El
desarrollo decorativo de los edificios comenzado con Felipe Berrojo en los años
de 1660, y que apenas tuvieron incidencia, se vio culminado en la primera mitad
del siglo XVIII, periodo que fue tildado por el profesor Martín González como de
“barroco exaltado”. Durante esta
etapa no solo la decoración irá en aumento (habrá una mayor exuberancia
ornamental), sino que el barroquismo se irá vislumbrando también en otros
elementos: en las líneas movidas de las fachadas y las plantas, en los
elementos de apoyo, etc… A pesar del fuerte influjo del barroco, la llama del
clasicismo no terminará de extinguirse.
En
los interiores de las iglesias existirá una dicotomía: mientras que las plantas
siguen siendo, por lo general, bastante simples, las yeserías y decoraciones de
sus interiores se irán complicando cada vez más. Las bóvedas y los vanos se
cubrirán con formas vegetales, grandes rameados, líneas quebradas y
mixtilíneas, etc. Se llegará en algunos extremos a un verdadero horror vacui.
La
aparición y progresiva consolidación del barroco exaltado en Valladolid llegará
de fuera, puesto que los arquitectos locales, más bien maestros de obras,
seguirán en gran medida fórmulas clasicistas, aunque ya no con tanta pureza.
Las influencias de este barroco exaltado proceden fundamentalmente de dos
ciudades: Salamanca y Madrid. De Salamanca llegarán fray Pedro de la Visitación
y Alberto Churriguera, los cuales legarán a la ciudad dos obras emblemáticas:
la nueva fachada principal de la Universidad, y el segundo cuerpo de
la fachada principal de la Catedral. Desde Madrid no se recibirán
arquitectos sino influencias, concretamente comparecerán las del gran
arquitecto castizo Pedro Ribera de manos del vallisoletano Manuel Serrano.
A-
LA INFLUENCIA SALMANTINA
En
1715 la Universidad tenía proyectada una ampliación del edificio, el cual se
había quedado pequeño y vetusto. La culminación del proyecto venía dado por la
apertura de una nueva fachada a la antigua Plaza de Santa María. El principal
motivo de dicho emplazamiento no era otro que el querer dotar a la Universidad
de una fachada monumental que ennobleciera a la institución, así como el
abrirse a una gran plaza desde la que poder celebrar diferentes fastos.
La
nueva fachada, según la opinión de Brasas Egido “el conjunto civil más importante, opulento y decorativo del barroco
vallisoletano”, suponía una importante novedad, pues hasta entonces no se
había realizado en la ciudad una fachada en la que la escultura tuviera un
papel tan principal, si exceptuamos la de la iglesia penitencial de Nuestra
Señora de las Angustias.
Tres
maestros fueron los que presentaron trazas para realizar la fachada: Blas
Martínez de Obregón, Pablo Mínguez y el carmelita Fray Pedro de la Visitación,
siendo este último el que se quedaría con la obra. Fray Pedro seguramente se
había formado en Salamanca, ciudad en la que ya había realizado algunas obras.
La parte escultórica de la fachada, elemento fundamental de la misma, corrió a
cargo de la saga de los Tomé: Antonio y sus hijos, Narciso y Diego.
La
fachada parece una clara superposición de dos estilos: por una parte, el
clasicista, representado por los dos cuerpos que la componen, los cuales
carecen de cualquier tipo de ornamental; y por otro lado, el propiamente
barroco, que tiene en la portada su exponente. Es en dicha portada donde tienen
asiento las hornacinas con las esculturas, las decoraciones vegetales de gran
resalte, los escudos, unas potentes columnas de orden gigante, que en los dos
cuerpos clasicistas no pasaban de ser simples pilastras, también gigantes. En
contra del carácter horizontal de la fachada se encuentra la airosa peineta que
otorga a la fachada una mayor altura y distinción. Otro elemento barroco a
tener en cuenta son las airosas esculturas de alegorías de las enseñanzas que
se impartían en la Universidad y de los Reyes protectores de la misma que apean
sobre la balaustrada, las imágenes se encuentran plenamente aislada, han
conquistado el espacio.
