El Oratorio de San Felipe Neri fue fundado, según
señala el Catálogo Monumental de Valladolid, por la Congregación de sacerdotes
de la advocación de San Felipe Neri, “como
resultado final de una larga gestión que conduciría a integrar a sacerdotes
seculares en una entidad que les permitiera vivir en colectividad. Eran muchas
las calamidades que pasaban los sacerdotes encargados fundamentalmente de
atender a las parroquias, porque no poseían un hogar adecuado ni eran
socorridos en los momentos de postración, enfermedad e invalidez. No era raro
verlos fallecer abandonados”. El origen de esta Congregación se encuentra
en la iglesia de Santiago, templo en el que se establecieron en 1645 en una
capilla (actualmente es la segunda del lado de la Epístola) que les cedió el
Hospital de Esgueva. Acomodaron la capilla a su gusto, y de hecho fabricaron un
retablo en el que pusieron la efigie de su patrón, San Felipe Neri. Al tiempo
que la Congregación se mudó al Oratorio, llegaron a un acuerdo con la iglesia
para cederles, a cambio de una determinada cantidad, tanto el retablo como la
escultura del santo italiano. Tanto uno como otra se conservan en el lugar para
el que fueron fabricados.
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Oratorio de San Felipe Neri |
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San Felipe Neri que la Congregación mandó tallar para su capilla en la iglesia de Santiago |
El Oratorio se comenzó a construir en 1675 bajo la
dirección de los maestros de obras Antonio Iglesias y Juan de la Paz. La
colocación de la primera piedra tuvo lugar el día 17 de mayo de ese año. Las
obras se prolongaron hasta 1683, año en que se bendijo el templo. El resultado fue
una iglesia que sigue una tipología que tuvo gran éxito en el Valladolid de
finales del siglo XVII: se trataba de templos de planta de cruz latina, cubiertos
con bóvedas de medio cañón y cúpula no trasdosada sobre el crucero, que
presentan una fachada íntegramente realizada en ladrillo, salvo el basamento. A
este modelo pertenecen también la iglesia
del Monasterio de Santa Brígida y la desaparecida iglesia del Convento del Carmen Calzado. El Oratorio es fastuoso y
posee el conjunto de arte barroco más importante de la ciudad, tanto en
escultura, como en retablística y pintura. Tras finalizar la parte
arquitectónica se inició el amueblamiento del interior, para lo cual, lo
primero que se llevó a cabo fue el retablo mayor, el cual cuenta con una
historia muy azarosa, como veremos a continuación:
El 10 de agosto de 1685 los ensambladores Antonio
Billota y su hijo Francisco elaboraron las condiciones, traza y planta con las
cuales se comprometían a realizar el retablo mayor del Oratorio. Los maestros
exigieron por su ejecución 15.000 reales de vellón “a toda costa excepto la
escultura que llevare dicho retablo y que ésta ha de correr por cuenta del
dicho señor cura y de la congregación”. Asimismo, se obligaban a “hacer
una custodia para dicho retablo conforme la planta hecha con doce columnas”.
Es bastante extraño que la Congregación quisiera afrontar por entonces la
construcción del retablo mayor puesto que se encontraba muy mal económicamente
debido al continuo desembolso realizado, desde hacía muchos años, para la
construcción de la iglesia.
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FRANCISCO BILLOTA. Retablo mayor |
Hubo que esperar tres años, hasta 1688, para que la
Congregación se planteara de una manera más seria la construcción del retablo
mayor. Concretamente, en la Congregación extraordinaria celebrada el 11 de
marzo se habla de ir acopiando fondos de las más diversas maneras (refacciones
a los congregantes, sisas municipales o reales, donaciones económicas de los
nuevos congregantes o bienhechores) para “ayuda de fabricar el retablo que
se pretende hacer para la iglesia de Nuestro Padre San Felipe Neri”. Las
donaciones fueron llegando poco a poco, de tal manera que en la Congregación de
30 de mayo se habla de que “fueron recibidos por congregantes de esta
Congregación los señores don Manuel Blanco y don Gabriel de Terán y Mantilla,
los cuales cedieron las refacciones para ayuda de la fábrica del retablo que se
ha de hacer en esta iglesia”. Unos días después los congregantes deciden
que el retablo se había de fabricar cuanto antes, por lo que dejan sin pagar
3.000 reales que debían de las obras del coro, capillas y portada de la
iglesia, para poder afrontar la construcción del nuevo retablo. Para ello
deciden que “se renovase la cesión que estaba hecha de todas las Sisas
municipales hasta el año de noventa y dos y juntamente se otorgó poder hasta el
año de setecientos y cesión y que las cobraren los depositarios actuales de la
Congregación”.
