A- LA ARQUITECTURA CONSERVADORA
En
contraposición a la arquitectura comentada, netamente barroca, en Valladolid se
siguieron desarrollando los modelos clasicistas que habían triunfado en la
primera mitad del siglo XVII, y que desde entonces continuaban, aunque cada vez
en menor proporción. Según palabras del profesor Martín González, “hay que reconocer que existió frente a una
arquitectura netamente barroca, otra que frenó la fantasía y mostró singular
interés por los arcaicos planos”. Uno de los factores que favoreció la
prolongación de este modelo fue el hecho de que resultaban ser unos planes
mucho más económicos.
Los
maestros que desarrollaron este tipo de arquitectura eran por lo general
locales. Dicha arquitectura se caracterizaba por mantener la línea recta tanto
en fachadas, exteriores, plantas y alzados. Uno de los edificios más
emblemáticos de esta tipología es la actual iglesia
de San Nicolás, antigua conventual de los Trinitarios Descalzos. La iglesia
se comenzó a edificar en 1715, estando ya en 1740 concluida. La fachada, aunque
clasicista, posee ciertos elementos barrocos como es el almohadillado que
favorece la creación de volumen a través del claroscurismo.
B-
OTRAS TIPOLOGÍAS BARROCAS
Fachadas
columnarias
Una
tipología muy desarrollada en este periodo, aunque procedente del siglo XVII,
es el de las fachadas columnarias. Se trata de fachadas que se asemejan a
retablos, con una distribución a través de cuerpos superpuestos de columnas y
entablamentos. El matiz introducido durante el barroco será la posición de los
diversos cuerpos en avance y retroceso, rompiendo de esta manera la rectitud de
la fachada. En la ciudad se conservan tres ejemplos: la iglesia de las Comendadoras de Santa Cruz (las
Francesas), la del Colegio de San
Ambrosio, y la iglesia del monasterio
de Nuestra Señora de Prado. En esta última las columnas de los extremos se
disponen en esviaje, con lo cual se acrecienta el sentido de profundidad y
otorga al conjunto un concepto perspectivo.
Fachada de las Comendadoras de Santiago (las Francesas) |
Fachada del Colegio de San Ambrosio (desaparecido, la fachada se trasladó a los jardines del Colegio de Santa Cruz) |
Fachada del Monasterio de Nuestra Señora de Prado |
Camarines
y transparentes
La
arquitectura barroca buscaba, entre otras muchas cosas, la luz, motivo por el
cual se crearon los transparentes, siendo el más famoso en España el realizado
por Narciso Tomé en la Catedral de Toledo. Los transparentes son, según
palabras de Zalama Rodríguez, “pequeños
edículos adosados a la cabecera con un amplio ventanal por donde penetra la
luz, que ilumina la imagen titular desde atrás (…) La intencionalidad es sorprender mediante efectos lumínicos provocado
un cierto misterio y resaltando la figura de la imagen titular”.
A
lo largo de la primera mitad del siglo XVIII se realizaron numerosas
intervenciones para abrir camarines y transparentes para honrar a imágenes de
gran devoción, en su mayor parte marianas. Así, en 1745 se colocaba a la Virgen
de la Vera Cruz en el retablo mayor, abriéndose tras ella un camarín iluminado
por un pequeño transparente.
Otro
transparente importante se efectuó en el retablo mayor (Fernando González,
1756) de la iglesia del Salvador. En el centro del mismo se reutilizó un grupo
de la Transfiguración, obra del escultor Pedro de la Cuadra, procedente del
primitivo retablo. Pues bien, detrás de este grupo, y para dar una mayor
sensación de teatralidad, se practicó una ventana para que la luz bañara estas
imágenes y creara una sensación de volatilidad.
Los
camarines son una especie de habitaciones situadas por lo general tras los
retablos en el cual se sitúa una advocación de cierta importancia. Para llegar
a ellos suele existir una escalera por la que se accede a la parte trasera del
retablo. Existen dos tipologías de camarines: los abiertos y los cerrados.
Entre los abiertos destaca el de la capilla
de la Virgen de las Angustias en la iglesia del mismo nombre, y entre los
cerrados el de la capilla de San Joaquín
y Nuestra Señora de la Mano en el actual Santuario del Carmen Extramuros.
Capilla de la Virgen de las Angustias en su iglesia penitencial |
Santuario de Nuestra Señora del Carmen Extramuros. Tras el retablo se halla el camarín |
BIBLIOGRAFÍA
- BRASAS EGIDO: José Carlos: “Arquitectura y urbanismo del siglo XVIII”. En Valladolid en el siglo XVIII. Historia de Valladolid, V, Ateneo de Valladolid, Valladolid, 1984.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Arquitectura barroca vallisoletana, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1967.
- ZALAMA, Miguel Ángel: Ermitas y santuarios de la provincia de Valladolid, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1987.
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