El
otro elemento salmantino fue, como ya hemos visto, Alberto de Churriguera,
quien llega a la ciudad del Pisuerga desde Salamanca en el año 1729 para
encargarse de la construcción del segundo
piso de la fachada principal de la catedral. El primer cuerpo, que se
realizó con grandes errores, era un simple arco del triunfo. Encima construiría
un piso con unos perfiles más finos y suaves que el anterior. En la obra, que
duró tres años, fue asistido por su sobrino Manuel de Larra. El proyecto ideado
en un principio por Churriguera irá sufriendo numerosas modificaciones. Uno de
esos cambios tendrá por protagonistas a las estatuas que se debían colocar en
la balconada de este segundo piso. Si en un principio se pensó en poner a los
cuatro Evangelistas, finalmente se decidió que fueran los cuatro Doctores de la
Iglesia, encargándose de esculpirlas los escultores Pedro Bahamonde y Antonio
de Gautúa.
B-
LA INFLUENCIA MADRILEÑA: MANUEL SERRANO
Manuel
Serrano es quizás el arquitecto local más importante de la primera mitad del
siglo XVIII. Nacido en Valladolid hacia 1700, residió durante algunos años en
Madrid, momento en el cual recibiría las influencias del gran arquitecto
cortesano Pedro de Ribera. Su arquitectura denota claramente la influencia del
madrileño: así, muestra una gran afición por las plantas curvas, fachadas
movidas y molduras flexuosas.
El
regreso a Valladolid fue motivado por la obra de la iglesia parroquial de Renedo (1736), iglesia que junto a la parroquial de Rueda (1738-1742) son sus
obras más descollantes. En la iglesia parroquial de Renedo aunque utiliza el
viejo sistema de una sola nave con capillas laterales entre contrafuertes,
introduce como novedades, además del movimiento de la fachada, el hecho de que
las capillas, con plantas curvas, no se comuniquen entre ellas.
En la ciudad de Valladolid su obra más emblemática fue la desaparecida iglesia del monasterio premostratense de San Norberto (1747-1753). Canesi refiere que los cimientos del templo los realizó “el maestro de tan suntuosa fábrica Manuel Serrano, hijo de esta ciudad, en este sitio, que fueron casas de los Maldonado”. La fachada era semicircular, con formas en avance y en retroceso, se encontraba enmarcada por un baquetón mixtilíneo envolvente, a la manera que había utilizado en las iglesias de Renedo y Rueda. También las capillas de los laterales debían ser similares a las de estas dos iglesias, puesto que Casimiro González García-Valladolid llega a afirmar que eran “de arcos”, es decir, con planta curva. Con el tiempo llegaría a ser el artista más prestigioso, y mejor pagado, de la ciudad.
Iglesia parroquial de Renedo |
Iglesia parroquial de Rueda |
En la ciudad de Valladolid su obra más emblemática fue la desaparecida iglesia del monasterio premostratense de San Norberto (1747-1753). Canesi refiere que los cimientos del templo los realizó “el maestro de tan suntuosa fábrica Manuel Serrano, hijo de esta ciudad, en este sitio, que fueron casas de los Maldonado”. La fachada era semicircular, con formas en avance y en retroceso, se encontraba enmarcada por un baquetón mixtilíneo envolvente, a la manera que había utilizado en las iglesias de Renedo y Rueda. También las capillas de los laterales debían ser similares a las de estas dos iglesias, puesto que Casimiro González García-Valladolid llega a afirmar que eran “de arcos”, es decir, con planta curva. Con el tiempo llegaría a ser el artista más prestigioso, y mejor pagado, de la ciudad.
Iglesia de San Norberto (desaparecida). Reconstrucción realizada por Juan Carlos Urueña Paredes en su libro Rincones con fantasma |
C-
MATÍAS MACHUCA
Matías
Machuca es el otro representante local del barroco exaltado. Si bien
desconocemos casi por completo su vida y formación, Martín González lo ha
puesto en relación con Alberto de Churriguera. Este arquitecto tendrá el gran
honor de levantar la fachada más barroca de la ciudad: la de la iglesia del hospital de San Juan de Letrán.