Finalmente, y tras conseguir los fondos necesarios, el
11 de julio de 1689 comisionan al “ministro, el vicario, el señor don Felipe
Sánchez, el señor don Bernabé Gil, el señor don Juan Redondo, el señor don Juan
Casado, el señor don Pedro de Rozas” para que “ajusten y concierten con
la persona que les pareciere más a propósito” el referido retablo mayor.
Unos días después, en la Congregación del 8 de agosto se da la noticia de que
los comisionados se habían concertado con el ensamblador Francisco Billota para
que lo construya en precio de 10.500 reales.
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¿JUAN DE ÁVILA?. San Felipe Neri |
En la construcción de la gran máquina lígnea, llevada
a cabo en la sala capitular del Oratorio, no le ayudaría su padre puesto que ya
había fallecido. El retablo construido por Francisco Billota difiere bastante
del actual puesto se articulaba a través de cuatro grandes columnas
salomónicas, las cuales fueron posteriormente sustituidas por simples
pilastras. El retablo ya estaba finalizado a mediados del mes de septiembre de
1690 ya que en la Congregación celebrada el día 19 se debatió “que medio se
podía tomar para dorarle” puesto que una vez más las arcas estaban muy
mermadas. La junta acordó “se pidiese por vía de empréstito a los señores
veinte y cuatro de la Memoria del Sr. D. Andrés López Calderón la cantidad que
fuese necesaria”. También se comisionó a siete congregantes para que “hiciesen
la escritura necesaria de parte de la Congregación a favor del maestro que le
ha de dorar, y recibirla también de parte de dichos maestros a favor de dicha
Congregación”.
Unos días después, el 9 de octubre, los referidos
señores comisionados se concertaron con el dorador y estofador Manuel Martínez
de Estrada para que este dorara “un retablo de madera en blanco con sus
columnas salomónicas (…) para mayor adorno y culto de la dicha iglesia”.
El dorador percibiría por tan magna empresa la crecida cantidad de 19.000 reales
de vellón, teniendo como condición expresa el tenerla acabada en toda
perfección para el día 20 de mayo de 1691. La escritura, en la cual figura como
testigo el ensamblador Gregorio Díez de Mata, explica de una manera muy
pormenorizada la forma en que debía ejecutarse el dorado del retablo y el
policromado y estofado de cada uno de los diferentes relieves y esculturas.
Aparte de todo esto, la escritura nos es muy útil para conocer la forma y
distribución primigenia tanto del retablo como de sus decoraciones
escultóricas.
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PEDRO DE ÁVILA. San Pedro |
El 27 de junio de 1691 se trató en Congregación del
momento en que debía de celebrarse “la fiesta de la traslación del Santísimo
y de Nuestro Padre San Felipe Neri al retablo nuevo”, síntoma de que las
obras estaban ya finalizadas. Que los problemas económicos de la Congregación
de San Felipe Neri eran reales lo demuestra el que Francisco Billota no
otorgara carta de pago y finiquito hasta el día 25 de agosto de 1694. En ella
se daba por contento de las cantidades que le adeudaban “de la fábrica de
dicho retablo y de armar y desarmar el monumento”.
Nos podemos hacer una idea de cómo era la disposición
original del retablo gracias a la pormenorizada descripción realizada por el
licenciado don Pablo del Moral y Tejada, visitador del obispado, el 28 de abril
de 1692. Según sus palabras se trataba “de un retablo ahora nuevamente hecho
de toda hermosura a costa de los congregantes de dicha venerable Congregación,
juntamente con la iglesia y oratorio, el cual está hecho un ascua de oro”.
