Actualmente
se desarrollan en el Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano dos
exposiciones dedicadas a uno de los grandes genios de la pintura contemporánea,
el valenciano Joaquín Sorolla (1863-1923). La primera de ellas, “SOROLLA. Un
jardín para pintar” se celebra en las salas 3, 4 y 5 entre los días 28 de marzo
y 24 de junio, y expone casi un centenar de óleos dedicados a jardines, así
como algunos elementos del jardín de su casa madrileña; por su parte, “SOROLLA
en su paraíso” es una exposición fotográfica sobre el artista, que podrá verse
hasta el 17 de junio en la sala 8. En el presente post tan solo trataremos,
mediante unos textos contenidos en el folleto de la exposición, la primera de
las exposiciones.
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Jardín de la Casa Sorolla (1919) |
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Jardines de Carlos V, Alcázar de Sevilla (1910) |
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El Grutesco. Alcázar de Sevilla (1908) |
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Jardín de la Casa Sorolla (1916) |
Joaquín
Sorolla (1863-1923) fue uno de los pocos pintores de su generación que obtuvo
reconocimiento internacional. A comienzos del siglo XX, justo cuando París se
alzaba como centro de la cultura y las vanguardias europeas, el pintor
valenciano despuntó con lo mejor de su pintura. Fueron sus años de oro: recibió
el gran premio de la Exposición Universal, expuso en la galería de Georges
Petit, uno de los principales divulgadores de los impresionistas; participó en
exposiciones en Berlín, Dusseldorf, Colonia, Londres, Nueva York, Boston,
Chicago y San Luis. Su éxito en el extranjero apuntaló su éxito en España.
Nació
en un hogar modesto de la ciudad de Valencia. Sus padres eran comerciantes de
telas. Fallecieron ambos con una semana de diferencia en una epidemia de
cólera, cuando Joaquín Sorolla tenía apenas dos años. Él y su hermano crecieron
en casa de su tío, un cerrajero de profesión, que intentó enseñarle el oficio.
Sorolla sin embargo estudió Bellas Artes en Valencia. En los años siguientes
decidió trasladarse a Madrid. En esa década tiene su gran encuentro con la obra
de Velázquez, en quien encuentra un tema de análisis y estudio. En este tiempo
presenta sus obras en los grandes certámenes internacional, especialmente en
las exposiciones de Berlín, Múnich y Viena, y en la Bienal de Venecia, y, por
supuesto, en el Salón de París. Durante aquellos años afina su técnica y temática,
pinta al aire libre, construye un estilo que integra el paisaje y las escenas
de la vida cotidiana y en el que la luz se erige como protagonista. Su carácter
mediterráneo, colorido y brillante recibe una muy buena acogida en Europa. Su
pintura tiene un carácter vibrante, suelto y vigoroso que le valdrá no pocos
reconocimientos.
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Jardín de la Casa Sorolla (hacia 1917-1918) |
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Fuente y rosal de la Casa Sorolla (1918) |
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El patio andaluz de la Casa Sorolla (1918-1919) |
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Jardín de la Casa Sorolla (1918) |
Su
lugar de mayor impacto será la capital parisina. En 1893 recibe por primera vez
un premio en el Salón de la Societé des Artistes con El beso de la reliquia, un cuadro que retrata una España atávica de
sacristía. Dos años después, su imponente Regreso
de la pesca es adquirido por el Estado francés para la pinacoteca del
Palacio de Luxemburgo. En 1900 es la apoteosis ya que recibe el gran premio de
la Exposición Universal, donde expone Triste
herencia, un cuadro social y la explosión de luz que es Cosiendo la vela. Aquellos son los años
de mayor reconocimiento. Sorolla celebra su primera exposición en solitario,
con 450 obras, en la galería de Georges Petit, uno de los principales
divulgadores de los impresionistas.
Sorolla
incorporó a su jardín multitud de colores a través de especies típicamente
meditarráneas. Árboles como el ciprés, el mirto, el naranjo, el limonero o el
laurel, junto a flores como la rosa, el alhelí, la adelfa, el jazmín, el lirio
y la cala, que se daban con gran exuberancia cuando el jardín gozaba de mucho
sol.
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La alberca, Alcázar de Sevilla (1910) |
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Patio de Comares, Alhambra, Granada (1917) |
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Fuente árabe del Alcázar de Sevilla (1910) |
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Jardín de la Casa Sorolla (1918-1919) |
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Detalle del jardín de la Casa Sorolla (hacia 1916) |
Con
el tiempo, la sombra de los árboles crecidos y los edificios altos de alrededor
han creado otro clima, más húmedo y oscuro, perfecto para especies más
atlánticas, como las azaleas, los rododendros y las camelias, que aportaban
color en los rincones más umbríos.
Hola Javier:
ResponderEliminarSoy José María Fernández Navarrete, un profesor de Geografía e Historia de Murcia jubilado. He impartido Historia del Arte durante toda mi vida profesional. También soy un gran aficionado a la fotografía. He estado en Valladolid recientemente, y buscando por Internet para poder poner nombre a mis fotos (Obra, autor, fecha...) me he encontrado con tu blog. Quiero felicitarte por la calidad del mismo y por los miles de horas que le has dedicado, tanto a las fotos, como a los comentarios y a la identificación de las distintas obras en él contenidas. Además lo tienes totalmente al día(Exposición de Sorolla por ejemplo). GRACIAS Y ENHORABUENA
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ResponderEliminarEspero que no te moleste que comparta en mi facebook: https://www.facebook.com/josemaria.fernandeznavarrete tu blog. Si prefieres que no lo comparta me lo dices y lo quito. Un saludo
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