Febrero de 1777: "En efecto, el Sr Superintendente tiene mandadas
hacer, mucho tiempo ha, dos efigies que representan a S. Pedro y S. Pablo, con
destino a los dos nichos colaterales de la Iglesia de esta Capital; y aún el
estatuario le presentó los modelos, estando yo delante, formados de barro. Se
aprobaron y el artífice llevó el encargo muy estrecho de concluirlos lo más
pronto posible. Como ha sobrevenido a dicho Sr. lo que todos sabemos, nadie se ha
vuelto a acordar de este encargo".
San Juan de la Cruz |
El nuevo Intendente procede a ampliar el templo.
A la primitiva iglesia carmelitana, que ya sobre 1769 había sido ampliada para
acoger el coro (hoy altar mayor) y camarín de la Purísima. El mismo informa a
Muzquiz el 29 de Diciembre de 1782 sobre las obras, añadiendo: "Resta solamente la adquisición de dos efigies que
deben colocarse colaterales al altar mayor: una de San Carlos, declarado
patrono de esta iglesia, con respecto al Augusto nombre del Rey, su fundador, y
otra de San Juan de la Cruz, compatrono aclamado por la decisión decidida de
los fieles de esta Capital, y por cuya intercesión se han verificado del
Todopoderoso beneficios extraordinarios en esta Capital, en cuya inmediación se
venera a este santo en una antigua preciosa ermita, que se extiende en el día a
expensas de la devoción de los fieles".
En el mismo documento hace una apreciación
valiosísima: "No hay en esta provincia artífices hábiles, de
cuya mano pueda fiarse esta obra para que sea digna de su representación y
destino. Por esta razón, principalmente, y porque de otra parte ha sido crecido
el gasto que ha debido hacerse en esta Parroquia [...] me ha parecido hacer
presente al Rey la situación de esta Iglesia, Capital de su real Patrono por
erección y fundación, suplicando a su Religiosa y Real piedad se digne mandar
que por los estatuarios de S.M. se hagan las dos referidas efigies de los expresados
santos patrono y compatrono, cuyo coste será de corta consideración, lográndose
por este medio fácil que aquellas efigies sean correspondientes a su digno
destino".
Al margen del documento aparece la autorización: "Dese
orden a Sabatini para que disponga la ejecución de estas dos efigies, pidiendo
a Ondeano las noticias conducentes".
Comparación entre las dos esculturas de San Juan de la Cruz realizadas por Adeba Pacheco |
Al día siguiente de la reclamación de Sabatini,
se promulga una Real Orden, de fecha 5 de Febrero de 1785, que faculta librar
la cantidad de 15168 reales al Tesorero General, D. Francisco Antonio Ibarrola
y Gorvea, Marqués de Zambrano.
Hasta aquí sabíamos en La Carolina. Pero quiso la
casualidad que la duda que siempre me causó la atribución de Sabatini me
pusiera en contacto con Javier Baladrón, vallisoletano licenciado en Historia
del Arte y estudioso de la obra artística de D. Manuel Adeba Pacheco. Fruto de
la puesta en común de nuestras sospechas, dimos con la clave en un artículo realizado por el profesor Jesús Urrea, en el cual se hacía referencia a un legajo del Archivo General de Simancas. Documento que hallamos y es el que
sigue: "El Marqués de Zembrano tesorero general que fue
de S.M. en todo el año de 1785. Data de las cantidades que satisfizo en los
doce meses de él, a la clase de extraordinario general de hacienda (...) A Manuel de Adeba y Pacheco en conformidad de
Real Orden de 5 de Febrero de 1785 y un recibo de 7 de Marzo de 1785: Quince
mil ciento sesenta y ocho reales de vellón costo de quatro efigies que ha hecho
para la Yglesia de la Capital de las Poblaciones de Sierra Morena".
Pero... ¿las imágenes no eran de Sabatini?
Hasta ahora, siempre habíamos creído que nuestra
imagen patronal, junto con las de la Purísima, San Carlos Borromeo y Nuestra
Señora de los Dolores (imágenes destruidas el 29 de Julio de 1936) eran obras
de Francisco Sabatini, arquitecto traído de Italia por el Rey Carlos III. Y es
cierto que toda la documentación consultada por nuestros historiadores locales
parecía dar la razón a esta atribución. Como anteriormente hemos leído, el
Intendente Don Miguel de Ondeano escribe: Dese orden a Sabatini para que
disponga la ejecución de estas dos efigies. Sin embargo, es el propio
Sabatini el que con sus propias palabras nos pone en la pista. Si nos fijamos
en el escrito que envía con fecha 4 de Febrero de 1785 y lo leemos
detenidamente vemos que dice: "se me mandó por la vía reservada de
Hacienda que hiciese ejecutar de escultura dos efigies (...) se sirva disponer, si fuera de su agrado, que
se satisfaga dicha cantidad al interesado".
El hallazgo del documento anterior en el Archivo
General de Simancas es la clave definitiva. Sabatini nunca fue el escultor que
ejecutó las referidas imágenes, pues su oficio era el de arquitecto y decorador
de la corte, no era escultor. Y por eso siempre sostuvimos que él podría haber
simplemente tramitado la gestión, o como mucho, dando alguna traza o idea
general de la composición de las mismas al artífice, pero jamás pudo haberlas
realizado él. Esto lo demuestra la carta de Muzquiz a Olavide, de 23 de Junio
de 1772, para tratar la ejecución para La Carolina de una efigie del Rey Carlos
III: "que remita las medidas y noticias
correspondientes relativas a la estatua del Rey que se ha de poner en La
Carolina, Capital de las Nuevas Poblaciones, para con ellas comunicar la orden
correspondiente de SM a D. Francisco Sabatini. (Al margen se lee) Dese orden a
Sabatini para que disponga que se haga esta estatua por el escultor que sea de
su satisfacción, con arreglo a las medidas y noticias que se han de pedir a
Olavide, y se le han de pasar".
Posteriormente Olavide escribiría acerca de esta
estatua a Muzquiz el 26 de Noviembre de 1774, informándole de que "encomendaron
unos dibujos de su orden a Sabatini para la colocación de la estatua que debe
levantarse a su Augusta Persona en La Carolina y que están para concluirse muy
en breve". Sabatini nunca pudo ejecutar imagen alguna, pues
no era su oficio, sino que encomendaba esta tarea a escultores de su confianza,
estatuarios de S.M, en este caso, de D. Manuel Adeba Pacheco, escultor de
cámara, actuando Sabatini como mero intermediario.
Post realizado por:
Juan Manuel Patón Crespo Licenciado
en Bellas Artes http://sanjuandelacruzlacarolina.blogspot.com.es
Javier Baladrón Alonso Licenciado en Historia
del Arte
¿En 1774 ya había recibido su nombre definitivo La Carolina?, ¿o fue posteriormente?
ResponderEliminarUna gozada de post.
Un saludo