El primer cuerpo se compone de “cuatro columnas salomónicas (…) donde
está la efigie del Santo de bulto con su diadema de plata y a los lados y en el
intercolumnio las efigies del patriarca San José con el Niño de la mano en el
lado del evangelio y en el de la epístola el glorioso San Joaquín con la Virgen
Santísima de la mano siendo niña, las cuales son asimismo de bulto”. En su
pedestal “dos historias de media talla, la una la entrega de las llaves por
Cristo a San Pedro y la otra la predicación de San Pablo a Félix y Drusila,
doradas y estofadas”. En el ático “un Cristo crucificado con María y San
Juan y a los lados dos ángeles con diferentes instrumentos de la pasión de
Cristo que dejan sobre las columnas de él, unos y otros de bulto dorado y
estofados, y en dos enjutas Cristo nuestro bien en la calle de la Amargura y
otra de la oración del huerto, de media talla doradas y estofadas”.
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PEDRO DE ÁVILA. San Pablo |
Años después el retablo sufriría una importante
modificación: la sustitución de las cuatro grandes columnas salomónicas que
articulaban el cuerpo del retablo por unas simples pilastras. Este cambio
otorgó al conjunto un esquema compositivo más plano y sencillo. En las
hornacinas de los intercolumnios, actualmente ocupadas por las efigies de San
Pedro y el San Pablo de Pedro de Ávila, se situaban los grupos de San
Joaquín con la Virgen Niña y San José con el Niño Jesús realizados
por José de Rozas y Andrés de Pereda. El cambio debió de acontecer entre
1719-1720 puesto que en febrero de este último año Pedro de Ávila se encontraba
ya trabajando en las esculturas. Los motivos que implicaron esta modificación estarían
relacionados con problemas estructurales y el excesivo peso que suponían los
citados grupos; motivo por el cual se decidió cambiar las columnas salomónicas
por pilastras, y sustituir los pesados grupos escultóricos por dos imágenes
algo más livianas. Fue entonces cuando el grupo de San Joaquín con la Virgen Niña fue a parar a la capilla de los pies
del lado del Evangelio, y allí estuvo hasta que en la década de 1960 la efigie
de San Joaquín marchó al Monasterio de Santa Ana y la de la Virgen Niña
desapareció. Por su parte, el grupo de San José con el Niño se colocó en
la capilla frontera a ésta, la de los pies del lado de la Epístola. Allí
permaneció hasta la década de 1960, momento en el que se volvió a trasladar el
grupo, esta vez al retablo colateral de la Epístola.
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. San Joaquín |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. La Virgen Niña ¿Desaparecida? (No lo creo) |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. San José con el Niño |
En la actualidad, el retablo se compone de un banco,
en el que tienen cabida el tabernáculo con el sagrario y dos relieves relativos
a San Pedro y San Pablo: Cristo con San
Pedro y San Pablo predicando a Félix
y Drusila; un único cuerpo articulado mediante cuatro grandes pilastras
entre las cuales ellas se sitúan la hornacina central, presidida por San Felipe Neri, y las laterales, con San Pedro y San Pablo. Finalmente, en el ático, que adquiere forma semicircular
y se adapta perfectamente al testero de la iglesia, nos encontramos con un Calvario en la portada, y a los lados
dos relieves de La Oración en el Huerto
y Cristo camino del Calvario.
Respecto al retablo original se han perdido, además de los grupos de San
Joaquín y San José, “dos ángeles con
diferentes instrumentos de la Pasión”. Cabe señalar que para las esculturas
de San Pedro y San Pablo Pedro de Ávila se inspiró en Gregorio Fernández, y más
concretamente en las hechuras que de estos santos realizó para la iglesia de
San Miguel. En cuanto a los relieves de la Oración
del Huerto y Cristo camino del
Calvario queda claro que los escultores se inspiraron en los pasos
procesionales homónimos. Finalmente, las esculturas del Calvario vienen a ser una versión mejorada de las que el propio
José de Rozas y Antonio Vázquez realizaron por esas mismas fechas para el ático
del retablo mayor del Rosarillo. Resumiendo las autorías de este retablo: la
parte arquitectónica fue llevada a cabo por el ensamblador Francisco Billota;
mientras que de la escultórica se ocuparon José de Rozas y Andrés de Pereda en
1688 (los cuatro relieves, el Calvario y ¿los ángeles con las Arma Christi?), Pedro de Ávila en 1720 (San Pedro y San Pablo), y ¿Juan de Ávila? (San
Felipe Neri).
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. Cristo con San Pedro |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. San Pablo predicando a Félix y Drusila |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. Calvario |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. Cristo camino del Calvario |
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JOSÉ DE ROZAS Y ANDRÉS DE PEREDA. La Oración del Huerto |
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