Su
primera intervención de importancia fue la reparación
de la torre de la nave del Evangelio de la catedral (1726), para lo cual
siguió el parecer del arquitecto benedictino Fray Pedro Martínez, autor, entre
otras obras, de la fachada del Monasterio de San Pedro de Eslonza.
En
1732 contrata la fachada y el cuerpo de la iglesia
de San Juan de Letrán. La iglesia primitiva fue derribada para realizar
esta nueva que se comenzó a construir en 1675 de la mano de Luis de Naveda y
Antonio del Solar, los cuales siguieron los planos confeccionados por Juan
Tejedor Lozano. Las obras sufrieron un importante parón y no se prosiguieron
hasta el año 1729. Que la nueva fachada gustó a Manuel Canesi da buena prueba
el siguiente comentario: “Y es tan
superior la idea que ha formado Matías Machuca para la fachada, que es toda de
piedra, con el adorno de varias columnas y estatuas, que bien examinadas, han
declarado los peritos en la arquitectura que es de lo mejor que hay en Castilla
y lo mismo el pulimento de la iglesia”.
La
fachada se estructura a través de un gran cuerpo central dividido en dos pisos,
dos alas laterales poligonales y un pequeño ático. La planta es muy movida con
sus curvas y sus contracurvas, no sería muy aventurado decir que fue la fachada
más barroca de la ciudad junto a la del convento de Premostratenses. La
decoración se concentra en la calle central. Las columnas son plenamente
barrocas debidas a ese aspecto bulboso y esponjoso. En el ático se desarrollan
sendas torrecillas en los laterales y una central más amplia que alberga en su
interior una imagen del titular del templo: San Juan Bautista, a ambos lados de
esta torrecilla encontramos las esculturas de la Fe y la Caridad. El interior
de la iglesia posee sus magníficas yeserías plenamente barrocas, las cuales se
desarrollan a partir de una “fastuosa
hojarasca, muy abultada y de formas retorcidas, todo de ritmo intensamente
barroco”.
Conservamos
noticias de un buen puñado de obras realizadas por Matías Machuca: así, por
ejemplo, en 1722 levanta parte del Convento
de Nuestra Señora de la Victoria que se había arruinado en 1717; en 1725
trabaja para la iglesia de la Merced
Descalza, donde se encargó de levantar la fachada, capilla mayor y
decoraciones barrocas del interior (yeserías) en forma de “pompas y morteros y otros adornos de este género”; y en
1734 erige, de manera conjunta con Manuel Morante, la iglesia del Convento de las Comendadoras de Santa Cruz, la cual
contiene también unas suntuosas yeserías. Entre las obras que se le atribuyen,
debido fundamentalmente a las yeserías que exhiben sus interiores, se
encuentran la capilla de San Joaquín y Nuestra Señora de la Mano del Convento del Carmen Descalzo (actual
Santuario de Nuestra Señora del Carmen Extramuros) o la iglesia conventual de Santa Clara (1739-1742). Todas ellas poseen
unas decoraciones muy similares entre sí, y a la vez parecidas a las que
realizó Machuca en la iglesia de San Juan de Letrán.
Convento de Nuestra Señora de la Victoria (desaparecido) |
Convento de las Comendadoras de Santa Cruz (las Francesas) |
Convento de Santa Clara |
Capítulo
III: LA ARQUITECTURA BARROCA EN VALLADOLID (1650-1750) III. "El barroco conservador y otras tipologías"
BIBLIOGRAFÍA
- BRASAS EGIDO: José Carlos: “Arquitectura y urbanismo del siglo XVIII”. En Valladolid en el siglo XVIII. Historia de Valladolid, V, Ateneo de Valladolid, Valladolid, 1984.
- MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Arquitectura barroca vallisoletana, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1967.
Vaya, la Arquitectura barroca ha sido fundamental en la Arquitectura, gracias por la info!
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